Por Agroempresario.com
“Las empresas familiares tienen un doble desafío porque, cuando hablamos de trabajo, no hablamos solamente de eso; hay emociones, historias y muchas cosas que se mezclan”, destacó Martina Cruzzolin, segunda generación de la empresa familiar Cruzzolin Materiales Eléctricos, en una entrevista con Agroempresario.com. En esa línea, contó que, en su caso, contrató un coach que ayuda a la familia y a los jefes de área “en todos los procesos de cambio que tienen desafíos importantes a la hora de acordar voluntades y planes de acción”.
La empresa nació hace 53 años como un pequeño local de materiales eléctricos y hoy está muy bien posicionada en el rubro en Argentina: “Tenemos una muy amplia gama de clientes que va desde montadores industriales, electricistas y todo tipo de industrias, desde empresas nacionales hasta multinacionales; también fabricantes de máquinas y del sector de la construcción”, detalló Martina y aclaró que junto a su papá y su tío, dueños de la empresa, comercializan todo tipo de equipamiento eléctrico, “desde iluminación hasta motores y cables de media tensión”.
“La dirección siempre está en cabeza de mi papá y mi tío. En lo últimos años hemos trabajado bastante fuerte en redefinir los roles, los alcances que tienen y en tratar de separar el lado accionista de la dirección y la ejecución, así como separar lo operativo de lo estratégico”, subrayó Martina, quien trabaja en la empresa familiar desde los 18 años, sin descuidar su formación universitaria: “Hice mi carrera y trabajaba en el verano; después empecé a trabajar medio día con mucha flexibilidad porque tenía exámenes. Cuando me recibí, me incorporé full time y empecé a hacer una rotación en las distintas áreas y ver qué era lo que más me gustaba”. Hoy, la empresa cuenta con una estructura más sólida y profesional con jefes de área y un comité de dirección integrado por Martina, su papá y su tío, quienes además se desempeñan como dueños.
Como toda nueva generación, Martina llegó a la empresa con la idea de implementar cambios y mejoras; en sus inicios, se enfocó en mejorar los procesos y las operaciones. Hoy, cuenta que se ve manifestado un cambio fuerte en el sistema: “Nos fuimos renovando y armando una estructura más sólida y profesional. Ahora los dueños no están tan atados a la operación; nos asesoran, cuidan y orientan permanentemente. Pero fue un camino difícil, de varios años y ese camino sigue porque la empresa va cambiando, el país va cambiando, las necesidades van cambiando y es algo que nunca termina”.
Todo cambio, sobre todo en las pymes, produce un quiebre; Martina señaló que la mayor crisis de la empresa fue la decisión de seguir apostando a futuro y a seguir trabajando y profesionalizando: “Lo fuimos llevando y trabajando con buenos resultados”, concluyó.
“Si hay una empresa familiar, pyme mayormente, que dice que esto se transita en armonía no le creo”, manifestó Martina haciendo hincapié en las dificultades que conlleva incorporar nuevas generaciones familiares al ámbito empresarial. “Obviamente que cuanto más planificada sea la incorporación, más exitoso será el resultado en cuanto a la armonía familiar y empresarial”, agregó.
Con la idea de estar en permanente desarrollo y formación, Martina se suma a diversos cursos técnicos y de liderazgo para poder capacitarse y trasladar a su empresa todo lo aprendido: “Un curso que estuvo muy bueno es el que hicimos en Fundación FLOR, que tiene más perspectiva de género porque es de Andrea Grobocopatel; está muy bueno porque orienta hacia un liderazgo moderno en rubros históricamente machistas y nos empodera para cambiar ese paradigma”, subrayó y resaltó que, al ser parte de una nueva generación dentro de la empresa familiar, encontrar “su propia voz” y hacer valer nuevas opiniones es fundamental, “porque venimos de empresas de muchos años donde había estilos de liderazgo más antiguos”; por eso la capacitación ayuda a redefinir y actualizar viejos formatos, “siendo coherente con uno mismo y estando cómodo con lo que uno piensa”.
Gracias al curso en FLOR, Martina formó vínculos con otras empresas y mujeres de distintas organizaciones; allí le acercaron la invitación a la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios (UNAJE), asociación de la cual forma parte activamente: “Es una organización muy linda porque no es sectorial; tiene jóvenes empresarios de distintos segmentos y rubros”, señaló. En UNAJE, los miembros pueden participar de una agenda amplia que ayuda en la “profesionalización e internacionalización de empresas, además de compartir buenas prácticas”. Tal como señaló Martina, aunque la organización la integren distintos tipos de empresas, “hay desafíos y problemas que son iguales para todos. Tenemos una metodología de acompañamiento en resolución de problemas y demás; es un espacio donde uno puede buscar herramientas de personas a las que le está pasando lo mismo”.
Martina enumeró tres factores que afectan a los empresarios argentinos: los precios y el stock internacional, los costos laborales y el tema impositivo.
1) “Ahora se están dando un par de situaciones que son muy coyunturales de este último año y pico; nosotros no importamos directo pero estamos teniendo un faltante enorme de material, insumos, equipos, productos; el tema de la guerra, el COVID y el aumento de costo de fletes a nivel internacional está afectando muchísimo a todo lo que tiene que ver con comercializar productos porque varían los precios en dólares permanentemente”, describió Martina, indicando que es un problema mayor a la cuestión del tipo de cambio presente históricamente en Argentina: “Esto hace más difícil cerrar negocios porque las condiciones no son claras; se suma la inestabilidad normal que tenemos en este país”.
2) Por otro lado, otra cuestión que afecta a las empresas argentinas, sobre todo a las pymes, son los costos laborales. Según Martina, “hay mucho por hacer acá porque sabemos que hoy las leyes no están hechas para apoyar la generación de trabajo genuino, que es lo que necesitamos, que nos apoyen para que podamos segur tomando gente y tener ganas de seguir invirtiendo en el país”.
3) “Hay muchas pymes que siguen trabajando por la pasión porque en realidad lo impositivo tiene una carga súper alta y ahoga bastante”, manifestó Martina y lamentó que no haya expectativa de que eso vaya a cambiar pronto: “Es siempre estar haciendo malabares y viendo cómo poder seguir trabajando y dando un buen servicio profesionalizando a las empresas. Pero tenemos que tener en cuenta que no es un tema menor; uno puede estar vendiendo un montón y tener ganas de crecer pero, lamentablemente, esto es un ancla. Esperemos que en algún momento mejore porque, sino, no va a haber tanta gente que quiera apostar al país”.
En el caso puntual de Cruzzolin, Martina describió las expectativas de la empresa a corto y mediano plazo: “Seguir el camino de profesionalización que hemos empezado hace unos años, seguir creciendo y ampliando nuestra cartera de clientes. Queremos seguir trabajando y adaptándonos a lo que va pasando porque, como nosotros comercializamos, tenemos el tema de la digitalización en la agenda; el mercado está cambiando mucho y la pandemia aceleró eso positivamente”.
Como segunda generación, expresó que, cuando los dueños actuales dejen de participar activamente en la empresa, su deseo es “poder seguir transmitiendo los valores que ellos nos han transmitido porque son más de 50 años en los cuales hemos hecho siempre negocios de una manera coherente; me gustaría que la empresa siga creciendo pero no perder la esencia y el ADN nuestro”.