En Río Negro y Neuquén se cultivan aproximadamente 100 hectáreas de uva de mesa para abastecer la demanda del mercado interno regional y de otras provincias pampeanas y patagónicas. Frente a la oportunidad de ampliar la oferta de estos cultivos alternativos a los frutales de pepita, el INTA Alto Valle evalúa un sistema conocido como “Open Gable” o “Sistema Y”, ya difundido en los principales países productores de uva de mesa.
“Adoptamos este sistema para evaluar sus ventajas frente al sistema tradicional de cultivo en parral porque permite obtener uvas con la misma calidad, a lo que se suma una mayor eficiencia del uso de la mano de obra”, señaló Mario Gallina –técnico en vid del INTA Alto Valle–.
El Open Gable es el sistema elegido para cultivar uvas de mesa en los principales países productores como Perú, Chile y Sudáfrica. A diferencia del parral, este método desarrolla el cultivo de uva en filas independientes que permiten hacer la plantación en años sucesivos, según las necesidades de cada escala de producción. A su vez, el sistema está formado por una estructura en forma de “y” con “alas” o “crucetas” perpendiculares a la dirección de la fila que tienen un ángulo variable de apertura.
“Luego de dos podas consecutivas, los brotes se desarrollan sobre cordones laterales en el sentido de la fila, los racimos caen a una altura de 1,40 y 1,60 metros del suelo y quedan más al alcance del operario”, señaló Gallina y remarcó: “esto permite prescindir de pequeñas escaleras para trabajos en altura, que muchas veces se necesitan en un parral”.
Entre las principales ventajas se destacan una mayor eficiencia del trabajo de la mano de obra y mayor seguridad para los equipos de operarios debido a que la altura a la que se encuentran los racimos es más baja, no utilizan escaleras para las tareas de cosecha y mantenimiento y se reducen los accidentes laborales.
“A diferencia del parral que tiene toda una estructura de alambres perpendiculares, este sistema con alambres en una sola dirección permitiría el ingreso de maquinaria para mecanizar la poda en verde de los extremos de los brotes. Con esto se mejora la entrada de luz y ventilación, favoreciendo una menor ocurrencia de enfermedades causadas por hongos que afectan a la vid cuando hay órganos mojados y altos niveles de humedad.”, señaló Gallina.
Los países que trabajan con Open Gable o Sistema Y, cuentan con las estructuras metálicas de apoyo para su montaje (postes verticales, alas oblicuas y crucetas). El material más usado es el hierro galvanizado con varias perforaciones en el poste vertical que permite regular la inclinación y altura de las alas para los alambres que soportan el follaje. En esta región, los técnicos proponen la construcción de estructuras con materiales alternativos como postes, maderas y perfiles metálicos para herrería.
De acuerdo con el especialista, el sistema tiene una densidad de plantas similar al tradicional en parral y se están evaluando los costos de implantación por postes, alambres y alas. Por el momento, hay una adopción incipiente de este sistema en chacras de Senillosa, Centenario, Valle Medio y Alto Valle.
Las variedades más demandadas por el mercado interno son las rojas (Red Globe) o negras (Alfonso Lavallé); y las rosadas de sabor a moscatel (Serna), conocida en la región como Moscatel sin semilla.
Una producción normal y estable promedia los 20.000 y 25.000 kg / ha, con posibilidad de conservar en frío la producción hasta junio o julio (según la variedad) y comercializarlas cuando se obtienen mejores precios.
Para Gallina, la inversión sobre este sistema se recupera en poco tiempo: “Se trata de una actividad rentable que en los últimos años fue traccionada por una demanda sostenida del mercado interno y local”, concluyó.
INTA