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Establecimiento Don Pedro: producción y sustentabilidad

El emprendimiento ecoganadero que la familia Martiarena tiene en Ayacucho redujo insumos y sumó mano de obra para producir cada vez más kilos por hectárea

Establecimiento Don Pedro: producción y sustentabilidad
jueves 05 de diciembre de 2019

Convencido de que prestándole atención al estado del suelo se maximizarían los resultados de la producción, Esteban Martiarena cambió el rumbo de trabajo con el que hasta hace seis años se manejaba el Establecimiento Don Pedro, dándole un nuevo enfoque a los valores sociales y ambientales de la finca. En un campo de 840 hectáreas –de las cuales 110 son arrendadas–, su padre, Mario, lleva la conducción de una empresa que elabora carne de forma agroecológica, libre de insumos, con mano de obra intensiva desde 2015.

A partir de la recría de vaquillonas que compran a destete y venden preñadas, la compañía alcanzó rendimientos de hasta 400 kilos por hectárea, cuatro veces más que el promedio de la zona.

“Apostamos a la ganadería como parte del esquema de desarrollo para la zona. Para esto, producimos vaquillonas preñadas generales, que son perfectas para repoblar la región y recuperar establecimientos que fueron abandonados por la agricultura. Trabajamos con la idea de promover el desarrollo local con un enfoque territorial distribuyendo el capital y sus márgenes de la manera más equitativa posible”, explicó Esteban Martiarena.

Según el productor, a lo largo de la historia los sistemas productivos de la zona hicieron foco en las necesidades de los animales y los cultivos, simplificando el sistema, volviéndolo rico en individualidades. “En un principio, mi padre se resistió al cambio, aunque al ver que hubo buenos resultados, se sumó con entusiasmo a este proyecto que se basa en lo productivo, lo ambiental y lo social. Nuestra meta es producir alimentos sanos para el entorno donde se generan. Para ello, alimentamos a los microorganismos para que se nutran de nuestro agrosistema”, comentó.

Durante el proceso, todo está interrelacionado: la mitad de la microbiología presente en el suelo se vincula con los animales que lo transitan, los cuales dependen de todo el sistema. “Creemos que este es el camino. Apelamos a profundizar los procesos naturales del sistema suelo-planta-animal propios de la fisonomía de Ayacucho”, agregó Esteban Martiarena.

Para llevar adelante los mecanismos, desde Don Pedro se respetan y valoran los pastoreos y las especies forrajeras nativas, mientras se desarrollan ecosistemas para que los mismos sean abundantes y biodiversos. De esta manera, en base a patrones y características del ecosistema natural –que incluye agricultura regenerativa, permacultura y biodinámica–, diseñaron y pusieron a disposición una fábrica de biofertilizantes llamada biofábrica, donde se generan microorganismos nativos, biofertilizantes foliares, caldos fríos y sales minerales a partir de materiales orgánicos y minerales como heces de vaca, leche fresca, ceniza de hueso y melaza de caña, entre otros.

“Lo que para otros es un problema o un residuo del sistema, nosotros lo usamos como insumo en el proceso de producción dentro de la biofábrica. En el marco de la naturaleza, la basura no existe, todo puede aprovecharse: los residuos de unos pueden ser el sustento de otros”, expresó el propulsor.

Con esta lógica, se elaboran insumos naturales que posteriormente son implementados en diversas actividades productivas para maximizar las ganancias, reduciendo la compra y aplicación de productos externos. “Este proyecto nos llevó a trabajar con más gente en equipo, como un todo donde uno depende del otro y todos los eslabones son importantes”, manifestó Martiarena, quien concluyó haciendo hincapié en que el mecanismo implementado genera aportes y trabajo que, más adelante, es distribuido entre dueños del campo, inversores externos y empleados.

 

Un futuro por delante

Según Martiarena, para que el proyecto prospere es preciso realizar una asociación estratégica con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “El fin es extender la experiencia más allá del propio establecimiento con el objetivo de potenciar la tecnología para generar más trabajo en Ayacucho, a partir de la intensificación de la mano de obra. De la mano del INTA, de los productores proactivos, sumado a la infraestructura y los servicios adecuados, podemos generar polos de desarrollo que promuevan que los productores vuelvan al campo”, indicó.

 

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