La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destaca que la menor superficie sembrada respecto al año anterior a causa del déficit de humedad y una caída del costo en dólares por hectárea redunda en una menor necesidad de financiamiento para siembra, pulverización e insumos en la nueva campaña.
Federico Di Yenno, Alberto Lugones y Emilce Terre (especialistas de la BCR) estimaron la inversión total necesaria para la siembra, pulverización y los insumos requeridos para las hectáreas que se destinaron a los principales seis cultivos (soja, maíz, trigo, cebada, girasol y sorgo) para las campañas entre la 2016/17 y 2020/21. Cabe señalar que esta metodología se focaliza puntualmente en las erogaciones que se deben efectuar de manera previa a la cosecha, por lo que no considera costos de comercialización.
Además, la necesidad de inversión se calculó en base a la superficie sembrada de cada cultivo, por lo que no releva aquellos casos donde la compra de insumos se realizó, pero no pudo aplicarse por la causa que sea, incluidos déficits o excesos de humedad en el suelo. En base a los resultados alcanzados, desde la BCR calcularon la participación relativa de cada grano dentro de dichas erogaciones y se estimó la inversión promedio en U$S/ha que han tenido que afrontar los productores y sociedades agrícolas en este nuevo ciclo.
Del análisis surge que la estimación de los costos de la siembra de la campaña 2020/21 se encuentra a menos de 500 millones de dólares del registro del 2016/17, ubicándose próximo a los 10.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, este valor es un 14% menor a lo presenciado en la campaña previa: "Los fundamentos que llevan a que la inversión total para la siembra se haya encontrado por debajo del ciclo pasado son la leve caída de la superficie sembrada, condicionada por la falta de humedad en el suelo, y la merma en las necesidades de inversión de US$/ha promedio, guarismos que presentaron variaciones interanuales de -2,2% y -11,9%, respectivamente", señalan.
Los principales beneficios de costos se dieron para la siembra de trigo y para la soja de primera, con valores en dólares que cayeron un 16,2% y un 14%, respectivamente. Además, los únicos aumentos fueron para la cebada cervecera, forrajera y el girasol de Buenos Aires y La Pampa. En otras palabras, los granos que tuvieron caídas en sus costos representan 93% del territorio total sembrado, mientras que el 7% restante exhibió incrementos.
Analizando la evolución histórica de los costos de siembra, pulverización e insumos se puede afirmar que los montos totales invertidos se mantuvieron prácticamente constantes entre la campaña 2016/17 hasta la 2018/19 donde la variación entre el mínimo y el máximo registro, campañas 2017/18 y 2018/19 respectivamente, fue de 150 millones de dólares.
Esto supone una baja variación, dado que los montos absolutos de estas campañas superaron los 10.000 millones de dólares estadounidenses y dicha variación representa un movimiento de 1,4% en términos relativos. Por el contrario, el monto invertido para la producción en la campaña 2019/20 supuso el máximo desembolso del último lustro, cuando la inversión estimada ascendió a 11.600 millones de dólares, 10% por encima del máximo anterior.
En la campaña 2020/21 este monto sufrió una merma estimada del 14%, a un valor aproximado de 10.000 millones de dólares ante la caída en la superficie sembrada por el faltante de humedad en el suelo, por un lado, y el menor valor en dólares de los insumos y servicios relevados, por el otro.
Dentro de la evolución de la inversión absoluta en la siembra, pulverización e insumos, juegan un papel muy relevante los costos de estos rubros, junto con la evolución de la superficie total a la que se dedicará esta inversión: "La caída en el territorio sembrado en la campaña 2017/18 actuó de contrapeso ante el incremento de los costos, lo que permitió que dicho incremento no se vea reflejado en un aumento total de la inversión", explican.
Por otra parte, el aumento de casi 1,5 millones de hectáreas sembradas entre los ciclos 2017/18 y 2018/19, no se tradujo en un incremento tan grande en las necesidades de inversión por la caída del costo promedio en dólares por hectárea.
Finalmente, a diferencia de lo sucedido en los ciclos anteriores, en las últimas dos campañas la siembra y los costos se han movido en similar dirección generando mayores movimientos, primero al alza (en la campaña 2019/20) y luego a la baja (2020/21).
En otro orden de factores que influyeron sobre la inversión nacional necesaria para la siembra se encuentran las variaciones en las hectáreas sembradas de cada cultivo. El desenvolvimiento de los últimos años muestra importantes modificaciones en las decisiones productivas.
Uno de los principales puntos a destacar es la caída en la superficie sembrada de soja, pasando de 20,5 millones de hectáreas en la campaña 2015/16 a 16,9 millones en la campaña 2020/21. Incluso, dentro de esta caída, se da una variación muy importante en la participación relativa de la soja de primera y de segunda: "La soja de segunda ganó un terreno muy significativo de la mano del crecimiento en las siembras de cereales de invierno, aumentando la superficie casi un 40% desde el inicio del período considerado".
Lo que antes era un 80% de soja de primera y un 20% de soja de segunda, hoy se encuentra próximo a un 70% y 30% respectivamente: "Esta modificación impacta considerablemente en el global de los costos, puesto que la inversión por hectárea de la soja de segunda es un 24% menor que la soja de primera".
Otras variaciones de superficies que influyeron sobre la inversión nacional, fueron los aumentos en el área sembrada de maíz y de trigo. En este sentido, el aumento de superficie de casi el 40% para el primero y del 60% para el segundo implican incrementos relativos en los costos de siembra, puesto que ambos cultivos poseen requerimientos de inversión superiores a los de la soja: "Todo esto resulta en una menor participación de la soja dentro de los costos nacionales de siembra y un incremento del maíz y del trigo".
El resto de los granos presentan variaciones leves. No obstante, cabe destacar las mermas en la participación de los costos del girasol, que pasó de representar el 5% del gasto nacional a representar el 3,5%. Por otra parte, la cebada representa el 5% del costo total y el sorgo, debido al aumento productivo que estimó en el último informe mensual del Ministerio de Agricultura, morigeró la caída que estaba presentando su participación, la que sería el 1,8% del costo total.
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