La creciente exigencia de los consumidores, que quieren saber cómo se produce lo que comen, su interés por el bienestar animal y la diversificación que muchos productores agrícolas y ganaderos vacunos quieren dar a sus explotaciones viene consolidando una tendencia que ya tiene algunos años pero que, en los últimos tiempos crece con más fuerza: se trata de la avicultura alternativa.
Básicamente, son sistemas que difieren de la avicultura industrial en cuanto a volúmenes y formas de producción, que ofrecen productos diferenciados, tanto en pollos parrilleros como en huevos. “No estamos en contra del sistema industrial o convencional. Solo buscamos que se le dé el espacio al productor alternativo y sobre todo que el consumidor sepa de qué sistema productivo vienen los pollos y huevos que compra”, destaca Daniela Trevisi.
Daniela Trevisi es especialista en bienestar animal de aves y licenciada en Producción Animal, docente de la cátedra de Porcinotencia y Avicultura, e investigadora, particularmente en Bienestar Animal en Aves de Postura, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp). También coordina el Grupo Avicultura Alternativa (GAA).
Surgido por el interés de unos 30 productores de Santa Fe y Córdoba, a fines de 2020, hoy se nuclean en el GAA unas 380 personas entre productores, técnicos y profesionales, la mayoría de ellos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, aunque llegan también a 166 localidades de 20 provincias argentinas. “La mayoría son productores integrados de vacunos y ovinos que ya han incorporado aves en sus explotaciones o quieren hacerlo”, explicó Trevisi.
La avicultura alternativa utiliza sistemas diferentes a la industrial. Evitan el confinamiento de las aves, en galpones de gran superficie o jaulas con gran densidad de animales, según se trate de ponedoras o pollos parrilleros, y no son explotaciones de mano obra ni de capital intensivo.
“En la Argentina, ya que la actividad es bastante incipiente, extrapolamos lo que ya sucede en otros países, mejorando lo hecho. Hay mucha demanda de información de productores agropecuarios de granos y ganado vacuno para iniciarse en la producción avícola alternativa”, destacó. En este sentido, Trevisi explicó cuáles son las diferencias entre la producción industrial y las distintas opciones que presentan los sistemas alternativos.
La producción de pollos parrilleros industriales es de mano de obra y capital intensiva: tienen 20.000 a 30.000 aves por galpón, según la capacidad productiva de la empresa, con altas densidades. Se engordan por lotes, con lo cual pueden hacerse 5 a 6 crianzas anuales, de unos 42 a 45 días.
Los parrilleros alternativos se hacen en establecimientos familiares de hasta 6.000 aves faenadas por mes, también en tandas, con faenas a los 60 a 70 días de edad. “Se usan las mismas líneas genéticas que los industriales, pero con sistemas de manejo diferentes”, señaló.
Se utilizan los llamados “chicken tractors”, que son jaulones móviles que permiten producir tandas de 60 a 80 pollos. Son unos cuadrados de 3 o 4 metros por lado y 70 cm de altura, donde -en promedio- se alojan, 7 aves por metro cuadrado (6 en verano y 8 en invierno).
Se apoyan sobre pasturas y allí los animales pueden acceder al pasto, dentro de ellos y también desde adentro hacia afuera, a través de una malla metálica que les permite picotear alrededor de ellas.
Estos jaulones se corren de lugar cada 5 a 7 días, de manera similar a un pastoreo rotativo vacuno, para que los animales consuman eficientemente todo el lote, cuyas dimensiones son de unos 40 por 40mts. Además, están rodeados por alambre electrificado, a fin de cuidar a los pollos de animales predadores.
A diferencia del industrial, el pollo campero de 70 días es más fibroso y su carne tiene un sabor más fuerte, debido al consumo de pasto. No obstante, al tratarse de las mismas líneas genéticas del industrial, estos animales también consumen alimento balanceado, por lo cual deben ajustarse aspectos de manejo y nutrición ya que, al caminar, los animales tienen mayores requerimientos energéticos.
