Un productor que esquila y que ama la vida del campo

Junto a su madre, administra el establecimiento Los Medanitos. Viven de la ganaderia, pero además crían ovejas y se sumaron a un plan provincial que busca revalorizar la lana

Un productor que esquila y que ama la vida del campo
miércoles 28 de abril de 2021

Que el trabajo en el campo es interminable, de lunes a lunes y sin horarios, se sabe. Pero para Gastón Comino, de 30 años, no hay tareas pesadas, ama lo que hace y disfruta, junto a su madre María Patricia Alcorta, de cuidar a los animales. Viven de la producción vacuna, pero les gusta más criar ovejas, una tarea que realizan en el establecimiento Los Medanitos, donde están rodeados de naturaleza, lejos del ruido de la ciudad, aunque permanecen informados de todo lo que pasa en el mundo a través de una antena wifi.

“Toda mi vida transcurrió en el campo, salvo cuando me fui a estudiar Producción Agropecuaria. Mi abuelo tenía sus hectáreas a la par de este campo, pero no llegué a conocerlo, dicen que tenía muchas ovejas, cerca de 700”, cuenta Comino, y supone que “de ahí quedó un legado trazado por el cariño a la crianza y el trabajo con ellas. Hace cuatro años tuvimos la chance de presentar un proyecto para mejorar la genética a través de la Secretaría de Agricultura Familiar. A mí me gusta mucho la raza Pampinta, ya teníamos un poco. Además quería reconstruir los corrales y siempre me llamaba la atención el tema de la esquila”, reconoce.Sentado junto a María en un pequeño espacio frente a la casa, Gastón retrocede en su vida para contar algunos detalles. Su mamá casi no se anima a hablar, pero algo dice y acompaña y observa. Aparecen en la escena algunas gallinas, unas pavitas y los perros que cuidan el campo. Se respira aire limpio. Solo falta el mate, pero no se puede.

De sol a sol. Beneficiado por la Ley Ovina, el productor ahora podrá reconstruir los corrales y mejorar la genética de sus animales.

“Al proyecto lo armamos con mi amigo Pablo Civalero, que es formulador”, dice, y sigue: “Lo presentamos y lo aprobaron. Armar todo lleva su tiempo, las placas son pesadas, pero estoy trabajando en eso y en las tareas que conlleva tener un campo”, afirma el productor, que hace todo solo, de sol a sol.

“Con respecto a la esquila, no hay máquinas en San Luis, es una necesidad que tenemos los productores. Yo tengo una, pero es muy difícil encontrar los repuestos y tampoco hay servicio técnico si se me llega a romper. Hace tres años empecé a hacer andar la máquina a prueba y error, no la tengo clara, pero por ahora funciona bastante bien”, dice mientras la limpia y se prepara para la tarea.

"La temporada de esquila arranca en primavera, el proyecto tendrá un gran impacto en la economía regional”, dijo Gastón Comino, productor.

“Al principio solo esquilaba mis ovejas, después seguí con las de un vecino; el segundo año aumenté la cantidad un poquito más y ahora hicimos 300 ovejas de la zona entre mías, que son 60, y de  gente de Eleodoro Lobos y Naschel”.

Antes, la lana que los esquiladores les quitaban a las ovejas era descartada, quemada, enterrada o la entregaban como parte de pago a un valor muy bajo. Pero este año el INTA elaboró un proyecto, que aprobó la Unidad Ejecutora Provincial (UEP) a través de un artículo especial de la Ley Ovina, con el que buscan revalorizar el producto. Quieren que los vellones pasen por un proceso en el que se le quite lo que no sirve y quede depositado en un espacio ideado para el acopio y la posterior comercialización.

La UEP, que está presidida por Juan Manuel Celi Preti y en la que participan el INTA, Senasa, la Subsecretaría de Agricultura Familiar y los representantes de productores de la provincia, se encarga de articular proyectos provinciales para que productores de caprinos y ovinos de San Luis puedan acceder a fondos que les permitan crecer y mejorar su tarea diaria y sus rindes.

“Este proyecto tendrá un gran impacto en la economía cuando empecemos la temporada, porque beneficiará a toda la cadena productiva. Jorge Reynals, del INTA, fue quien arrancó con el proyecto luego de escuchar la inquietud de todos los productores. Hoy por hoy la lana es un problema, al que le gustan las ovejas esquila por un tema reproductivo y por el bienestar animal. Pero incluso hay gente que no esquila porque representa un gasto extra”, explica Comino, y continúa: “La lana actualmente no es redituable. Por ejemplo un barraquero de la zona está pagando 15 pesos el kilo y a una oveja, como mucho, le sacamos cuatro kilos. Son 45 pesos en total, y por esquilarlas no te cobran menos de 300, entonces si la vendés, ni siquiera te sirve para cubrir los gastos”.

El mercado ovino en San Luis está más orientado a criar razas carniceras, no de obtención de lana, “por eso siempre va a ser un subproducto, pero hay que buscar la manera de que no se pierda”, afirma Gastón, y asegura que dentro de la iniciativa se abre la posibilidad de pensar en que le hagan las pruebas de calidad a la fibra y vayan mejorando la producción. “Con respecto al centro de acopio, que está ubicado en Villa Mercedes, puede que tampoco se llegue a cubrir el gasto, porque no hay precios establecidos; pero por lo menos no se va a tirar o quemar como se hace en muchos establecimientos. Eso repercute en el medio ambiente de manera directa y la iniciativa del Gobierno provincial es una buena propuesta para reutilizar la lana”, dice Comino.

