Por Agroempresario.com
Si bien Épicos nació en 2018, su gestación comenzó hace más de veinte años. Fueron muchas las vivencias y experiencias de los cuatros primos compartiendo todos los veranos al aire libre en la Patagonia, San Luis o en cualquier lugar alejados de las grandes ciudades. Con muchos recuerdos y un sinfín de paisajes naturales, siempre consideraron que su cable a tierra era la naturaleza; no es casualidad que, a medida que fueron creciendo, eligieron carreras universitarias afines a las ciencias agrarias.
En una entrevista exclusiva para Agroempresario.com, Ignacio Fariña, uno de los cuatro fundadores de Épicos nos contó sobre el emprendimiento y los alcances del mismo.
Una vez recibidos, los cuatro primos tomaron caminos diferentes hasta que, en determinado momento, sintieron que las diferencias en las personalidades podían ser perfectamente complementarias y potenciadas para armar un gran proyecto conjunto vinculado a la agroecología.
“Comenzamos con la idea de importar algún cultivo como el Lupino y de repente, de ser desconocidos, pasamos a ser importadores de semillas ‘raras’”, contó Fariña. Tuvieron que aprender sobre el cultivo, su adaptación en la llanura pampeana, fecha óptima de siembra, densidad y manejo. Una vez cosechado, pensaron en hacer harina así que buscaron una persona que los ayudara a fabricar el molino. Lo mismo ocurrió con la comercialización: cómo y dónde vender un producto tan poco conocido y con poca inserción en el mercado.
Al día de hoy, la empresa comercializa avena, centeno, lino, lupino, trigo serraceno, teff, sorgo blanco, quinoa, mijo, amaranto (en forma de semilla, harina o aceite); pero la idea es seguir desarrollando nuevos productos.
Con respecto a la agroecología, Fariña nos contó que tienen mucho camino por recorrer. “Hoy nuestro mayor problema está en la producción y tenemos mucho por mejorar”, declaró.
Si bien varios productores los llaman para asociarse a ellos, ya no están aceptando campos de los cuales no estén totalmente convencidos, ya que están al límite de capacidad. “Estamos asociados a una amplia diversidad de productores, grandes y chicos, con una sola persona o varias”, describió Fariña.
La asociación se basa en la idea de que los productores ofrezcan la tierra y ellos se encargan del cultivo. Al tener técnicas agroecológicas, no se utilizan agroquímicos ni fertilizantes como en el método tradicional; es por eso que el manejo es fundamental para evitar la competencia natural del cultivo con las malezas y las plagas. El giro hacia la agroecología trae inestabilidad durante los primeros años pero, a largo plazo, se logran rindes similares o mayores al sistema convencional.
Épico se encarga del procesamiento de las semillas y la comercialización compartiendo los beneficios con el productor. La idea es que el dueño de la tierra esté conforme y quiera aplicar este sistema en más cultivos. Muchas veces, este cambio no llega de los productores directamente, sino de sus hijos o generaciones más jóvenes que están más convencidos que la agroecología es el camino.
Con respecto a la parte comercial, los cultivos más conocidos como la quinua, el amaranto, lino y lupino tienen una demanda sostenida y traccionan sobre los menos conocidos por los consumidores.
Otro de los proyectos que tiene la empresa a mediano plazo, para revolucionar la alimentación, es crear un restaurant donde los clientes puedan tener la experiencia de la agroecología y saber de dónde provienen sus alimentos. Creen que es fundamental para cumplir con los tres ejes épicos que son la producción agroecológica, la comercialización llevando los productos a las góndolas y el eje educativo hacia el consumidor. “Queremos que los consumidores conozcan la movida en que estamos metidos y se convenzan, puedan pasar el día y meterse en el mundo de la agroecología”, cerró