La recría se consolida como el eslabón clave para la producción de carne

Considerando los tiempos de la naturaleza, la ganadería es una actividad flexible que se adapta bien a las circunstancias que le toquen. Con manejo y tecnología, los productores se acoplan a las tendencias que imponen el mercado o el clima, por mencionar algunas de las variables centrales. En los últimos dos años, fruto del aumento del precio de la hacienda de invernada y del maíz, apareció de forma muy clara la figura del recriador, que es aquel que toma un ternero al destete y lo lleva hasta el punto en que hay que terminarlo en un corral.

“Hoy coexisten, como siempre, diferentes sistemas de producción. Existen criadores puros, existen quienes hacen el ciclo completo, están quienes hacen solo la terminación… Los negocios productivos que funcionan son la cría y la recría, pero también el ciclo completo, porque toma las ganancias de la cría y la recría y en la instancia de terminación lo que hace es potenciar su negocio de recría”, explica en diálogo con Clarín Rural Fernando Canosa, productor y asesor de empresas en el oeste de Buenos aires, sur de Córdoba y San Luis.

Con él coincide Santiago Angelillo, productor en Corrientes, y agrega al análisis los factores productivos propios de cada región. “Mi impresión es que la cría está pasando por un muy buen momento por el precio del ternero pese a que posiblemente los índices de preñez han sido más bajos de lo esperado producto de la sequía prolongada del verano”, comenta.

En efecto, no son pocas las zonas que este año verán mermados sus números por efecto del clima. Desde Salta, Joaquín Elizalde asegura que la cría está dando un buen resultado, pero también advierte que la falta de forraje se va a sentir en las preñeces, en los pesos al destete y en la situación general. “Durante nuestro verano es cuando hacemos todo el forraje para pasar el invierno y llegar hasta el próximo primavera-verano. Los productores que no hayan tomado medidas la van a pasar mal”.

Con “tomar medidas” Elizalde se refiere, principalmente, a adelantar destetes y diferir forrajes para cuidar el estado corporal de las vacas. Y en materia de negocio, siempre que se pueda, quedarse con esos terneros destetados para seguir agregándoles kilos.

“Un novillo recriado de entre 250 y 320 kilos es un animal que está recontra demandado. Es un complemento muy bueno para la cría, los campos que pueden hacerlo aportan un margen muy importante. El negocio es bueno y da resultado siempre y cuando la lluvia te acompañe porque el pasto es la principal variable, dependemos ciento por ciento del pasto”, dice el salteño.

En Corrientes, según Angelillo, la recría también está pasando por un buen momento. “Los precios son muy buenos y se corresponden con los precios de venta del gordo. Lo que ha cambiado considerablemente son los costos para el engorde, los precios de los cereales han subido mucho, por lo tanto considero que el mejor negocio es vender un novillito recriado a pasto para engorde”, dice.

Lejos del NOA y el NEA, se impone la misma idea. “Conseguir los primeros 180 kilos de ternero cuesta mucho, y una vez que ya están logrados hay que estirarlos metiendoles más kilos”, sintetiza Máximo Bomchil, productor en la localidad de General Belgrano, en plena cuenca del Salado. Luego agrega: “Nosotros arrancamos haciendo cría, pero después, ante la alternativa de tener más vacas de cría o engordar la propia producción, teniendo los recursos, nos inclinamos por engordar nuestra producción. Si sos nada más que criador puede haber años en que el precio es bueno, pero solo tenés una gran venta por año y después te quedas en pesos”.

Canosa describe de esta manera lo que sería un sistema típico de recría en el oeste arenoso. “Los destetes se hacen en marzo-abril con 180 kilos, los animales ganan más de 600 gramos por día en pasturas polifíticas con alfalfa y de entrada reciben algún porcentaje de maíz para ajustar la carga, en pleno invierno, cuando baja producción de pastura, se suma algún verdeo/cultivo de servicio, y los animales salen del campo al verano siguiente. “Cuando entra la siguiente camada ya no quedan animales por terminar, esa es la gran eficiencia de los ciclos completos, donde se hace un buen uso del pasto”, remarca.

