uando hablamos del suelo nos estamos refiriendo a la corteza de la superficie terrestre, que puede tener un espesor variable. Normalmente el suelo es considerado hasta la profundidad donde llegan las raíces de los árboles.
La formación de los suelos depende de un largo y complejo proceso de descomposición de las rocas, en el cual intervienen factores físicos, químicos y biológicos. La interacción de estos, como factores ecológicos, provoca la desintegración de los minerales que, unidos a los restos de animales y plantas en forma de materia orgánica, originan el suelo.
Si uno realiza un corte vertical en un suelo maduro se podrán distinguir capas que se llaman ‘horizontes’.
La roca madre le brinda diferentes colores, fertilidad y contenido de sales además de la posibilidad de retener distintos porcentajes de agua.
La superficie natural de suelos productivos es limitada y se encuentra sometida a una creciente presión debido a la intensificación y el uso competitivo que caracteriza el aprovechamiento de los suelos con fines agrícolas, forestales, pastorales y de urbanización, y para satisfacer la demanda de producción de alimentos, energía y extracción de materias primas de la creciente población.
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