Contar con un centro de acopio “es una buena alternativa para que la lana sea más rentable. Cuando comience la época de esquila, si se logra articular va a funcionar como una cadena entre los productores, los esquiladores y el centro de acopio, tengo toda la fe del mundo de que va a funcionar”, expresa.

 

La selección en la esquila

Antes de que la producción llegue al centro de acopio, hay que realizar una selección básica, asegura el productor. “La selección no es intensa, se hace en general, para que no reciban el producto en bruto. Este procedimiento tiene que hacerse en el momento de la esquila, una vez que se termina, se junta la lana y no se clasifica de nuevo, lo que se descarta ya no sirve más", asevera Gastón, y afirma que aún no han hablado de los costos de traslado hasta Villa Mercedes, pero adelantó que la dinámica de las tareas se va a definir a medida que vayan trabajando, ya que la próxima campaña de esquila inicia en primavera. "Los productores que tienen bastantes ovejas podrán aprender o capacitar a gente para que haga esta selección. No es un trabajo difícil, se aprende rápido, pero hay que saber hacerlo", afirma.

Cuando el esquilador comienza su tarea, "la lana que primero se descarta es la de la parte de la barriga, la de la cola y la de las patas, que es la que más se ensucia. A partir de ahí una persona agarra el vellón y lo estira sobre una mesa, que tiene la forma de un elástico de hierro, como el de una cama, y las partículas finas de suciedad comienzan a desprenderse. El clasificador tiene que abrir el vellón y revisar, por ejemplo, que no haya palos enredados", explica Comino.

Gastón Comino asegura que hay que capacitarse para manejar la máquina para esquilar y hacer la clasificación de la lana. "La idea es capacitar personal de los dos grupos ovinos más importantes que hay en la provincia: uno es el Grupo San Luis y el otro se llama Pequeños Rumiantes del Conlara. En el centro de acopio hay esquiladoras que van a salir a campo también, y van a tener que hacer los dos procesos: el manejo de la máquina y la clasificación", indica, y opina que empezar a juntar un buen volumen de lana les servirá para sacar un mejor precio cuando se venda.

"En San Luis somos más productores carniceros, la lana es un subproducto, somos conscientes de que las nuestras no son de buena calidad, pero hay que dejar de desecharlas. En el sur argentino la actividad principal es la lana. No pretendemos un buen precio, pero tampoco hay que despreciarla. Si seguimos llevándole la lana al barraquero, nos van a manejar los valores; si le llevamos una mejor lana ya podemos pelear un poco más el precio", opina, y aclara que se le dice barraquero a quien antiguamente compraba los cueros vacunos, de chivo, de cordero y la lana. Cabe aclarar que en la actualidad son muy pocos.

 

El proyecto Los Medanitos

Gastón Comino tiene en el establecimiento Los Medanitos alrededor de 60 ovejas de raza Pampinta. "Hace tres años que tengo toda la majada caravaneada, esto me permite llevar un seguimiento del campo y ser más eficiente en la producción de corderos", indica.

La producción principal del proyecto familiar es más ganadera y predomina la raza Hereford, "pero siempre me gustaron las ovejas. Para vivir solamente de ellas hay que tener un gran número y no sé si tenemos las herramientas para manejar un establecimiento netamente ovino, porque se dificulta la comercialización de la carne, la gente de San Luis, y del país en general, no la consume mucho. Es una carne muy noble. La asocian solamente con el asado y se pueden hacer milanesas, estofados y otros platos ricos", explica, y agrega que producir ovejas representa solo un aporte más a la economía del hogar.

"Contamos con un campo relativamente chico. Hacemos un poco de todo porque si nos dedicamos solo a una actividad, no llegamos a los objetivos que tenemos. Entonces sembramos maíz para el consumo de los animales y pasturas, como avena o centeno, en el invierno. En el verano ponemos maíz y si viene bien, lo trillamos para consumo; y si no, lo usamos para forraje. Además tenemos sorgo", afirma Comino, mientras señala un sector del predio en el que hay que cosechar el cereal.

"La ganadería va de la mano con la cría de ovejas; chanchos tengo pocos, solo para consumo y porque me gusta consumir en invierno, hacer salames. Si tengo que elegir, prefiero las ovejas porque son más nobles", asegura el productor, que vive solo con su madre, aunque ambos coinciden en que nunca están solos, porque siempre reciben la visita de amigos o de algún familiar que se queda con ellos durante unos días.

Doña María y Gastón son agradables. Enseguida invitan a compartir un almuerzo. Ella tiene fama de ser una gran cocinera y lo confirma unos minutos más tarde con unos ravioles y una carne asada al horno. "No invito el mate, pero porque no se puede", dice apenas la mujer, que no quiere interrumpir la charla con su hijo, pero que participa de todas maneras porque es extrovertida. "Soy de La Toma y tengo 66 años. Me casé hace 31 años con Antonio Comino. En este lugar nacieron mis dos hijos, Gastón y Patricia, ella es maestra jardinera, vive en Juan Llerena y me dio dos nietos: Antonio de 7 años y Juan Pablo de 3", dice la abuela orgullosa, el único bocado que mete en la charla.

"Mi viejo vivió toda la vida acá, aprendí mucho de él. No tenemos domingos, ni feriados, ni horarios, todos los días hay cosas para hacer.  Hay días en que llueve y te sentás a tomar mate, pero son muchas responsabilidades y arrancás de nuevo a las 6 de la mañana, a veces son las 10 de la noche y seguís laburando", dice Gastón, y su mamá concluye con firmeza: "Tenemos la misión de cuidar lo que nos han dejado".

 

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