El síndrome de amarillamiento del garbanzo (SAG) es una anomalía del cultivo del garbanzo que se caracteriza por la presencia de clorosis, disminución en el crecimiento de la planta y, en los casos más severos, pérdidas en el stand de plantas.
Desde 2018 a la actualidad, se registró una fuerte disminución del área sembrada con garbanzo en la Argentina. Si bien esta situación se debe a diferentes causas, los problemas sanitarios como el SAG, juegan un papel muy importante.
Un reporte del INTA señala que se trata de una problemática multicausal e involucra factores tanto bióticos (hongos, virus e insectos), como abióticos. Silvina Pastor, investigadora del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE) del Instituto, afirmó que “de los agentes bióticos, el hongo de suelo, principalmente el género fusarium sp, es el detectado con mayor frecuencia para esta sintomatología, sin embargo, también están presentes otros géneros de hongos como rhizoctonia sp. y macrophomina sp. En algunas campañas, como la de 2019, se observó también una importante presencia de la mosca barrenadora de la soja (melanagromyza sojae) afectando al cultivo”.
“Con relación a los virus, se ha identificado la presencia de virus fitopatógenos como bean leaf roll virus (BLRV), soybean dwarf virus (SbDV), alfalfa mosaic virus (AMV) y cucumber mosaic virus (CMV) en plantas con SAG”, agregó Patricia Rodriguez Pardinaa, investigadora del IPAVE/INTA.
Actualmente, el IPAVE-INTA junto con Juan Pablo Edwards Molina, investigador de la EEA INTA Balcarce, llevan adelante estudios epidemiológicos en Córdoba, Catamarca, Santiago del Estero y Salta, para determinar qué variables ambientales o de manejo influyen en la enfermedad.
Es probable que, bajo condiciones ambientales desfavorables para el normal desarrollo del cultivo, el estrés abiótico provoque esta sintomatología. Además, el efecto “carryover” o la residualidad de los herbicidas en el suelo, así como problemas edáficos, contribuyen a incrementar la incidencia de plantas con amarillamiento. Por todo esto “al tratarse de una problemática multicausal, es complejo definir medidas de manejo dirigidas a disminuir su incidencia”, afirmó Bruno Pugliese – becario doctoral INTA-CONICET-IPAVE–.
La principal recomendación para los productores es “sembrar semilla de buena calidad sanitaria”, afirmó Pastor y agregó: “esta medida de manejo es útil para toda enfermedad transmitida por semilla, para no incorporar o aumentar el inóculo de hongos fitopatógenos”
El garbanzo es, a escala mundial, la tercera leguminosa alimenticia más importante, después del poroto común y la arveja. En nuestro país es una de las legumbres de menor consumo y su producción, mayoritariamente para exportación, se concentra principalmente en Salta, Córdoba y Tucumán.
Los estudios de diagnóstico de agentes causales se iniciaron en 2018 mediante el grupo de sanidad de garbanzo del IPAVE-INTA como consecuencia de la presencia de la enfermedad en las zonas de cultivo de Salta y Tucumán. Situación similar fue observada en el norte de Córdoba el mismo año. Pastor afirmó que “se llegaron a detectar niveles de incidencia de hasta el 60% en lotes de Córdoba”. Durante la campaña 2021, el Cluster de garbanzo Córdoba llevó adelante una red de ensayos del cultivo para diagnosticar los agentes bióticos vinculados al SAG.
Durante las últimas dos campañas, en las provincias que forman parte del Chaco semiárido, como norte de Córdoba, Santiago del Estero y Salta, se registraron lotes con diferentes niveles de afección. “Algunos con baja presencia de la enfermedad, con incidencia entre el 1 y 5 %, lotes con presencia media -incidencia del 5 al 10 %- y otros muy afectados -hasta el 40 %-” afirmó Pugliese.
La Argentina disminuyó sensiblemente la superficie destinada a cultivo de garbanzo, situación en la cual esta problemática sanitaria tiene gran influencia. Pugliese afirmó que “si no se soluciona este tipo de problemáticas sanitarias que afectan al cultivo, puede que no se revierta esta tendencia” y agregó: “Esto implicaría una pérdida de una importante producción para el país y el deterioro de una cadena de valor que involucra a numerosos actores en la región productora”.