En junio comienza a operar una suerte de magia en el suelo del Valle. Un pequeño puñado de perros buscarán trufas negras entre los robles y los productores esperan con ansias ver el premio de un cultivo incierto, exclusivo, rentable y, sobre todo, un cultivo que podría ser una alternativa para la reconversión de la zona.
En diálogo, Darío Castro se toma su tiempo para compartir qué lo llevó a cambiar la fruta de carozo por las trufas en un emprendimiento familiar que lleva a cabo en Choele Choel. "Quien tiene un monte de frutales puede tener media hectárea con árboles y se garantiza una jubilación", dijo.
- ¿Cómo fueron los primeros pasos en la producción de trufas?
Tengo que aclarar que es un emprendimiento familiar, no es personal. Empezamos con fruta de carozo (cerezas, duraznos y pelones) y con el tiempo nos fuimos dando cuenta que con duraznos y pelones gastábamos mucho en remedios, requería mucho mantenimiento y personal. Terminamos sacando el durazno y pusimos nogales. Eso lo hicimos para empezar a diversificar.
En el ínterin conocimos a gente que trabajaba en Trufas de Nuevo Mundo, ellos nos dieron plantas para hacer una experiencia con truficultura. Mi viejo ya había visto algo en las redes y un documental en la tele. Ahí comenzó todo. Empezamos a comprar plantas de a poco, de a 40 como máximo, y las pusimos en tres años consecutivos. Es decir, 40 plantas de robles con este hongo, que plantamos cada año, y ahora tenemos dos hectáreas. Después de 8 años salieron las primeras trufas y eso fue en 2019.
- ¿Cómo es el ciclo productivo?
En los libros te dan una determinada cantidad de años para empezar a producir, pero no es lo mismo esa teoría con la realidad. Supuestamente a los 5 años te empieza a dar una cierta cantidad, un kilo, por árbol. En nuestro caso serían 40 kilos, pero no es lo mismo lo teórico que lo práctico y la experiencia que vivimos nosotros.
El ciclo se da en invierno y no es lineal. Tendríamos que tener la bola de cristal para saber si vas a cosechar trufas y cuántos kilos vas a sacar. Es incierto, hay muchos interrogantes en este cultivo porque al estar bajo tierra uno no puede saber cómo va avanzando. Lo que podes hacer es un pozo, tomar una muestra de la raíz y verla con un microscopio para chequear si tiene el hongo adherido o no. Pero no sabes cuánta va a ser tu producción.
El cultivo se da en junio, julio y agosto, y ahí termina.
- ¿Cómo son las condiciones del suelo en la zona?
Eso también varía mucho. Cuando buscas información, lo que se encuentra dista mucho de nuestra experiencia. Dicen que la condición del suelo debe ser pobre o extremadamente calcáreo y nosotros no tenemos ese suelo sino arenoso y arcilloso. ¡No tienen nada que ver con lo que marca la teoría!
Lo mismo en relación a la altura. Los libros dicen que se dan a más de 700 metros sobre el nivel del mar y nosotros no llegamos a los 200. Hablando con otros productores, sobre todo de España, nos decían que es el cultivo con mayor cantidad de interrogantes. Más allá que es relativamente nuevo, no tiene más de 30 años a nivel global, hay muchos interrogantes: no sabes cuánto vas a producir, cuáles son los manejos más certeros para una mayor producción, dónde cultivarlo, cuál es la cantidad de agua que debes usar o en qué meses regarlo. Con mi viejo decimos que puede darse en cualquier lado de Argentina de Córdoba para abajo.
- Siendo todo tan incierto, ¿cómo se animaron?
Fue fortuito. Mi viejo estaba cargando en la estación de servicio y ve que había un señor con una camioneta que decía “trufas”, era chileno y necesitaba ayuda con algo. Como mi viejo es nacido en Chile, se acercó y comenzaron a charlar. Lo llevó a un lugar para reparar la camioneta y el hombre le regaló unas trufas a cambio. Le dejó tres plantas y el número de teléfono. Fue algo que coincidió con que mi viejo ya había visto el programa en la tele y le interesaba el tema.
- ¿Cómo manejan la comercialización?
Es el tercer año que vamos a cosechar y estamos casi seguros que vamos a sacar porque se dieron ciertas condiciones de humedad que son óptimas. El año pasado no se veía el suelo así y prácticamente no sacamos nada y el anterior, que se había dado el clima como ahora, sacamos casi 4 kilos.
Ese primer año le vendimos al Llao Llao, al Four Seasons, a bodegas de Mendoza. Hay mercado, toda la alta cocina y hotelería lo quieren al producto, te lo sacan de las manos. Además, no hay mucho y pudimos venderlo.
Este año ya nos comunicamos con algunos restaurantes de Buenos Aires y vamos a ver de cuántos gramos salen las trufas. Mercado hay, es como todo. Es un producto muy caro pero hay gente que tiene el poder adquisitivo para comprarlo.
La trufa es una alternativa válida para quienes tienen poca cantidad de tierra, no es un tema menor.
- ¿Cómo los afectó la pandemia?
No tuvimos mayores inconvenientes. Yo vivo en el pueblo y mi viejo en la chacra. Es un producto con un nicho muy exclusivo y no sabemos si con esta cosecha nos irá bien o no en la venta. Esperemos que sí.
- Incierto hasta en el último paso…
Si. Cuando el perro encuentra la trufa - que escarba un poquito y se va, y vos seguís con la palita-, ahí empezás a hacer los llamados y los estimativos de cuánto puede llegar a pesar. Hasta ese momento no podes llamar.
- ¿Cómo es la cosecha?
Traemos a los perros y este año traemos a Pancha, de Viedma. Ella es nueva y veremos cómo nos va. También está Snoopy, que es de Chile. Los contratas y vienen. Está buenísimo porque es la magia de la trufa. El perro es el 50% de todo, es el que te indica donde está. Es mágico ver cuándo baja el perro y empieza a buscar, identifica al lugar y es espectacular. Es un perro que trabaja y obtiene su premio cada vez que encuentra.
- ¿Crees que las trufas son una alternativa para la reconversión del Valle?
Si, por supuesto. Es más, desde que vimos las primeras trufas, lo vimos real, comenzamos a ver que se podía hacer y es una alternativa para El Valle. Es una alternativa válida para quienes tienen poca cantidad de tierra, no es un tema menor. Quien tiene un monte de frutales puede tener media hectárea con árboles y se garantiza una jubilación. Se garantiza que lo que plantó va a dar en una cantidad de años importantes y que hay mercado, es rentable y no tiene mano de obra intensiva, tenes el perro o lo contratas y listo.
- ¿Se puede vivir?
Con una cantidad de hectáreas mayor que la nuestra, sí. Nosotros, las dos familias, con nuestras dos hectáreas en 8 años más podremos vivir tranquilamente de esto.
LM Neuquen