Por Lucrecia Degiorgis
Beeflow es una Agtech científica que logró modificar -a través de suplementos dietarios- el comportamiento de las abejas para obtener una mejor polinización y resistencia a las bajas temperaturas.
La empresa trabaja para crear una agricultura de triple impacto: económico, social y ambiental. Económico, ya que aplicando conocimiento científico y tecnologías, se puede aumentar entre un 20-90% el rendimiento de diversos cultivos. Social, por la interacción con apicultores y las comunidades está generando un beneficio ecosistémico, donde surgen nuevas oportunidades laborales; y por el lado ambiental, debido a que al aumentar el rendimiento y calidad de los frutos y semillas de forma sustentable, no es necesario recurrir a un uso intensivo de insumos agrícolas, evitando así prácticas que pueden dañar el medio ambiente.
En una entrevista que mantuvo Matías Viel, CEO de Beeflow, con Agroempresario.com repasamos el crecimiento y desarrollo de la start-up argentina en la que varios inversores están interesados.
-¿Cómo surge la idea de Beeflow y, exactamente, en qué consiste?
Surge en 2016 a través de mi vinculación con Gri Exponential, que junta emprendedores con científicos para armar empresas de biotecnología. Uno de ellos fue el Dr. de la UBA y el CONICET, Walter Farina, que desde hace más de 20 años se dedica a estudiar cómo funciona el cerebro de las abejas, su comportamiento y por qué son tan importantes para la agricultura. Las abejas a veces se distraen con otros cultivos y no polinizan con total frecuencia las flores del cultivo que el productor quiere polinizar. Beeflow es una empresa que brinda un servicio de polinización a productores agrícolas donde aplicando conocimiento científico y tecnologías, conseguimos aumentar entre un 20% y un 90% el rendimiento de los cultivos. Trabajamos en la polinización -un tema olvidado en la agricultura- que si bien existe mucho conocimiento científico, poco se venía utilizando para los cultivos. Es por eso que decidimos desarrollar esta compañía que apunta a resolver este tema y ayuda a los productores a producir más con menos impacto en el medio ambiente. En nuestro modelo de negocio trabajamos con apicultores locales de cada región donde nos encontramos. En Argentina, estamos en Entre Ríos, Tucumán, Mendoza, Río Negro con distintos cultivos, especialmente con las frutas.
Desde que surgió la idea, ¿cuánto tiempo demoró en llevarse a cabo y qué recursos necesitaron?
Desde que surgió la idea empezamos a hacer pruebas, empezamos con el kiwi en Mar del Plata que tiene un gran crecimiento e hicimos un ensayo para ver si aplicando algunas tecnologías sobre las abejas -moléculas de origen vegetal que nos permiten por un lado fortalecer sus sistema inmunológico y hacer que trabajen a bajas temperaturas y por el otro condicionar su comportamiento para que tengan más atracción a ese cultivo- aumentaba el rendimiento. Logramos un 90% más y eso fue el puntapié inicial que nos permitió convencer a un grupo de inversores de Grid Exponential a principio de 2017 para que inviertan en nuestra compañía unos US$200.000 y así llevar a la empresa al siguiente nivel y poder armar un equipo. Todo el 2016 habíamos estudiado el mercado, conociendo productores, viendo sus necesidades y cómo podíamos diseñar un modelo de negocio innovador que capturara esta oportunidad que encontramos en la polinización.
Después de la inversión de Grid Exponential, aplicamos a IndieBio que es la aceleradora de start-ups más importante del mundo ubicada en San Francisco, EE.UU y quedamos seleccionados como el primer proyecto argentino que participó de su programa de aceleración de 4 meses. Ahí pudimos validar que había una oportunidad más grande en California de la que había en nuestro país, ya que es el primer exportador de frutas y verduras del mundo Decidimos poner foco ahí y empezar a generar relaciones con productores agrícolas de Estados Unidos.
- ¿Por qué la polinización nunca estuvo muy presente en el Agro y por qué es tan fundamental en los cultivos?
La polinización no estuvo presente en la agricultura porque es un tema complejo que requiere conocimiento científico y en general no se le ha prestado atención o se lo ha subestimado. Esta complejidad significa estudiar cómo vuelan las abejas, cómo interactúan y se comunican con las plantas. Los apicultores se han vinculado con las universidades y con los grupos de investigación, pero la polinización se llevaba a cabo sin tecnología ni ciencia aplicada en el proceso. Este proceso es fundamental porque el 70% de los cultivos del mundo dependen de las abejas, siendo más de US$500.000 millones que contribuyen en la producción de alimentos. Las abejas se están muriendo por distintos motivos, así que es importante realizar un abordaje sobre la polinización y tener una mirada holística o integral sobre esta temática. Nosotros trabajamos con ambos actores: con los productores y con los agricultores para cambiar el paradigma de cómo se está abordando este proceso y de esta forma que las abejas mueran menos y los agricultores produzcan más cuidando el medio ambiente.
¿Cuáles son las perspectivas y qué potencial tiene la empresa?
Las perspectivas son de mucho crecimiento porque cerramos una ronda de inversión de 8.3 millones de dólares hace pocos días y estamos muy entusiasmados por poder crecer. Es una validación muy importante haber podido sumar a inversores que confían en lo que estamos haciendo y ven una oportunidad también para ello. Nos estamos lanzando en Perú y México que son mercados muy importantes en Latinoamérica en cuanto a la producción de frutas y verduras; y creciendo muchísimo en Estados Unidos, nuestro principal mercado de trabajo.
El concepto de Bioeconomía, ¿está bien arraigado en la Argentina, respecto a otros países? ¿O todavía nos falta un largo camino por recorrer?
En Argentina hay una oportunidad muy grande en biotecnología. Hay empresas ya maduras como Bioceres, Grupo Insud, Laboratorios Bagó y una Cámara Argentina de Biotecnología. Tenemos una oportunidad muy grande para seguir transfiriendo conocimiento científico al mundo productivo ya que tenemos la mayor cantidad de científicos per cápita de Latinoamérica. Nuestros científicos se tienen que poner en valor a través de la creación de empresas y start-ups. Tal es el caso que, a través de la CAB, algunos emprendedores decidimos agruparnos formando la Cabstartup (Cámara Argentina de Biotecnología Startup) que hoy suma casi 40 emprendimientos. Esto nos permite compartir experiencias, aprendizajes, desafíos y estamos intentando desarrollar un ecosistema de Bioeconomía que tenga una visión global porque creemos que en el país se pueden desarrollar muchos proyectos, productos y servicios.
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