El mejor invento del mundo es una receta argentina: el alfajor. Esta delicia es una tradición hace más de 150 años en nuestro país. Sin embargo, su origen viene desde hace mucho más tiempo, desde que los árabes preparaban una pasta de almendras, nueces y miel. Esa fue la variante que llegó a nuestro continente, luego de haberse introducido en la España de principios del siglo VIII.
En este período intercultural, se dio la mezcla de costumbres y tradiciones, como también la infiltración de recetas tradicionales. Así, para finales del siglo XVIII, en el territorio español comenzaron a fabricarse dulces de oblea o masa redonda. Eso fue lo que llegó en los tiempos de la conquista española. Este tipo de recetas comenzaron a divulgarse por distintas regiones del continente americano y comenzaron a tener sus propias adaptaciones.
Por ejemplo, en México, un alfajor es un dulce a base de azúcar, coco y leche. Mientras que en Venezuela, Nicaragua y Honduras, es una pasta elaborada de jengibre, piña y harina de maíz o de yuca. Y en Argentina, podemos encontrar un sinfín de variedades, ya que en cada región utilizan una receta particular que distingue a cada provincia.
Este es el alfajor modelo o más tradicional. Si bien puede ser casero, es el típico alfajor que se comercializa en cualquier kiosco bajo el nombre de diferentes marcas. Suelen estar rellenos de dulce de leche con una cobertura de chocolate negro, aunque hay infinidad de variantes, la realidad es que es el significante por excelencia de la palabra 'alfajor'.
Es el que más sobresale de todos los tipos de alfajores, porque su receta es especial y diferente. Pero a la vez, única y deliciosa. Es una receta que se volvió tradición y representa a la provincia de Santa Fe en todo el país. Los ingredientes básicos son: galletas de masa tostada rellenas con dulce de leche y bañadas en glacé de azúcar. Y tiene el aspecto de ser como un pequeño rogel, pero no lo es.
La elaboración de los típicos alfajores santafesinos comenzó en 1851 en un local ubicado a pocos metros del Cabildo. Su dueño se llamaba Hermenegildo Zuviría a quien apodaban “Merengo”. El sobrenombre dio origen a una marca que se consigue hasta estos días en los comercios que venden alfajores en la Ciudad de Santa Fe.
Todo alfajor tiene su magia y nunca puede faltarle un relleno especial: una capa de chocolate o glasé, o de lo que más te guste. El alfajor cordobés es comercializado por muchas empresas, ya que esta es la receta elegida por todos los turistas como presente de viaje. Entre las principales productoras se encuentran La Quinta, El Rosario, Chammas, entre otras. En la mayoría de las fábricas, se realizan visitas didácticas dedicadas a grupos estudiantiles o visitantes independientes, y es por eso que el alfajor se volvió mucho más que una simple receta. Se convirtió en un estilo de vida, una fuente de trabajo y un atractivo turístico clave.
La diferencia con las otras versiones argentinas, es que el alfajor cordobés tiene una masa un poco más blanda, blanca y siempre se baña con glaseado. Además, los rellenos suelen ser frutales y de mermeladas de frutos regionales. No por nada e Córdoba, cada año, se celebra la Fiesta Nacional del Alfajor.
Una de las características particulares de los alfajores mendocinos es que la masa tiene nuez, por lo tanto, combina perfecto con el dulce de leche. Estos alfajores son una delicia, y la provincia del vino y el sol se convirtió en protagonista con las empresas que hicieron crecer estas recetas particulares. Entre las productoras de alfajores mendocinos más conocidas, están Chocolezza y Entre Dos. Las dos ganaron premios y reconocimientos por las delicias que comercializan.
En lo que respecta a la creatividad, la gula y la cocina, somos los campeones. Por eso, cada provincia tiene su receta particular en una suerte de concurso implícito a ver quién cocina el mejor manjar. En Corrientes se suman a la competencia, cocinando alfajores hechos a partir de un ingrediente típico de la zona: la mandioca. En la ciudad de Paso de los Libres, provincia de Corrientes, comenzaron a realizar alfajores a base de mandioca y con dulces regionales como relleno. Son la versión más sana y casera de todas. Sin aditivos, nutritivos y sabrosos como ellos solos, los alfajores correntinos llegaron para quedarse.
Es la delicia tucumana ideal para llevar como recuerdo a familiares o amigos. Este tipo de alfajor, propio de la región norte del país, deleita a todos aquellos que lo prueban con su característico sabor a miel de caña. Se preparan con miel de azúcar de caña y sus tapitas tienen que ser bien finas, no pueden estar doradas y deben quedar tiernas. "Las claritas", como algunos lo llaman, pueden estar rellenas de dulce de leche, membrillo o merengue.
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