Como consecuencia de las restricciones para viajar al extranjero a causa de la pandemia de coronavirus, el turismo local ganó posicionamiento entre los argentinos, debido a la inmensa variedad de opciones que existen para todos los gustos. De norte a sur o de sur a norte, el país cuenta con rincones que merecen ser contemplados al menos una vez en la vida.
En los últimos meses, Revista Lugares desarrolló una encuesta a través de Instagram donde el público escogió los “10 pueblos más lindos del país”, entre los cuales se distinguen:
El mayor atractivo de la zona es la Quebrada de Humahuaca; no obstante, el lugar también se caracteriza por la belleza del Cerro de los Siete Colores, la plaza de artesanos, el Paseo de los Colorados, la Cuesta de Lipán y las Salinas Grandes. La oferta hotelera es por demás abundante.
Uno de los espacios más icónicos es el restaurante El Manantial del Silencio, donde el chef Sergio Latorre confecciona exquisitas recetas de cocina andina. Los platos estrella son la carne de llama, la quinoa y el amaranto.
Se la conoce como la capital arqueológica del noroeste argentino, debido a que alberga el célebre Pucará. Si bien cuenta con numerosas posadas, restaurantes y peñas folclóricas donde pasar el rato, se distingue más que nada por su tradicional Carnaval.
En la zona se puede hacer trekking con camélidos.
La localidad está repleta de atractivas casas blanqueadas con letreros en madera de cardón, donde los faroles de las calles le dan una impronta colonial. Mucha gente llega debido a la majestuosidad de los viñedos de las bodegas Isasmendi y Miraluna, donde las vides se cosechan a una altura superior a los 2.500 metros sobre el nivel del mar.
En el restaurante Viracocha es posible ordenar platos norteños con una vuelta de tuerca a las tradicionales empanadas o tamales.
Si bien la ciudad queda en Salta, se accede desde Jujuy a través de un camino de inmejorables vistas. A los 4.000 metros, en el límite con “La Linda”, comienza la bajada de cornisa. Luego de una serie de curvas, emerge el pueblo con la imagen su iglesia más antigua.
Es un pueblo peatonal con playa de estacionamiento, donde se puede trepar a pie las colinas de robles y adebules que conducen al arroyo Almbach. También es posible adentrarse en el parque Peñón del Águila, que cuenta con tirolesa, rappel y restaurantes para degustar la cocina local.
La ciudad se caracteriza por sus casas de adobe, calles de tierra y fábricas de aceite de oliva. También cuenta con tres bodegas de renombre donde se elaboran exquisitos vinos.
La mayoría de los empresarios de la zona se dedica a actividades vinculadas a la naturaleza. Entre las tiendas más recomendadas se encuentra Los Olivos, que dispone de las mejores piezas de artesanía local.
Es un pueblo de campo ubicado a 115 kilómetros de Capital Federal, que pese a la inmigración de sus jóvenes se mantiene vivo a partir del impulso y la iniciativa de numerosos emprendedores que adoran su equilibrio entre nuevo y antiguo. Es atractivo por su historia, huella gaucha y pulperías, además de sus originales hospedajes.
Aquí se localizan algunos de los plateros y sogueros más destacados del país.
Es uno de los destinos más exclusivos de la Ruta de los Siete Lagos. Renació luego de la erupción del volcán Puyehe, que cubrió el área de cenizas en 2011. Las playas amplias y claras se caracterizan por sus aguas frías y cristalinas.
Entre los paseos más populares se distingue el viaje en catamarán hasta el Bosque de Arrayanes. También se puede realizar en embarcaciones más pequeñas en horarios flexibles.
Conocida como la Capital Nacional del Mountain Bike, se destaca por su arquitectura típica de montaña y la oferta de alojamientos y actividades que posee. La temporada invernal transcurre en el cerro Chapelco, en tanto que en la estival gana protagonismo el lago Lácar. Este último se puede explorar en barco en un viaje hasta las playas de Quila Quina o en el paseo HuaHum que conduce a la cascada Chachín.
Ideal para hacer trekking en paisajes majestuosos, entre sus mayores atractivos sobresalen los cerros Chaltén y Fitz Roy. El primero fue nombrado de esta manera por la antigua población tehuelche que previamente habitaba el área de 35 años de historia, al creerque se trataba de un volcán.
Otros espacios de interés son los picos Poincenot y Torre.