Si bien suele ser un poco incómoda a la hora de “pelar”, la cubierta dura y puntiaguda del ananá sirve para proteger la textura y el sabor de esta fruta dulce y jugosa, de color amarillo brillante, tan popular en los días de verano. Sus notas en el paladar varían enormemente en función de su período de maduración. En este sentido, las piñas poco desarrolladas suelen ser agrias y leñosas, mientras que es probable que las más longevas pierdan su gusto característico.
Existen diversas estrategias al momento de descubrir si un ananá está listo para comer. Las más conocidas son:
Verificar que la cáscara de la piña sea de un color amarillo claro o medio. Si se encuentra algo verde no hay problema, aunque se deben evitar las variedades que exhiban una tonalidad completamente oscura.
La base del ananá permitirá conocer si la fruta está lista o no para comer.
Si al apretar la piña la misma se siente firme, aunque cede ligeramente, quiere decir que está madura. En caso de que la fruta se encuentre dura como una roca, todavía requerirá de un tiempo extra para desarrollarse.
Visualizando la punta verde puntiaguda del ananá, también conocida como fronda, es posible saber si la fruta está madura. Para esto, será necesario tirar suavemente de las hojas. En caso de que estén flojas o se desprendan, la piña estará lista para consumir.
Si bien es mejor que el follaje luzca verde y saludable, un par de hojas secas no deberían marcar la diferencia.
Si al oler la piña exhibe un aroma afrutado y dulce, quiere decir que está madura. Si no despide olor, puede que aún necesite un tiempo más para desarrollarse por completo.
Si el ananá huele ligeramente avinagrado, la fruta podría estar demasiado madura. Vale remarcar que dicho aroma se produce como consecuencia de la fermentación de los azúcares naturales de la fruta.
Las piñas relativamente pesadas suelen ser mucho más dulces y jugosas que las que son ligeras.
Una vez que se recoge la piña, no tenderá a madurar ni a volverse más dulce. No obstante, es posible ablandarla siguiendo los siguientes trucos:
- Guardar la fruta boca abajo durante un par de días, a fin de filtrar los azúcares naturales que contiene en su parte inferior.
- Almacenar el ananá con bananas y otras frutas que desprendan etileno, un gas natural que acelera su proceso de desarrollo.
Debido a que la piña poco madura no es ni dulce ni jugosa, conviene marinarla o cocinarla con otros azúcares, a fin de que se ablande y se endulce. En caso de que esté demasiado desarrollada, puede congelarse en el freezer para preparar licuados y salsas.