La aplicación de fitosanitarios permite controlar diversas plagas como insectos, malezas y enfermedades. El método a través del cual éstos se aplican es, en general, la pulverización, que puede ser aérea o terrestre.
Estos productos se deben utilizar de manera correcta y responsable, siendo importante cumplir con la normativa establecida y realizar este proceso siempre asesorado por un profesional de la Ingeniería Agronómica matriculado y capacitado para tal fin.
“La importancia del rol del ingeniero agrónomo en todo proceso que abarque aplicación de fitosanitarios es, en primera instancia, verificarlo para su aprobación por el Senasa”, indicó Mariano Navarro, asesor agropecuario en Nogoyá, Entre Ríos.
“Se considera que su correcta aplicación tenga el menor impacto en la salud de las personas, animales y ambiente, y luego, la confección de la receta agronómica, se realiza acorde a dichos parámetros según la situación”, apuntó.
El uso correcto de los agroquímicos, tanto en cultivos intensivos, como en cultivos extensivos, según manifestó Navarro, “garantiza que la producción no sea escasa a consecuencia de plagas, que muchas veces ya están alojadas en la zona de producción y se vuelve muy difícil su control”.
Por otro lado, analizó que “el valor de los productos obtenidos no sería tan accesible para toda la población, porque él no usar agroquímicos implicaría mayor mano de obra para atender la producción”.
Hace unos años, se comenzó a implementar la receta agronómica para fomentar la gestión responsable de aplicación de fitosanitarios, o sea su manejo y uso adecuado.
Si bien cada provincia tiene su legislación, en este rubro, es fundamental la intervención de un profesional de la Ingeniería Agronómica, matriculado y capacitado para resguardar la seguridad social, ambiental y productiva.
En este sentido, la ingeniera agrónoma Victoria Rolón, CEO de Consultora Agronómica de Entre Ríos, recordó que las recetas agronómicas que se deben realizar pueden ser de dos tipos.
“Una de expendio, que se entrega cuando se va a comprar el producto a una agropecuaria, por ejemplo, y, por otro lado, están las recetas de aplicación donde el asesor técnico detalla el tipo de producto y el proceso de aplicación al aplicador y al productor”, explicó.
“Al momento de utilizar fitosanitarios es vital el trabajo del profesional de la Ingeniería Agronómica en equipo con el aplicador y el productor. Un asesor, sugiere e indica, pero quien tiene la decisión final es el productor del lote”, apuntó.
En estas prácticas -dijo Rolón- no solo es necesario conocer bien la plaga y su desarrollo, Rolón, destacó que “también es importante considerar la proximidad a un curso de agua, dirección y velocidad del viento, qué otros espacios están cerca del terreno a pulverizar o el área en la que se encuentra (periurbana o rural), la boquilla a utilizar para la salida del líquido y el tipo de fitosanitario elegido”.
Por lo tanto, subrayó que “la receta es el respaldo que el profesional tiene, para demostrar qué producto se recomendó utilizar, con cuales recaudos y condiciones, ante cualquier inconveniente que pueda surgir”.
En la receta figura el nombre y matrícula del profesional, el cultivo a tratar, la georreferencia del lugar, la fecha de prescripción (de cuando se confecciona la receta), la dosis y nombre de los productos.
“Uno de los puntos más importantes de la receta se detalla en las observaciones”, destacó Navarro. “Ahí es donde hay que aclarar todo: condiciones climáticas, viento, cursos de agua cercanos, viviendas, y otros cultivos en zonas aledañas, porque esa es la información más valiosa”, concluyó.
El ABC Rural