En épocas estivales, es muy normal que tanto babosas como caracoles ataquen nuestras plantas. Estos moluscos terrestres poseen la capacidad de comer hasta la mitad de su peso en una noche, de modo que representan una amenaza que sí o sí tiene que ser tratada a corto plazo. Se trata de una plaga voraz debido a su aparato bucal masticador, transmisor de numerosas enfermedades.
Los ejemplares adultos se desarrollan en ambientes húmedos y generalmente presentan hábitos nocturnos. En tiempos de sequía suelen enterrarse en el suelo, donde permanecen inactivos hasta que pueden volver a atacar. En climas fríos, los caracoles se quedan aletargados en el interior de su caparazón sellando su abertura. Ya en verano, salen causando serios inconvenientes.
La especie predominante de caracol en jardines domésticos es la Helixaspersa. Es nativa de la región del Mediterráneo y fue introducida a las Américas a partir de la importación de alimentos contaminados con huevo que llegaron de Europa en el siglo XX. En nuestro país, donde está catalogada como “invasora”, se dispersó muy rápidamente como resultado de su buena adaptación a diversas condiciones agroecológicas.
Si no hay sequía, tanto babosas como caracoles tienden a emerger de la tierra o piedras desde inicios de octubre hasta fines de mayo. En diciembre, enero y febrero, es decir en pleno verano, se producen las mayores infestaciones. A lo largo del día se alojan bajo ramas de troncos o huecos de paredes, haciéndose imperceptibles a la vista.
Por lo general, atacan primero las hojas, provocando perforaciones irregulares en centro y bordes. Si bien el daño se asemeja al que producen otras especies, se caracteriza por dejar el mucus propio de la plaga. Para controlar su acción, se recomienda ir a una tienda especializada y comprar metaldehído; un molusquicida que actúa por ingestión o contacto de la mucosa con el cebo. Tras pocos minutos, inmovilizará y dará muerte a los moluscos.
No obstante, se pueden aplicar estrategias de control biológico menos agresivas con el entorno. Entre ellas se incluye:
- Estimular la permanencia en el jardín de depredadores de caracoles como sapos, ranas, tortugas y aves.
- Incorporar plantas repelentes como romero, lavanda, mostaza, capuchina, geranios, begonia y salvia cerca de las especies que sean más susceptibles al ataque.
- Colocar refugios trampa con tejas, piedras u otros objetos similares donde los moluscos se guarden durante el día para poder localizarlos y eliminarlos manualmente.
- Rodear la base de las plantas con hilo o alambre de cobre en verano. Luego espolvorear ceniza, cáscara de huevo o borra de café para que las plagas no se puedan desplazar.
- Preparar un extracto vegetal con frutos y semillas macerados vertidos en etanol a razón de 40 gramos de maceración por litro de alcohol. Dejar reposar cuatro días y tras colar la solución incorporar un poco de cerveza. Agregar un bowl con un kilo de harina por litro de mezcla y revolver hasta obtener una masa homogénea. Hacer bolitas de uno o dos centímetros de diámetro y colocar en los lugares más húmedos y oscuros del jardín. Las muestras actuarán como cebos tóxicos.
- Hacer trampas de cerveza, enterrando una latita pequeña llena hasta el tope. Las babosas caerán en el recipiente debido a que serán atraídas por el aroma a malta fermentada.