Esto se ve ejemplificado en el impacto del cambio climático, la gripe porcina, la llegada del coronavirus a China y demás sucesos que van transformando a la industria alimenticia y sobre todo a la ganadería, en foco de atención.
Ahora bien, es cierto que la ganadería tiene muchos desafíos por delante que todavía no están resueltos, pero también es cierto que, ante la creciente demanda de proteínas animal del mundo, Argentina y el resto de los países que cuenten con los recursos, deberán aumentar la producción de carne vacuna y allí es donde podemos visualizar un concepto fundamental. La ganadería puede ser protagonista en la transición hacia la sostenibilidad.
La bioeconomía tiene la llave. Citando a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura): “La bioeconomía es la producción, utilización y conservación de los recursos biológicos, incluidos los conocimientos relacionados, la ciencia, la tecnología y la innovación, para proporcionarle información, productos, procesos y servicios a todos los sectores económicos, con el objetivo de avanzar hacia una economía sostenible”. En simples palabras, produce recursos biológicos renovables para fines industriales asegurando la protección del medio ambiente.
En la cadena de ganados y carnes, estos conceptos se integran a un círculo virtuoso de economía circular que genera un aprovechamiento integral del todo y de esta manera lo que antes eran desechos hoy se convierte en subproductos que agregan valor. El siguiente gráfico, realizado por Conecar, ilustra a modo de ejemplo el funcionamiento de la Economía Circular:
La ganadería entonces, puede desarrollar un papel fundamental en el bienestar del planeta, pero para lograrlo hay que tener en cuenta que es necesario investigar, desarrollar nuevas tecnologías, generar procesos de innovación y todo esto necesita conocimientos e inversiones, por éste motivo, es de vital importancia la vinculación entre lo público, lo privado, lo académico y lo científico en pos de lograr los objetivos, en resumen, que todos trabajemos en la misma dirección.
La nueva manera de hacer las cosas debe tener como meta principal optimizar recursos para que la intensificación no afecte al equilibrio medio ambiental de nuestro planeta. Este proceso que está en constante evolución demandará mucho en profesionales y servicios y promoverá el desarrollo territorial y la activación de la economía de nuestro país.
Es de suma importancia que las empresas comprendan que los resultados tal vez no sean inmediatos y que los cambios son una mirada al futuro, todavía hay que expandir la educación en materia de bioeconomía, reducir costos estructurales, financiar la innovación, abordar las necesidades de la población, etc, pero sin duda hay seguir trabajando en ésta revolución de valor. Con la premisa que no solo debemos preservar los recursos para las generaciones venideras, sino que debemos mejorarlos.
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