La acelga se puede sembrar de varias formas según el momento del año, el clima local y la planificación del cultivo que vayamos a seguir. Se puede sembrar directamente en el suelo —en el lugar definitivo, ya sea el suelo, una maceta o una mesa de cultivo— o realizar un semillero y luego trasplantar las acelgas cuando llegue el momento y tengan el tamaño adecuado.
Por tanto, distinguiremos entre siembra directa y siembra en semillero. A continuación, se muestra cada una de ellas.
También se conoce como siembra de asiento y consiste en sembrar las semillas de la acelga directamente en el lugar que hemos destinado para el cultivo.
Lo más habitual es hacerlo en el suelo del huerto, aunque si tenemos un maceto-huerto, será una maceta del tamaño adecuado (unos 25 litros si vamos a dejar crecer la acelga o unos 3 litros si las vamos a consumir tiernas)
Para la siembra directa en el exterior, habrá que tener el terreno bien preparado para que las semillas no se pudran, logren germinar y las jóvenes acelgas encuentren todos los nutrientes que necesitarán para desarrollarse.
La siembra directa es el método que en principio nos demandará menos trabajos, puesto que no hay que trasplantar, ni regar tan a menudo como en el semillero. Pero, por otro lado, si en nuestro huerto tienden a nacer muchas hierbas adventicias, tendremos que realizar escardas hasta que las acelgas tengan el tamaño suficiente para que podamos acolchar el suelo sin riesgo de taparlas.
Una opción interesante es acolchar primero la zona, una vez preparado el terreno, y luego hacer unos pequeños huecos en el acolchado —para poder llegar a la tierra— dónde sembraremos las acelgas respetando las distancias del marco de plantación recomendado, 40 o 50 cm entre líneas y 25-30 cm entre plantas.
Otra desventaja importante de este método de siembra, es que si el clima es extremo en algunos momentos del año, tendremos que prescindir de él y utilizar la siembra en semillero. Por tanto, es válido para sembrar en climas suaves durante todo el año o en el resto de climas, pero solo en el momento adecuado del año, según los requerimientos de la acelga.
Para este tipo de siembra, se toma un recipiente que haga las veces de maceta, se llena de sustrato especialmente pensado para semilleros y se depositan las semillas en el mismo para que germinen y se desarrollen en condiciones protegidas durante el tiempo necesario.
La ventaja principal de la siembra de la acelga en semillero es que nos permite adelantar el desarrollo del cultivo, especialmente en climas fríos o demasiado cálidos. Una vez que las condiciones exteriores son adecuadas solo tendremos que trasplantar las acelgas al huerto.
El semillero nos permite sembrar cuando aún no podemos hacerlo en el exterior por que las condiciones ambientales son muy duras.
Como desventajas, la principal es que demanda un control casi diario para comprobar que las plantas están sanas y que el sustrato del semillero no se seca demasiado.
Otra desventaja es que a veces no disponemos de recipientes adecuados o de un sustrato de calidad para realizar el semillero. Podríamos utilizar cualquier recipiente y tierra del huerto, pero no sería lo ideal, aunque nos pueda sacar del apuro.
Antes de comenzar con la explicación del proceso, tenemos que aclarar que las semillas de acelga son poligérmicas, es decir, de cada una de ellas nacerán varias plantas. Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de distribuir las semillas sobre la tierra, ya que si ponemos muchas juntas tendremos que eliminar un buen número de plantas cuándo estas germinen.
Tanto si vamos a realizar la siembra en semillero como si queremos sembrarla directamente en la tierra del huerto, tenemos que seguir los siguientes pasos en relación con la manipulación de la tierra o sustrato y de las semillas.
Como ya dijimos, antes de sembrar debemos tener el terreno preparado o el sustrato, en el caso de que vayamos a hacer la siembra en maceta, mesa de cultivo o semillero.
En el caso de semillero —y que luego vayamos a trasplantar— podemos hacer los surcos a unos 5 cm de separación solamente.
Para siembra directa, dejaremos las distancias que ya dimos al principio del artículo, cuando hablamos del marco de plantación. En este caso podemos hacer pequeños hoyos en lugar de surcos, aunque es indiferente.
El surco lo podemos hacer con el dedo, un palo, bolígrafo o cualquier objeto similar.
En semillero, vamos colocando una seguida de otra a lo largo del surco, dejando una separación de unos 2 cm entre ellas.
En siembra directa, depositamos 3 semillas por golpe, es decir 3 en cada hoyo que realizamos respetando el marco. Luego dejaremos la planta más sana y vigorosa en cada hoyo y retiraremos las demás, que podemos trasplantar en otro lugar.
Si realizamos con anterioridad un test de germinación —siembra de prueba para comprobar que porcentaje de semillas germinan— sabremos con más exactitud cuantas semillas poner en cada hoyo, para que al menos una de ellas germine.
Si sospechamos que se pueda formar una costra en la superficie al regar o por efecto de la lluvia, podemos cubrir los surcos u hoyos con turba, fibra de coco, etc.
Y ahora a esperar a que germinen, controlando que se mantenga la tierra húmeda pero tampoco demasiado.
Mundo Huerto