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Alimentos orgánicos: ¿mito o realidad?

Si bien se les atribuye numerosas propiedades y beneficios, no existen fuentes científicas que avalen que sean más nutritivos que los alimentos convencionales

Alimentos orgánicos: ¿mito o realidad?

Si bien existen razones legítimas para considerar que los productos orgánicos son más nutritivos que los convencionales, no es descabellado pensar que la tendencia se basa en cuestiones de marketing. Sólo analizando las características de los alimentos en función de datos científicos, es posible determinar con eficacia qué clase de beneficios ofrece cada uno.

Las propiedades de los cultivos orgánicos son muy difíciles de especificar, debido a que la definición misma de “orgánico” a lo largo de la historia siempre se mantuvo bastante inconcluyente. Aunque se cree que la agricultura relacionada nació a la par de la tradicional, la reacción violenta en contra de los métodos conocidos, sumado al crecimiento de la consciencia acerca del peligro del uso de pesticidas químicos y el movimiento contracultural de “regreso a la tierra”, provocaron que en el último tiempo parte del público se vuelque hacia el consumo de alimentos más sostenibles y saludables.

En 1973, Oregón se convirtió en el primer estado de Norteamérica en regular aquello que podía (o no) etiquetarse como “orgánico”. En 1990, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) instituyó estándares para la certificación a nivel federal.

En términos generales, se definen como “alimentos orgánicos” a aquellos que se cultivan sin usar fertilizantes o pesticidas sintéticos, o se producen a partir de técnicas respetuosas con el entorno (rotación, compostaje o medidas biológicas de control de plagas, entre otras). Son considerados como la “opción más saludable”, no tanto por lo que contienen, sino por lo que no.

Aunque el suministro normalmente es seguro en todo el mundo, los métodos de cultivo convencionales plantean preocupaciones reales respecto a la salud. El empleo de plaguicidas sintéticos derivados del petróleo está relacionado con ciertos cánceres y trastornos neurológicos, aparte de reacciones alérgicas como la dermatitis. A lo largo de los años, se ha culpado al uso rutinario de antibióticos en el ganado por la aparición de bacterias resistentes a los mismos en la carne, mientras se cree que el empleo de lodos de aguas residuales humanas como fertilizante aumenta el riesgo de contraer salmonela y Escherichia coli.

Por otra parte, la agricultura tradicional también presenta ciertos riesgos ambientales, ya que los productos tóxicos pueden escurrirse hacia las vías fluviales locales, en tanto que las prácticas de industriales como el monocultivo, tienen potencial para degradar las propiedades de retención de humedad de la capa superficial del suelo. Esto lleva a la erosión y la desertificación.

Los métodos de cultivo orgánico minimizan estos riesgos y tienden a ser mejores para la salud. Si bien algunos estudios iniciales parecían indicar que los alimentos derivados del modelo poseían niveles moderadamente más altos de magnesio, hierro, fósforo y vitamina C, resultados científicos recientes desmitificaron dicha afirmación.

Un metaanálisis por demás innovador realizado en función a más de 300 estudios comparativos, destacó que verduras orgánicas y convencionales probablemente tienen los mismos niveles de vitaminas y minerales, con la advertencia de que las condiciones para los tipos de agricultura varían de un lugar a otro, influyendo en el contenido nutricional de los alimentos.

No obstante, los productos orgánicos suelen ser significativamente más altos en compuestos antioxidantes como antocianinas, flavonoides y carotenoides (de un 20 a 40% más). De todas formas, sus beneficios para la salud no han sido comprobados. Por el momento, se cree que dichos componentes reducen o retrasan determinados tipos de daño cerebral, en tanto que se les atribuye desde ralentizar los procesos de envejecimiento, hasta combatir el cáncer y el Alzheimer.

En un escenario donde las personas están cada vez más preocupadas por el bienestar del planeta, se prevé que el consumo de alimentos orgánicos se mantenga en alza. El problema más urgente radica en la importancia de comer frutas y verduras, independientemente de su fuente.

Los beneficios para la salud de una dieta basada en alimentos naturales son notorios. Si los cultivos convencionales se almacenan y lavan adecuadamente antes de su uso, proporcionan niveles de vitaminas y minerales comparables a los de sus pares orgánicos.

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