La cuestión forrajera

Para poder agregar la fase de recría a un esquema productivo hay un elemento clave que no puede faltar: los forrajes. Este año, con la fuerte sequía que afectó a muchas zonas durante enero y parte de febrero, ese factor será determinante y obligará a los productores a rediseñar estrategias.

“Los campos de Corrientes se han recuperado parcialmente gracias a las lluvias, pero es claro que no contaremos con el pasto suficiente para pasar el invierno si pretendemos mantener el stock de hacienda en el campo, en ese caso habrá que suplementar. Los costos de los verdeos de invierno han subido considerablemente”, describe Angelillo.

Por su parte Elizalde cuenta que en el NOA la situación es despareja, pero que en general el año pinta difícil. ”La situación forrajera es muy delicada, diría que hasta mala. Hoy estamos en abril con la mayoría de los campos secos, es impresionante cómo se les fue la humedad, y no heló pero parecen campos helados directamente. Esta situación hizo que se haga mucho destete precoz o anticipado y que todo lo que estaba recriándose se venda antes con menos kilos. Todo lo que estamos haciendo de recría de novillo, que tiene que llegar hasta los 300-350 kilos, se fue con 260-280, algo llegó hasta los 300 kilos pero hubo una pérdida de kilos importante que obviamente se siente, nos pasó factura”, describe.

En Buenos Aires también se sintió el impacto de la seca. Allí, explica Bomchil, el principal recurso forrajero para la recría son verdeos de invierno, raigrás, alguna pastura consociada y, en el final de la etapa, alguna pastura de alfalfa de mayor calidad. “Además, a lo largo de casi todo el ciclo suplementamos con maíz quebrado de propia producción”, dice. Y luego, a la cuestión climática, el bonaerense agrega la influencia que los mercados internacionales pueden llegar a tener en la futura disponibilidad de forraje. “La preocupación más importante ahora es el valor de los fertilizantes, hay que animarse a aplicar fosfato diamónico o urea con estos precios, que no se si la producción te llega a pagar”, advierte.

La fase de terminación, apretada entre los valores de la hacienda y los del maíz, es la que peor ecuación arroja de forma individual, pero tal como explica Canosa, la mayoría de los que terminan hacienda en corrales lo hace en combinación con otro eslabón. Es decir, quienes hacen el ciclo completo no tienen tanto problema en salir empatados o perder algo de plata en la etapa final, porque ya ganaron margen en la recría. “Hoy, por más que la relación novillo/ternero sea favorable al ternero, si llego a vender todos los terneros juntos me quedo con pesos que después no sé cuánto van a valer. Por más que no sea el mejor negocio productivo del mundo, prefiero estar en bienes que en pesos”, asegura Bomchil.

“Y entre los que compran terneros recriados y los terminan a corral -detalla Canosa- hay muchos matarifes y frigoríficos que lo que buscan es poder terminar sus propios animales, sin importarle ganar plata en esa fase porque su negocio está en tener un abastecimiento permanente de cabezas para faenar”.

De cara al futuro, los productores ganaderos de todo el país se muestran optimistas más allá de los obstáculos de turno, porque saben que tienen bien entrenadas sus habilidades.

“Sabemos que es un negocio de expectativas. Lamento que no tengamos previsibilidad y poder aprovechar el boom de los precios de la carne que hoy existe en el mundo, pero debemos adaptarnos con modelos flexibles y dinámicos, por supuesto, asumiendo riesgos”, sintetiza Angelillo.

“Estamos con mucha expectativa con el negocio. Tenemos para seguir creciendo, en la cría y la recría no vemos techo todavía, creo que todo lo que produzcamos lo vamos a poder colocar en los mercados”, concluye Elizalde.