Economía Agraria / Desarrollo Emprendedor

Emprendimientos agroalimentarios con historias inspiradoras

La cofundadora de Red de Mujeres Rurales Argentinas, Vanesa Padullés; y los socios Cecilia Salas y Patricio Bameule, de Natural Foods, compartieron algunas claves a la hora de emprender

Emprendimientos agroalimentarios con historias inspiradoras
miércoles 26 de mayo de 2021

Para hacer más visible la vida y el rol de las empresas familiares en el interior del país, en el Congreso Maizar 2021 tuvo lugar el panel “Sembrando valores”, en el que compartieron sus historias la emprendedora y cofundadora de la Red de Mujeres Rurales Argentinas, Vanesa Padullés, y el matrimonio de Cecilia Salas y Patricio Bameule, socios de Alimentos Naturales/Natural Foods, una pyme dueña de la marca de miel y salsas Aleluya. El encuentro fue moderado por Ana Pico, directora ejecutiva de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

“La motivación es que las historias de los panelistas puedan servir de inspiración y para recargar energías en estos tiempos difíciles”, dijo Ana Pico, y recordó que ACDE –que el próximo junio realizará el congreso “Hacia un capitalismo más humano”– tiene como misión “acompañar a los dirigentes de empresa a vivir de manera coherente su vocación emprendedora y su fe cristiana”, y transformar la cultura empresarial en la Argentina.

 

Terruño, cooperación y entramado social

Vanesa Padullés estudió administración y agronegocios, trabajó en empresas vinculadas al cooperativismo, es referente de Coninagro y vive con su marido (el dirigente Carlos Garetto) y sus dos hijos en las afueras de Leones, al sudeste de Córdoba. “Mi marido y yo somos oriundos de aquí”, dijo, y contó que después de haber trabajado en otras partes del país y el exterior, un día en San Pablo “la cabeza hizo click”, y pensó en volver al terruño. “Amé mi vida en la niñez y en la adolescencia, y hay cosas que en estas ciudades del interior nunca cambiaron; están nuestros afectos, nuestros amigos de la infancia, y la posibilidad de dar a los niños un poco más de libertades, de aire, de juegos, y contagiarles esta pasión de sus padres por el campo. Que ellos después elijan ser quienes quieran ser, pero quisiera que aprendan a amar este lugar como nosotros”, sostuvo.

Para la dirigente, el crecimiento y la consolidación de la localidad se debe a la suma de voluntades de las instituciones, las fuerzas vivas, los bomberos, la iglesia y las cooperadoras de las escuelas. “Vivimos en localidades pequeñas con un entramado social fuerte constituido por las pequeñas voluntades de las personas; es mucho más notorio acá que en una gran ciudad”, describió. “Somos cooperativistas de toda la vida, nuestros abuelos fueron fundadores de la cooperativa agropecuaria, y cooperar continuamente hace que se vuelva una filosofía de vida”, añadió.

Parte de esa filosofía es tratar de “tener todas las comodidades posibles, no solo por nosotros, también por los demás. Acá los campos son pequeños, están cercanos, tratamos de que todos tengan internet”. También destacó la importancia de los caminos, y dijo que en Córdoba están bien por la voluntad de los productores, que forman consorcios camineros, “porque los hijos de las familias que viven en nuestros campos deben tener el mismo derecho que alguien que vive en la ciudad o en los pueblos”.

 

Campo y necesidad de conectarse

“Nos daba mucho asombro cuando escuchábamos en plena pandemia a gente de la ciudad que decía que descubrió el ‘ir a desconectar al campo’… ¡Si supieran lo necesaria que es la conectividad acá! Podrá haber paz, naturaleza, pero la conectividad, tanto física como tecnológica y humana, es muy importante, y la pandemia dejó esto más de manifiesto; de hecho, para los chicos era la única forma de estudiar”.

Padullés contó que hacen agricultura y también ganadería, que en la Pampa Húmeda se está dejando de lado. “Lo hacemos por negocio, por pasión, y también porque nos permite tener los campos con gente viviendo, con empleados. La ganadería es la mayor fuente de mano de obra directa en el campo; seguimos la tradición familiar, a veces, a pesar de los pesares, tratando de que sea sostenible”.

 

Sostenibilidad, tradición y educación

La cooperativista contó que valoran muchísimo el cuidado de la tierra, tanto propia como arrendada: “Utilizamos buenas prácticas agrícolas; plantamos árboles de los que quizás nunca disfrutemos la sombra, pero pensamos en cuando los chicos y las generaciones futuras vean esos árboles renovados”. En cuanto a la vida comunitaria, contó que en Leones se realiza la Fiesta Nacional del Trigo desde hace 70 años, “una fiesta que hacemos entre todos, y son los hechos que a los pueblos les dan vida”.