En Argentina, donde un parrillero industrial consume unos 120 gramos diarios de alimentos balanceado, el campero sustituye por pasto de 20 a 30 gramos del total consumido, con lo cual la relación balanceado/pasto de su ración es 90-100/20-30 g, respectivamente.
Las pasturas sobre las que se instalan son polifíticas (gramíneas y leguminosas), con base alfalfa. “Las aves son graníferas, con lo cual es muy difícil que se satisfagan solo con pasturas. Deben acostumbrarse. Que estén allí tiene la ventaja que el animal levanta tierra, consume insectos, puede tomar contacto con el piso, lo que beneficia la regulación de su temperatura corporal, siendo estos los principales beneficios para su bienestar animal”, contó Trevisi.
En ponedoras, los sistemas industriales parten desde 60.000 aves por galpón, que pueden estar confinadas en jaulas tradicionales (de 12 a 14 aves por jaula) o enriquecidas (con nidos, arena y disponibilidad de perchas para las gallinas, lo que implica mayor superficie por animal).
En tanto, una producción de huevos es alternativa si tiene hasta 4.000 aves. Hay distintas modalidades de cría: el sistema a piso en galpón sin salida a pasto, el campero o “free range”, el gallinero o carro móvil, y el ecológico, biológico u orgánico, categorías que para el Senasa están unificadas.
En el sistema a piso a en galpón, sin salida a campo, el ave consume solo balanceado, respetándose la densidad de 7 a 9 aves por m2, según los parámetros de bienestar animal. Hay 15 cm lineales de perchas por gallina y nidos cada 5 aves. Todas pueden acceder a baños de polvo o arena, para regular su temperatura y expresar su comportamiento natural.
El sistema campero o “free range”, es similar al anterior, pero aquí se suma el acceso a campo por unas 6 horas diarias, aun con lluvias leves. El encierro en gallineros o carros móviles se hace al caer el sol o bien las gallinas, una vez acostumbradas, van naturalmente a refugiarse allí, al fin del día.
Los más grandes tienen 3 m de ancho por 8 m de largo y x 2.10 m de altura en el frente y 1,90 m en el sector trasero, donde se alojan 450 gallinas. Alrededor de ellos hay una superficie exterior de 4 m2 por ave y los tiempos de ocupación de la superficie pueden variar, rotándose de lugar cada 5 a 7 días. También tienen protección eléctrica contra predadores.
Este sistema se integra a otras explotaciones. Así, por el mismo predio por el que estuvieron las gallinas, pasan luego las vacas y al volver las gallinas, se alimentan de las larvas de la bosta vacuna, lo cual también se adapta a su comportamiento natural, ya que la gallina consume insectos, lo que le permite aprovechar su alta proteína.
En tanto, los productores de huevos biológicos, ecológicos u orgánicos tienen hasta 500 aves y suman a las características anteriores el no uso preventivo de antibióticos, promotores de crecimiento, ni de insecticidas, reemplazándolos por productos naturales o de banda verde, de baja toxicidad.
Finalmente, existen sistemas alternativos mixtos con granjas que producen huevos y parrilleros en un mismo predio. Se utilizan los sistemas descriptos, solo que las instalaciones de gallinas y pollos están en lotes diferentes y a una distancia adecuada entre sí.
Para Trevisi, la principal motivación que lleva a productores no avícolas a entrar en el negocio alternativo de los huevos y los pollos es la diversificación, porque les permite tener otro ingreso, con ventas diarias. «Muchos piensan en la parte social y en que es un sistema productivo más amigable con el ambiente. Cuando se inician en esta producción, se empiezan a involucrar las familias lo que tiene un aspecto de género importante, porque comienzan a trabajar la mujer y los hijos, lo que también es muy motivador. Los productores alternativos sienten satisfacción al mostrar que lo hacen con la familia”, concluyó la experta.
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