En los últimos años, el veganismo se ha ido expresando como un fenómeno cultural creciente influenciado por factores sociales, ambientales, éticos y de salud. En este marco es donde se ve la modificación del patrón de consumo a alimentos que no provienen de animales, y la decisión de la industria láctea de reinventarse para satisfacer las necesidades de un nicho incipiente e influyente.
De almendras, avena, arroz, arvejas, castañas de cajú, soja, nueces, girasol o coco, la oferta de bebidas alternativas hechas a base de plantas es cada vez más amplia. Según un estudio realizado por la empresa Kantar- Insights Division, a pedido de la Unión Vegana Argentina (UVA), el 12% de la población dentro del territorio argentino es vegana y vegetariana; mientras que otro 12% se identifica como flexitariana.
En la misma línea, un estudio conducido por la compañía Ingredion junto a la consultora Opinaia confirma que el 78% de la población argentina estaría dispuesta a incrementar su consumo de productos a base de plantas por preocupaciones ambientales, cuestiones de salud o por sensibilidad con los animales.
A nivel global surgen nuevos consumidores que imponen tendencias e impulsan el desarrollo de alimentos sustentables. De acuerdo con los datos de la ONG The Good Food Institute, las bebidas alternativas movieron U$S$2.000 millones en Estados Unidos durante el 2019. Según datos de la consultora Nielsen, en España se estima un consumo de 5 litros per cápita, con un mercado que mueve más de 318 millones de euros al año. En el mismo sentido, un reciente estudio de la firma Mintel en Reino Unido indicó que un tercio de los británicos consumió leches vegetales en 2020, con una participación del 44% de personas de entre 25 y 44 años. Al mismo tiempo, el volumen de ventas de la categoría creció un 32%.
En Argentina, la industria de bebidas a base de plantas en Argentina mueve $250 millones por año. En cuanto a litros, se consumen 3,5 millones anuales. Cabe destacar que, durante la pandemia, se registró un crecimiento del 16% en el consumo de estos productos.
La elaboración de leches vegetales comenzó de forma casera. Por la corta vida útil del producto, pasó a venderse en botella de vidrio para que, en 2018, las empresas con fabricación industrial, comenzaran a generar mayor valor agregado en la producción y evolucionaron su envase a tetra pak.
Con una gran expansión, comenzaron a venderse en dietéticas y góndolas de todos los supermercados. Sin embargo, por más que haya mucha demanda, la oferta de las leches hechas a base de plantas está muy por arriba a la oferta de la leche de vacas, y no todo el mundo se puede dar el lujo de consumirlas.
Si bien hay personas que no las consideran leches, ya que, según la Real Academia Española (RAE), la leche es un “líquido blanco que segregan las mamas de las hembras de los mamíferos para alimento de sus crías, o que se emplea como alimento de las personas”, la RAE también define a la leche como un “jugo blanco obtenido de algunas plantas, frutos o semillas”. Al ser alternativas, estas bebidas suelen elaborarse remojando las legumbres, frutos secos, granos u otros ingredientes principales y prensando y colando el líquido. Se trata de productos denominados “vegetales” debido a su aspecto y textura, muy similares a los de la leche de vaca.