n equipo de científicos secuenció el genoma completo de la zanahoria. El descubrimiento, liderado por la Universidad de Wisconsin–Madison de los Estados Unidos, en el que participó un investigador del INTA y el Conicet, permitirá comprender el origen, el color y el valor nutricional de una de las hortalizas más consumidas en el mundo. Esta información, que va a permitir obtener variedades mejoradas.
La descripción completa del ADN de la zanahoria Daucus carota muestra las claves genéticas de su característico color naranja, su valor nutricional y su evolución. El equipo dirigido por Philipp Simon, de la Universidad de Wisconsin–Madison, identificó más de 32.000 genes, de los cuales más de 10.000 son exclusivos de la hortaliza.
Entre los hallazgos que se describen en el artículo, se encuentra la identificación del gen responsable de la alta acumulación de beta-caroteno, un precursor de la vitamina A, en la raíz de la zanahoria. “Este gen, que permite acumular pigmentos carotenoides, es uno de los dos genes responsables de la conversión de color blanco (tipo salvaje ancestral) a naranja”, explicó Pablo Cavagnaro, especialista en hortalizas del INTA La Consulta –Mendoza– e integrante del equipo de investigación internacional.
Cavagnaro fue uno de los responsables del desarrollo del mapeo genético, esto significa el análisis de cada una de las miles de partes que componen las secuencias. “Obtener el mapa nos permitió tener la información de todos los genes; a partir de eso, pudimos identificarlos, saber dónde están y qué funciones cumple cada uno”, indicó el investigador.
Con la información de toda la secuencia del ADN, los científicos buscan entender cómo se produjo la domesticación de este vegetal, descubierto en Asia central hace alrededor de 1.100 años y cuyo color era amarillo o violeta. “Saber cuál es el fragmento del ADN responsable de ese color naranja característico, nos va a permitir obtener cultivares con más cantidad de vitamina A, por ejemplo”, señaló el investigador del INTA La Consulta.
“Esta información nos ayuda a identificar, no sólo, los genes que intervienen en la producción de pigmentos, sino aquellos que determinan la resistencia al estrés, los que controlan el crecimiento, la floración y la producción de semillas”, describió Cavagnaro y agregó: “Rasgos fundamentales para la producción agrícola”.
De la investigación, iniciada hace cuatro años, participaron más de 22 investigadores de seis países –Estados Unidos, Argentina, Italia, España, Polonia y China–. La información obtenida permitió comprender cuál fue el origen y evolución de la hortaliza, al comparar la secuencia con genomas de otros cultivos, encontraron que la zanahoria se separó de la uva hace 113 millones de años, del kiwi 101 millones de años y del tomate hace 90 millones de años.
Para Claudio Galmarini, coordinador del Programa Nacional Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA, este logro es muy importante debido a que permitirá avanzar en el mejoramiento genético de la hortaliza.
“Con la información ordenada de los genes progresaremos en el desarrollo de nuevos cultivares con mayor valor nutricional”, señaló y agregó: “Desde el Programa de Hortalizas del INTA buscamos la diversificación de la producción”.
El mejoramiento genético es una herramienta fundamental en la diferenciación de las hortalizas. Por esto, Galmarini afirmó que “contar con el genoma de zanahoria secuenciado nos facilitará la obtención de nuevos cultivares con mayor contenido de carotenoides, principal fuente de la vitamina A”.
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