En cuanto a la educación, Padullés cree que “es lo que va a ayudar a construir el país que soñamos”, y que hay que federalizarla. “Necesitamos que los contenidos que se generan lleguen al interior para la gente que no puede viajar y salir, por eso hago mucho hincapié en tratar de trabajar con los terciarios, con las escuelas secundarias de aquí e ir trasladando y encendiendo luces, porque cuantas más luces haya encendidas, más iluminado va a estar el mundo de todos”, indicó.

 

Equilibrar lo laboral y lo familiar

Patricio Bameule y Cecilia Salas hicieron un recorrido distinto y se focalizaron en contar el aspecto más personal, familiar y laboral de su vida desde que se trasladaron a vivir a Tandil para hacerse cargo de Alimentos Naturales. “Lo nuestro no se parece mucho a querer volver a las raíces o tratar de insertarnos en el campo; estaba más asociado a poder darle otro giro al equilibrio matrimonial, a encontrar la vocación balanceada de trabajo y familia”, detalló Patricio Bameule. La familia que había fundado la empresa en 1987 había decidido dejar el negocio, y eso se complementó con lo que buscaban ellos. “Volver a encontrar una vida familiar armoniosa, donde los dos pudiéramos transmitir que somos un equipo, como un engranaje que hace a la complementariedad tanto del matrimonio como de la etapa inicial de la familia”, explicó Bameule. Cecilia Salas recordó que, cuando se instalaron en Tandil, el mayor de sus tres hijos estaba en 4° grado de la primaria: “El ámbito en el que nos movimos fue ideal en la formación de los chicos”.

 

Cooperación y resiliencia

Bameule dijo que él, en lo personal, tenía una cuenta pendiente. “Habíamos vivido con Cecilia mucho tiempo fuera del país, entre 5 y 6 años, y queríamos volver, volver a agregarle valor a esa etapa y tener un presente más equilibrado en cuanto a las funciones. Creo que, en ese sentido, hemos tenido la bendición de poder tener la familia con los dos presentes y con una carga relativamente distinta y activa sobre los resultados de un emprendimiento económico positivo”, señaló.

Cecilia Salas contó que este es el sexto año desde que se instalaron en Tandil, que no es como Leones, si bien es una ciudad chica. “Hace tres años, con los chicos ya más grandes, empecé a trabajar yo también desde un área administrativa, manejando un poco la empresa y un poco la casa”, aseguró. Pero ese equilibrio se complicó el año pasado, con la pandemia, y tuvo que volver a la casa con poca conectividad, mientras los tres chicos también debían conectarse a la escuela. Unos meses después, decidió volver físicamente a la empresa. “Ya estábamos organizados para poder cumplir con todos los protocolos, pero también había gente que no podía ir por distintas razones, entonces había que cubrir puestos en la línea, en distintos horarios, y ese tipo de cosas en las que también había que estar”, señaló.

Bameule contó que la empresa nunca paró, porque los alimentos son de primera necesidad y pudieron anticipar medidas de mitigación del riesgo de contagio con distanciamiento, dividiendo equipos y usando los elementos de cuidado, como máscaras y demás, con muchísima anticipación.

“Seguimos en la pandemia no solo por nosotros, sino por todas esas familias que dependen de la empresa; teníamos que seguir dando todo lo que podíamos, sortear todos los obstáculos, sobre todo en la primera etapa, cuando hubo un encierro estricto. Hubo etapas en las que, de golpe, se contagiaban tres, que para la empresa, que tiene 18 empleados, es un número enorme, y había que reemplazarlos”, contó, en un ejemplo de cooperación familiar.

“Fueron más difíciles de sobrellevar los efectos de las empresas que nos proveen los insumos: más o menos el 80% en algún momento nos dejó de entregar algo, y salíamos corriendo, buscando transporte alternativo. Son todas cuestiones que nos dieron una resiliencia que me parece comparto con todo el equipo, no solo con Ceci”, agradeció Bameule. “Creo que sumamos espesor de piel y seguimos adelante porque no había manera, queremos pagar las cuentas con nuestro trabajo. Tratamos de no parar la rueda, que es lo que nos permite subsistir. Me parece fundamental el apoyo de todo el equipo, del sentido común de las personas. Valoro el compromiso que nos permitió continuar con nuestro trabajo, con la familia y con la empresa”, concluyó.

 

MAIZAR

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