Labores culturales de la acelga

A continuación, que labores culturales necesita el cultivo de la acelga, cómo, cuándo y por qué debes proporcionárselas para lograr un buen desarrollo, estado sanitario y una cosecha precoz

Labores culturales de la acelga

El cultivo de la acelga no demanda demasiadas labores culturales o cuidados, puesto que no es necesario instalar tutores, no necesita podas, no es muy sensible a plagas y enfermedades, y suele adaptarse bien a distintos tipos de suelo y condiciones climáticas.

No obstante, que sea un cultivo que requiera pocos cuidados no significa que debamos dejar las acelgas a su suerte, puesto que si lo hacemos es muy probable que obtengamos un pobre rendimiento.

A continuación, las labores culturales más necesarias para el cultivo de la acelga.

 

Aclareo

El aclareo es una labor imprescindible en muchos cultivos que sembramos de forma directa. El ejemplo más común lo tenemos en el cultivo de la zanahoria, en el cuál debemos eliminar una parte de las plantas para que las que quedan puedan desarrollarse mejor, al disponer de más espacio.

En el caso de la acelga, tendremos que realizar un aclareo de plantas, pero solo si hemos realizado una siembra directa en el suelo. Dejaremos una sola planta por golpe ―o por hoyo― y eliminaremos el resto.

A la hora de proceder con el aclareo, seleccionaremos en cada hoyo la planta de acelga que veamos que tiene mejor aspecto y más desarrollo. Con las demás podemos hacer dos cosas:

  • Arrancarlas con cuidado y trasplantarlas a otro lugar.

Por ejemplo, a un hoyo en el que veamos que no ha nacido ninguna.

Al tirar de las plantas, puede que causemos algunos daños en la raíz de la acelga que seleccionamos para quedarse en el hoyo, así que es mejor que pongamos la mano sobre la tierra para evitar que se mueva y vayamos dando unos pequeños tirones hasta que salga cada planta.

Esto es mejor que lo hagamos en un día nublado y que reguemos la acelga inmediatamente después de la operación. De esta forma, si se han movido sus raíces, tendrá tiempo de arraigar de nuevo antes de que salga el sol.

  • Cortarlas justo por encima del nivel del suelo y llevarlas al montón del compost, así evitaremos dañar las raíces de la que hemos seleccionado.

Aunque es algo frecuente, especialmente entre los horticultores con poca experiencia, no debe darnos lástima desechar una parte de las plantas que han nacido, puesto que esta operación irá en beneficio del cultivo y, por tanto, en nuestro beneficio.

Como ya se mencionó en el punto 1, esta labor de aclareo ―especialmente si arrancamos las plantas― es mejor hacerla en un día que haga sol o, si no es posible, al atardecer. Así evitaremos que, si alguna acelga ha quedado movida, el sol la marchite. Con el frescor de la tarde y de la noche, y el riego que daremos una vez terminado el aclareo, podrá volver a arraigar.

Si hemos sembrado la acelga en semillero sin alveolos no hará falta el aclareo, puesto que ya aprovecharemos el trasplante para seleccionar las mejores plantas. Las demás podemos dejarlas en el semillero para trasplantar más adelante o para regalar. En caso de que el semillero sea de alveolos y germine más de una planta en cada uno, sí tendremos que cortar las sobrantes.

 

Protección contra heladas

Aunque la acelga es bastante resistente al frío, las heladas pueden causarle daños importantes. Por ello, si prevemos que puedan producirse heladas, debemos proteger las acelgas con mantas térmicas, un microtúnel o, si son pequeñas, con botellas de plástico a modo de mini-invernaderos.

Esta es otra de las labores imprescindibles al inicio del cultivo de la acelga y, en general, de la mayoría de los cultivos.

Las hierbas que nacen de forma espontánea en la tierra suelen estar mucho mejor adaptadas que las hortalizas a las condiciones ambientales del lugar y crecen más deprisa que estas, por lo que, si no hacemos nada, en unas pocas semanas terminarían por ahogar a las jóvenes acelgas.

Es importante tener la tierra libre de adventicias antes de la siembra o el trasplante de las acelgas. Esto nos dará un poco de tiempo.


Podemos proceder de dos maneras:

  • Dejar el suelo desnudo y realizar escardas regulares.

No es lo más recomendable, ya que nos exige más dedicación, las necesidades de riego aumentan y se deterioran las propiedades de la capa más superficial del suelo por acción del sol.

  • Acolchar el suelo antes del trasplante.

En el momento del trasplante solo tendríamos que hacer unos pequeños huecos en el material de acolchado y plantar las acelgas en ellos. A partir de ese momento tendremos que retirar únicamente las hierbas que nazcan en pequeño hueco que quedó sin cubrir por el acolchado, y una vez que la acelga alcance un buen tamaño, la sombra que arroja ya actúa como inhibidora del crecimiento de las adventicias.

 

Mundo Huerto

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