as cortinas forestales son barreras de árboles que reducen la velocidad del viento, protegen los cultivos y construcciones y generan un microclima en el área protegida. Su formación depende de las hileras de árboles que crean una barrera perpendicular a la dirección predominante del viento. De este modo, reducen su velocidad, el movimiento del suelo y la erosión. Tienen el beneficio de que conservan la humedad del suelo, reducen la acción mecánica del viento sobre los cultivos, el ganado y construcciones y regulan las condiciones del microclima.
En la Patagonia hubo aumentos del 60 % de la producción de forrajes por los cultivos protegidos de cortinas forestales. Asimismo, los animales se refugian bajo los árboles en busca de abrigo y sombra, dependiendo de las condiciones meteorológicas imperantes en los distintos momentos del día y del año. De esta manera lograr estabilización térmica corporal y, por ende, mantienen incrementan su peso vivo. Con un adecuado manejo, pueden producir madera, postes, leña y productos forestales no madereros. Algunas especies forestales utilizadas en las cortinas pueden ser fuente de alimento para el hombre y los animales o fuente de néctar, polen y resinas que utilizan las abejas. Los árboles brindan, además, refugio a las aves y animales silvestres, pudiendo albergar diferentes especies, favoreciendo el equilibrio ecológico de la zona.
El diseño de las cortinas forestales está dado por la ubicación de las mismas dentro de los predios, la orientación, la distancia entre cortinas y la distancia entre plantas. Para obtener el máximo provecho de las cortinas, se debe identificar, antes de establecerla, el sector que se desea proteger y planificar la disposición y la longitud que tendrá la cortina en ese lugar. Varios aspectos deben considerarse para el diseño de una cortina, entre ellos se destacan:
La orientación: una cortina será más eficaz, mientras más perpendicular se establezca la dirección de los viento predominantes que, en nuestra región, son del Oeste. Por lo tanto, lo más frecuente es ubicar las cortinas en dirección Norte – Sur. Si en el lugar, hay más de una dirección de viento es necesario diseñar cortina en forma de “L”, “T”, o perimetrales a los predios.
El distanciamiento entre plantas y entre hileras de árboles: el número de hileras a establecer en una cortina dependerá de los sectores a proteger, de la velocidad del viento y de la topografía del lugar. Usualmente varían entre 1 a 4, siendo las cortinas más comunes en nuestra región las de 1 y 2 hileras.
El espaciamiento entre plantas en la hilera puede variar entre 1,5 y 2 metros y entre hileras de 2 a 3 metros, dependiendo de la especie utilizada y la densidad que se desee obtener. Cuando existen canales de riego, el espacio entre hileras debe ser lo suficientemente amplio, no menos de 2 m. Esto permitirá realizar una correcta limpieza de los canales y evitar que las raíces de los árboles adultos frenen o desvíen la circulación de agua.
La densidad: está determinada por las especies utilizadas y el distanciamiento entre los árboles. Si en una cortina los árboles están muy distanciados entre sí, el viento pasará a través de los mismos sin oponer mayor resistencia y su velocidad no disminuirá en forma importante. Si la cortina tiene árboles muy juntos el flujo de aire se elevará rápidamente, pero al traspasar la cortina, provocará fuertes turbulencias detrás de ésta, en lugar de dar protección. La densidad adecuada se logra plantando a la distancia apropiada de acuerdo a la especie utilizada y mediante las podas de formación y, cuando las cortinas son muy antiguas, con raleos de plantas.
Altura de los árboles: es el factor más importante a considerar en su diseño, dado que determina el área que protege la cortina. La distancia máxima de protección de una cortina varía entre 15 y 20 veces la altura de los árboles. Es decir, si una cortina tiene 10 m de altura, protegerá hasta una distancia de 150 – 200 m desde la misma.
La elección de la especie a utilizar especie se hace en función de las características del sitio y cultivo a proteger. Se debe tener en cuenta el tipo de suelo, los requerimientos de agua de las especies seleccionadas, la velocidad de crecimiento y el tipo de cortina a construir. En nuestra región, las cortinas forestales más difundidas son las de álamos. Existen distintas variedades de álamos y por eso es importante saber con anticipación las más aconsejables para el sitio. También pueden usarse otras especies, entre ellas: sauces, varias especies de pinos, cipreses, saucos, olmos, olivos de bohemia, crataegus y tamariscos. En zonas áridas, donde el agua es una limitante, es recomendable plantar especies rústicas y resistentes a la seguía como Olivo de Bohemia y Tamarisco. El Olivo de Bohemia es además una especie forrajera cuyos frutos y hojas pueden servir como alimento para el ganado. Los álamos y los sauces son las especies que más agua necesitan para su desarrollo. Por lo tanto sólo es recomendable plantarlas en aquellos lugares donde está asegurado el suministro de agua, ya sea por las altas precipitaciones, por la presencia de napas freáticas o por el riego. Para proteger predios pequeños donde, por ejemplo, se tiene una huerta o frutales es recomendable que los árboles que constituyen la cortina sean de mediano a bajo porte. En estos casos, el sauco es una especie muy interesante para nuestra región por su rusticidad y multiplicidad de usos.
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