Poco a poco, y pese a la intriga que aún se mantiene respecto de la Ley Nacional de Biocombustibles, la agenda ambiental argentina se hace más y más grande con actores de todos los ámbitos. Por el lado público, a fines de 2020 se sancionó en nuestro país la Ley Yolanda que obliga a los trabajadores públicos a recibir capacitaciones en el cuidado ambiental y el desarrollo sostenible, y luego fue el turno en la Cámara de Diputados de la Nación del proyecto de Máximo Kirchner para modificar la vieja Ley de Manejo del Fuego, que endurece las penas por cometer tales delitos ambientales.
Pero previo a ello, la Argentina suscribió en manos del ex presidente Mauricio Macri al “Acuerdo de París”, el primer tratado universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, que fue firmado por los países integrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la Conferencia sobre el Clima de París (COP21) en diciembre de 2015.
En este sentido, desde empresas, instituciones y entidades se han duplicado los esfuerzos para cumplir con las metas ambientales, aunque lamentablemente al momento, y según indica el último informe de la ONU sobre Cambio Climático, “si bien la mayoría de las naciones han mostrado su intención de reducir las emisiones, su impacto combinado las coloca en el camino de lograr solo una reducción del 1% para 2030 en comparación con los niveles de 2010“.
Son innumerables los esfuerzos que se han realizado y se siguen haciendo en este sentido, como se puede mencionar la creación de la primera plataforma para medir tu huella de carbono e invertir para ser neutro en América Latina, el descubrimiento de una súper alga marina que elimina el 99,9% del metano emitido por las vacas, la disposición de los aeroaplicadores para combatir los incendios en Santa Fe, o el reciente trabajo elaborado en conjunto por el INTA, INTI y Argentrigo sobre la Huella de Carbono de la cadena de trigo.
Ahora, la empresa noruega Yara logró demostrar que con un manejo eficiente de la nutrición se puede reducir en un tercio la Huella de Carbono proveniente de la fertilización.
El estudio consistió en comparar el manejo tradicional de fertilización versus la aplicación del programa nutricional de CerealPlus (fertilizantes eficientes, balanceados en nutrientes y recomendados estratégicamente a través de herramientas de agricultura de precisión), es decir con más tecnología previa para el análisis y posterior, en cuanto a los componentes propiamente aplicados
El manejo tradicional comprende Fosfato Diamónico (DAP) y UREA, mientras que el segundo es una solución de CerealPlus, YaraMila, Nitrocomplex ZAR y YaraBela Nitrodoble.
Los resultados obtenidos se pueden ver en el siguiente gráfico:
Para Josefina Omaña, Coordinadora de Marketing de Yara “generar más información sobre la Huella de Carbono en los fertilizantes ayuda al productor a tomar mejores decisiones, ayudando a minimizar el impacto ambiental en la producción agropecuaria”.
En tanto Gustavo Elías, Coordinador Agronómico de la firma agregó que “a campo, las reducciones se explican principalmente, por producir más kilos de cereal por cada kilo de nitrógeno aplicado. Además, la reacción química de nuestros fertilizantes en el suelo, reduce las emisiones de óxido nitroso, dióxido de carbono y amoníaco para las condiciones de producción locales”.
Infocampo