El polen es un producto natural clave en el proceso de reproducción de las plantas con flor, en el que las abejas y otros animales y agentes polinizadores juegan un papel clave. Hay, sin embargo, otro uso para este producto, uno que el ser humano lleva aprovechando desde los tiempos del antiguo Egipto y la antigua Grecia: como complemento alimenticio.
Ya entonces lo llamaban pan de abejas y resultaba un exclusivo producto muy recomendado por sus grandes propiedades beneficiosas atribuidas, y hoy vuelve a estar en el punto de mira.
El polen de flores es un fino polvillo amarillo o anaranjado que se produce en las flores y que las abejas, otros insectos polinizadores, otros animales y agentes abióticos transportan. El producto que se comercializa como polen actualmente es casi siempre polen de abejas, recogido por apicultores que colocan trampas recolectoras de polen en sus colmenas.
Este proceso no es sencillo y tiene un porcentaje de recogida variable pero habitualmente bastante bajo, por debajo del 25%. Las trampas deben ser vaciadas de polen a diario para que el producto no se deteriore y las condiciones meteorológicas pueden tener un gran impacto negativo sobre la producción, dado que las abejas recogerán mucho menos polen en primaveras muy secas o en las demasiado frías o lluviosas. Así, el polen para el consumo humano es un excelente complemento nutricional, pero también un producto de obtención laboriosa.
En términos de botánica, el polen no es otra cosa que el conjunto de células reproductivas masculinas de las plantas. Se forma en los estambres de las flores, donde espera a que agentes externos, como el viento, la gravedad o los insectos polinizadores, lo lleven hasta el pistilo de las flores femeninas, donde poder fecundar los óvulos y dar así por concluido el proceso de polinización que forma parte de la reproducción de las plantas. Para conocer más sobre este proceso, anímate a leer este otro artículo acerca de Qué es la polinización y sus tipos.
Así pues, la función del polen no es otra que la de servir como método de reproducción sexual en las plantas con flor o angiospermas. La reproducción sexual permite así la aparición de pequeños cambios y mutaciones, que dan lugar a una mayor variabilidad genética y, por tanto, a una también mayor capacidad de adaptación.
Tampoco se debe confundir el polen de abeja con el extracto de polen, obteniéndose este último directamente de algunas plantas por mano del hombre.
El principal beneficio del polen de abejas es la gran concentración de micronutrientes que contiene, resultando ser un complemento alimenticio a tener en cuenta, incluso cuando se consume en pequeñas cantidades, y que además es totalmente natural. Cuenta así con un alto contenido de carbohidratos y proteínas vegetales, además de entre un 5 y un 10% de ácidos grasos esenciales, vitaminas B y C, una gran cantidad de minerales y sustancias bioactivas de probado efecto antioxidante.
Más allá de sus propiedades nutritivas, al polen de abeja se le atribuyen también algunos efectos medicinales, aunque estos no han sido demostrados mediante estudios científicos definitivos todavía. No obstante, como todo alimento tiene efectos en nuestro organismo. Hasta ahora, se considera que tiene la capacidad de ayudar a mejorar la concentración y estimular la memoria, tanto en jóvenes como en personas mayores, y se le atribuyen también efectos digestivos, antiinflamatorios y energizantes.
El polen de abeja debe consumirse como complemento alimenticio, añadiendo a una dieta equilibrada un extra de nutrientes que puede ayudarnos a superar situaciones de fatiga, sobreesfuerzo o falta de apetito.
Este complemento natural se comercializa en forma de gránulos que, aunque se pueden tomar directamente, se recomienda moler antes de tomar para facilitar su absorción y asimilación por el organismo. Es habitual tomarlo en infusiones, con leche, con yogur, mermelada o con cualquier otro alimento líquido o semilíquido que sirva de base: dado que su sabor es dulce y agradable, permite experimentarlo al gusto de cada paladar. Hay quien afirma, eso sí, que sus propiedades se aprovechan mejor si se diluye en agua y se deja reposar durante unas dos horas antes de beberlo, sin añadirlo a ningún otro alimento.
¿Cuánto polen se puede tomar al día? Se recomienda una dosis de no más de 3 cucharadas pequeñas al día, que para niños se reduce a entre 1 y 2, dependiendo de la edad.
En cualquier caso, ante la duda de si puedes tomarlo o no y de qué cantidad de polen se debe consumir, es importante consultar con un médico antes de empezar a tomar polen de abejas. El o la profesional sabrá indicarnos con mayor exactitud si en nuestro caso nos conviene o no y en qué cantidad podemos tomarlo, así como si debemos tomar alguna precaución especial.
Ecologia Verde