Por Agroempresario.com
El cofundador de Crisppino, una marca de snacks saludables que desde su fundación en 2015 nunca paró de crecer, Juan Greco, participó de una entrevista exclusiva con Agroempresario.com, en la que habló de los orígenes del emprendimiento, el proceso de elaboración de los productos y sus planes a futuro.
Amigos y socios, Greco y Oliver Lehmann empezaron a diseñar la empresa en 2013 en el marco de un asado. “Vimos la oportunidad en los snacks saludables y empezamos a trabajar mientras continuábamos con nuestros respectivos empleos. De a poco fuimos construyendo el concepto, averiguando sobre los procesos de fabricación en el camino”, comentó al referirse a los inicios del proyecto.
En 2014, el dúo tomó la decisión de realizar su primera gran inversión, con el fin de adquirir el equipamiento necesario para empezar a fabricar. “Queríamos un modelo que nos permitiera dormir tranquilos. Es algo difícil en el país por las condiciones del mercado. Decidimos ser los dueños de la tecnología, la marca y los desarrollos, sin tener la operación productiva a cargo”, detalló el entrevistado.
En este marco, el equipo se contactó con una persona que tuviera una fábrica habilitada con todas las certificaciones que se requieren para elaborar productos libres de gluten y dispusiera no solo del lugar, sino de las ganas de comenzar a trabajar.
“Tenemos un modelo híbrido, ya que la tecnología y maquinaria con la que producimos es toda nuestra. Sin embargo, el establecimiento productivo es de un tercero que nos brinda el espacio, la energía y la mano de obra para desarrollar la marca. Nosotros por eso le pagamos”, agregó.
Para poder adquirir el equipamiento, el cofundador de Crisppino afirmó haber realizado una inversión de “cientos de miles de dólares”, que por fortuna fue en etapas, ya que en sus comienzos, la empresa no contaba con su respectiva línea de producción “de punta a punta”.
“Teníamos la producción, pero no la envasadora. Después, de a poco fuimos agregando todo lo que nos faltaba. En los primeros dos años y medio, logramos hacernos de nuestros equipos de punta a punta. Hoy, pudimos mudarnos de fábrica y acá estamos. No nos podemos quejar. De a poco, la marca se va haciendo conocida”, expresó.
En este sentido, añadió que al ser un emprendimiento “incipiente”, desde la compañía no invierten demasiado en publicidad, ya que prefieren usar los recursos disponibles en el desarrollo de la cadena comercial y la creación de nuevos productos.
“Estamos con mucha presencia a nivel nacional en canales de dietéticas, que fue donde empezamos. Es un producto ideal para esta clase de tiendas. De todas maneras, también formamos parte de la góndola de supermercados y Farmacity. Además, estamos empezando a desembarcar en ‘supermercados chinos’ de Capital y Gran Buenos Aires, expandiéndonos por el interior del país”, subrayó Greco.
La fábrica de Crisppino se localiza en Lomas de Zamora, mientras que las oficinas comerciales -que también funcionan como depósito- se encuentran en Villa Lynch. A diario, desde el establecimiento productivo envían mercadería a la sucursal, desde donde se arman los pedidos para los clientes. Para despacharlos, el equipo cuenta con un sistema tercerizado de distribución que realiza las entregas.
“Cuando desarrollamos el producto, la idea era que fuera algo saludable, pero rico y crocante como cualquier snack. Un Crisppino de queso no tiene nada que envidiarle a un chizito, aunque no posee casi nada de grasa ni calorías. Queríamos encontrar ese balance entre sano y divertido a la hora de comer y compartir”, indicó Greco.
En este punto, el entrevistado acotó que el producto funciona muy bien en escuelas, ya que muchos padres lo eligen para que sus hijos puedan comer algo más sano y nutritivo que un alfajor o un paquete de galletitas en el recreo.
La línea de Crisppino es fácil de digerir y funciona bien en todos los niveles etarios. “Estamos muy contentos. Es un producto simple y noble, de pocos ingredientes. Está hecho a base de arroz y tres componentes que se usan en cantidades ínfimas: leche descremada, azúcar y sal. Más adelante se desarrolla el proceso de saborización”, profundizó el empresario.
El equipo le compra el 100% de los ingredientes a proveedores locales. Una vez que entran en producción, se mezclan en sus respectivas proporciones según la fórmula deseada. Luego se realiza el proceso de extrusión, que consiste en un sistema por presión. El producto sale de aquí cocido, para después cortar y hornear. De allí pasa directo al envasado, en tanto que los saborizados son sometidos a su respectiva saborización.
Si bien Greco tiene el anhelo de expandir Crisppino en el exterior, afirmó que desembarcar en otros países no es una tarea sencilla, ya que en la empresa trabajan muy pocas personas. Sin embargo, anticipó que la posibilidad de exportar se encuentra en carpeta.
“Tenemos abierto el mercado en Paraguay. La semana que viene sacamos nuestro quinto embarque a aquel país. El próximo destino iba a ser Uruguay, pero la pandemia complicó el registro de marcas y productos y el control sanitario internacional”, reconoció.
Greco reveló que la llegada del COVID-19 alteró el día a día de la compañía, pese a que nunca dejó de trabajar. “La venta cambió mucho. Previo a la pandemia habíamos desarrollado muy fuerte el canal institucional, que son máquinas expendedoras en oficinas. Teníamos muchos clientes allí. Como estos despachos cerraron, se perdieron transacciones en ese segmento”, narró.
Antes del coronavirus, las ventas de Crisppino se desarrollaban en un 30% en supermercados y un 70% en otros canales. Actualmente, más de la mitad se lleva adelante en los primeros comercios.
“Esto nos afecta muchísimo, porque los supermercados tardan más en pagar los plazos que los canales tradicionales. Entonces, tuvimos que adaptar nuestras negociaciones de compras de insumos para poder afrontar este cambio en el mix de la venta”, especificó el entrevistado.
La línea está compuesta por galletitas de arroz con y sin sal no saborizadas que –en palabras de Greco- quedan muy bien con queso untable, mermelada y dulce de leche; y snacks saborizados en cuatro variedades: jamón, queso, crema y ciboulette, y aceite de oliva.
“Cualquiera de los productos puede consumirse a lo largo del día sin problemas. Tenemos en carpeta el desarrollo de tres líneas nuevas: una volcada a lo dulce, otra hacia una onda más naturista y la última de papas fritas. Siempre con alimentos libres de gluten”, concluyó el empresario.