El campo no sería el único damnificado por la fuerte sequía que está sufriendo gran parte del territorio argentino. El impacto del fenómeno meteorológico también podría afectar la producción de biocombustibles y tener una incidencia directa en el downstream.
“Todavía no se siente, pero si la situación se complica como parece, habrá impactos negativos en todo el complejo agroindustrial, tanto en volúmenes como en precio”, anticipa a este medio el referente de la Liga Bioenergética y presidente de la Cámara Santafecina de Energías Renovables, Juan Facciano.
Según el Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, la provisión de materia prima sólo se verá amenazada en el caso del bioetanol de caña de azúcar, pero no en el bioetanol de maíz o en el biodiésel, ya que la demanda del sector representa una parte muy pequeña respecto a la producción.
“En el caso de la soja, se usan 11 millones de toneladas, entonces por más reducción importantísima, se puede abastecer sin problema la industria local de biodiésel. En el caso del etanol de maíz, se usa aproximadamente el 3%, entonces habrá maíz de sobra. Ya en la caña, la situación es mucho más comprimida y puede llegar a haber faltantes”, indicó a EOL.
De todos modos, el mercado de biodiesel podría verse perjudicado por una menor demanda de gasoil a raíz de la merma en la actividad agropecuaria. “Si se cosecha menos, se consume menos gasoil, por ende, se corta menos por biodiesel”, dice Molina, quien remarca el contraste con el gasoil utilizado por el parque térmico que no utiliza biocombustibles y sí será más demandado frente a la esperada reducción de generación hidroeléctrica provocada por la falta de lluvias.
En cuanto al efecto sobre los precios, el panorama más complicado se proyecta en la soja, donde Argentina está entre los tres mayores productores globales y, por lo tanto, una caída en sus volúmenes repercute inmediatamente en la cotización de Chicago.
En ese sentido, los productores de biodiesel tendrían que abastecerse de su principal materia prima a un precio mayor, en un contexto en el que la Secretaría de Energía no se muestra muy proclive a autorizar traslado de costos al surtidor por el programa Precios Justos acordado con las petroleras.
“El precio está frenado porque lo ataron al incremento del 4% por mes hasta marzo que les dieron a las petroleras. Veo muy difícil que se autorice un ajuste del surtidor por culpa del biodiesel”, sostiene Facciano.
El acuerdo tiene vigencia hasta marzo, pero la intención del Gobierno es prorrogarlo por cuatro meses más con incrementos mensuales más cercanos al 3% para ayudar a la creación de menores expectativas inflacionarias.
El problema es que, si los productores de biocombustibles reclaman un mayor precio, las refinerías no van a querer aceptar absorberlo e irremediablemente va a tener que trasladarse a surtidor. Sobre todo, teniendo en cuenta que el dólar soja 1 y 2 también achicaron los márgenes de los productores al encarecer el abastecimiento del poroto.
“El dólar soja en teoría no existe más, pero deja secuelas. El mercado no se perfecciona automáticamente. Además, como se habla del dólar soja 3, hay una actitud de retener los granos. Las plantas de crushing van a aumentar su capacidad ociosa, que ya era alta, porque les va a faltar soja. Y, en un negocio de capital intensivo, cuando te aumenta la capacidad ociosa, los costos se te van por las nubes”, explica Molina.
Por el momento, el Gobierno no ha decidido ninguna medida paliativa para este sector y confía en que los efectos de la sequía no sean tan graves, tal como sostienen desde Estados Unidos. “Chicago por el momento no está reflejando la pérdida de cosecha argentina porque el Departamento de Agricultura de Estados Unidos está calculando una pérdida del 10%, un porcentaje mucho menor a los cálculos locales”, indica el analista de mercados, Francisco Uriburu.
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