Por Agroempresario.com
La historia de la cabaña Maivarepa, ubicada en Urdinarrain (Entre Ríos) comenzó en 1979 bajo la dirección de Rumello Spiazzi quien unió las iniciales de sus 4 hijos para elegir el nombre. Dos años antes, había inaugurado, junto a otros socios, el Centro Litoral de Inseminación Artificial (CLIA), único en la provincia y de los pocos que hay en el país.
En una entrevista para Agroempresario.com, Patricio Spiazzi, dueño y gerente general de Maivarepa y director técnico de CLIA, nos contó sobre el manejo reproductivo de la cabaña y los avances en información genética de los últimos años.
Spiazzi contó que realizan un manejo reproductivo combinado -como en la mayoría de las cabañas- con inseminación artificial y repaso con toros. “Hay un seguimiento estricto en los servicios donde se separan 40 vacas por toro días después de la inseminación para poder distinguir bien la progenie de los terneros”.
En relación a la transferencia embrionaria per se, considera que es simplemente una forma de multiplicar. “Lo importante es conocer todo el material que nos vaya a reproducir esa madre y no siempre contamos con tanta información para decidir si es beneficioso para el Establecimiento o no. En caso de saber que es un vientre con buenos índices productivos y reproductivos, más allá de tratarse de una hembra de rodeo general, es una opción beneficiosa y muy interesante”. Tiene reservada esta técnica para las madres superiores en relación a su fertilidad y longevidad, es decir que en su vida hayan criado siete u ocho terneros con buen peso al destete y sin problemas de partos. “Los cabañeros tenemos que tener en cuenta que los criadores comerciales buscan fertilidad y longevidad en las vacas”, sostuvo el veterinario.
En cuanto a la comercialización, la cabaña vende por año aproximadamente 70 reproductores Hereford y Braford, de los cuales más de la mitad se comercializan de forma particular. A su vez, están presentes en varias exposiciones rurales como en la de Corrientes, Curuzú Cuatiá, Villaguay, Gualeguaychú y Villa Elisa.
Estar ligados al CLIA, le permite a Maivarepa multiplicar los toros que consideran superiores por alguna característica en particular.
Por su parte, el CLIA brinda servicio de inseminación artificial y asesoramiento al establecimiento de cría. Además, compra toros como inversión y muchas veces se asocia con otras cabañas que buscan no sólo quedarse con dosis de semen para uso propio sino para comercializar el remanente.
Considera que es una buena opción comprar un toro y dejarlo en el centro de inseminación para extraer dosis. “Mejor aún es hacer un consorcio entre varios productores y con esta asociación se disminuyen los costos fijos y todos se ven beneficiados. Para ello hay que evaluar el volumen que se quiera inseminar y qué tan apreciado es el toro ese por el mercado para justificar esa inversión”, explicó a Agroempresario.com
A la hora de definir qué tipo de servicio es más conveniente, Spiazzi considera que la mayor diferencia radica en que la inseminación artificial puede usar reproductores de alto mérito genético que de lo contrario sería muy difícil de adquirir por un solo productor. “Esta sería la ventaja más importante de la inseminación: poder incorporar animales de un alto mérito genético a un costo económico relativamente bajo”. También aclaró que hay varias cuestiones para comparar económicamente ambas alternativas, como saber cuántos años puede servir un toro al rodeo, qué tipo de dosis se pretende utilizar y qué tipo de toro, entre otras.
Cuando le pedimos al médico veterinario su opinión sobre los avances en genética de nuestro país, fue muy contundente: “La genética argentina tenía una particularidad que se basaba en fenotipos. Hoy, por suerte se ha avanzado en mediciones objetivas y es fundamental seguir trabajando en esta línea ya que el productor busca soluciones. Todas las asociaciones han venido trabajando fuertemente en las evaluaciones genéticas que era un déficit histórico que se está subsanado”. Fueron trabajando en la genómica ya que los problemas de las evaluaciones genéticas provenían de la inconsistencia por no contar con un alto número de descendencia. “Con la genómica esto mejora sustancialmente porque podemos tener precisión en un animal como si hubiese tenido 15 terneros antes de parir al primero. Ayuda a acortar los intervalos generacionales que en los bovinos son muy prolongados”, explicó.
Para Spiazzi, es difícil definir la situación actual de las cabañas porque tiene muchas particularidades. “Tiene que haber mucha vocación en el cabañero porque es un negocio muy a largo plazo donde, al igual que plantar un árbol, los resultados se ven generalmente a los 10 años. Las cabañas serias que trabajan bien generalmente son las que pueden dedicarse. Si hablamos del negocio con este precio dólar, son números ridículos para muchos lugares del mundo pero ya sabemos que en Argentina se vive una situación muy particular”.