Por Brenda Lucente

Buscando aportar su granito de arena en la industria alimenticia con una propuesta rica, saludable y realmente diferente, María Clara Valente (33) inició en 2018 su camino por el emprendedurismo, con su marca de helados plant-based Pitaia. En un principio, su idea era crear un producto que reflejara su estilo de vida y filosofía a la hora de elegir los alimentos que come. 

Según plantea, el objetivo era utilizar ingredientes de calidad en procesos 100% artesanales, empleando los tiempos necesarios para potenciar su índice nutricional, mostrando transparencia en la información.

El propósito era crear productos que generaran disfrute y además fueran inclusivos y sustentables. Tras analizar varias propuestas, se le ocurrió lanzar su propia marca de helados plant-based, potenciando en el país un nicho poco explotado, aunque con muchísimo potencial.

“Fue en un viaje a Brasil donde me cayó la ficha. En ese momento me di cuenta que había un nicho muy grande por potenciar ahí. Si bien ya existía una propuesta chica, mi enfoque fue distinto, ya que conocía bien a la competencia: helados veganos que se realizan con conservantes, espesantes y aditivos que yo me propuse evitar al momento de escoger mis ingredientes. En este sentido, el cajú iba a ser el protagonista. Me propuse idear cremas 100% naturales, elaboradas con pocos ingredientes, en su mayoría orgánicos y de excelente calidad. Quería que fueran cremosos y parecidos a los tradicionales. En resumen: ricos y saludables”, detalla.

Apenas regresó a Buenos Aires, Valente se inscribió en un curso de heladería y pastelería a base de plantas, cuya invitación le llegó de casualidad, y empezó a interiorizarse y formarse en el rubro. Más adelante, registró la marca, creó su respectiva cuenta de Instagram y realizó su primera gran inversión, de aproximadamente $55.000. “Hice todo bastante a pulmón. El resultado fue muy lindo y acorde a lo que buscaba”, comenta.

Pitaia nació con Valente dándole forma a las recetas desde la cocina de su casa, donde permaneció por cuatro meses; y continuó en un establecimiento alquilado, en el que la emprendedora trabajaba sola de lunes a jueves de 7 a 22. Viernes y sábados entregaba los pedidos, mientras seguía cocinando.

El nombre de la marca, proviene de una fruta exótica originaria de Brasil y algunos países del sudeste asiático, que fue escogida por la también licenciada en Administración de Empresas debido a que “transmite naturaleza y frescura”. Además de ella, desde 2020 participan del proyecto sus hermanos Santiago y Ramiro, y su papá Raúl.

“Son personas claves para el negocio, ya que me ayudaron a dar el salto como marca y estructurar la empresa. También fueron fundamentales al momento de conseguir un aporte de capital que me permitiera invertir en maquinaria más moderna para hacer eficientes los procesos de producción que, a pesar de ser artesanales, requerían de un espacio de desarrollo más grande y acorde a la demanda. Ahora somos varias cabezas trabajando para que Pitaia funcione cada vez mejor y no pare de crecer si el contexto lo permite”, subraya la emprendedora.

Los helados de la marca se producen a partir de materia prima fresca y 100% natural, utilizando ingredientes nobles como aceite de coco, manteca de cacao y frutas de estación. Para que cada crema sea única, Valente cuenta con varios proveedores locales y algunos importadores, ya que determinados componentes no se consiguen en el país.

El proceso de elaboración es totalmente artesanal y se lleva adelante en una planta donde se desempeñan seis operarios que aprendieron el oficio “desde cero”. “Estamos orgullosos del equipo que formamos. Todos trabajan con mucha pasión, compromiso y consciencia”, agrega la joven.

Al momento de darle forma a los helados, el equipo parte de leches vegetales de almendra y coco, que elabora artesanalmente al comienzo de cada jornada productiva. Una vez que se consigue este material, se inicia la producción de las cremas propiamente dicha. Paletas y postres se amoldan y envasan manualmente.

Luego de que el producto se termina y empaqueta, es llevado a una cámara de frío para su conservación y se despacha a fines de cada semana para su posterior comercialización. Paralelamente, el team de Pitaia elabora otros alimentos como chocolates y dulces.

Actualmente, el catálogo de productos se compone de tres líneas: paletas heladas, postres “mus” en envase de vidrio y dulce de coco y almendras. “Son todos 100% a base de plantas y naturales, libres de lácteos, soja, gluten y aditivos químicos. Tenemos una amplia gama de artículos aptos para diabéticos y muchos sabores. Intentamos, de a poco, ir sumando gustos que se acerquen a los tradicionales de las heladerías”, indica Valente.

En sus palabras, el valor agregado de sus producciones está en la calidad de la materia prima que utilizan y lo cuidadosos que son en los procesos. “Eso hace que tengamos productos de alta gama muy nutritivos, con texturas y sabores excelentes”, explica. Para ella, la alimentación saludable es la pasión que la impulsó a iniciar el proyecto.

“Desde chica decidí hacer un cambio radical en mi alimentación, primero por salud. Después, me fui dando cuenta de la importancia que tiene esto para nuestro planeta. No solo se trata de comer alimentos sanos, sino de entender por qué es mejor elegir productos naturales, orgánicos y agroecológicos; conocer de dónde vienen y cómo se producen”, profundiza.

En esta línea, también suele escoger productos sostenibles de cosmética y limpieza. “Algunos hasta los hago yo misma, otros se los compro a pequeños productores locales. Todo eso genera menos residuos y huella de carbono, y ayuda a la economía circular. Estas pequeñas cosas, que puede hacer cualquiera, creo que son el mejor aporte que podemos brindar para cuidar a nuestro planeta y vivir de manera sostenible”, asegura.

Los productos de Pitaia se consiguen en más de 250 puntos de venta, entre dietéticas, tiendas saludables y restaurantes de todo el país. Si bien la compañía dispone de una importante presencia en Capital Federal y Gran Buenos Aires, recientemente comenzó a vender de forma directa a consumidores finales, tomando pedidos por Whatsapp. Las entregas se realizan una vez a la semana.

Las redes sociales -sobre todo Instagram- fueron un gran aliado de Valente a la hora de apuntalar el desarrollo de la marca. “Por mucho tiempo fue nuestro único canal de comunicación y ventas. Realmente me sorprendió la fuerza que nos dio de forma 100% orgánica, ya que no hicimos ninguna inversión en marketing hasta hace unos meses, que empezamos a trabajar con una agencia para impulsar Pitaia aún más, debido a que consideramos que es muy importante en este punto”, resalta la entrevistada.

A futuro, la meta de Valente es triplicar las ventas y ampliar la gama de productos, aparte de comenzar a vender los helados a través de aplicaciones como Rappi y Pedido Ya. “Para eso, sumaremos pick up points exclusivos en Capital y Gran Buenos Aires, con el foco puesto en expandirnos en el exterior, ya que creemos que tenemos grandes posibilidades de crecimiento fuera del país”, concluye.