El panorama climático plantea un enorme desafío para la producción agrícola y las legumbres no son la excepción. Para los porotos, la principal legumbre producida en Argentina, con una importancia central en el NOA, las cartas todavía no están jugadas en la campaña 2022/23, pero para las arvejas y las lentejas, especies cultivadas principalmente en la zona centro del país, el partido terminó y según Gabriel Prieto, especialista en legumbres del la Agencia De Extensión Rural Arroyo Seco del INTA, fue “la peor campaña de la historia” debido al grave déficit de lluvias y a las heladas atípicas.
Prieto detalla que en la zona núcleo -centro y sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires-, se sembró no más del 20 por ciento de lo que se había estimado y la pérdida fue prácticamente total. “Muchos productores igual cosecharon para tener algo de semilla, pero recolectaron menos de lo que habían sembrado”, dice, y aclara que hacia el centro oeste de Buenos Aires y en el oeste entrerriano la situación fue un poco mejor.
El dato oficial de la Secretaría de Agricultura aun no se encuentra disponible, pero vale destacar que en la campaña 2021/22 se habían sembrado 112.642 hectáreas de arvejas y se habían cosechado 296.957 toneladas, con un rinde promedio de 2.641 kilos por hectárea.
“Lo más complicado es lo que se viene. Por primera vez hay campos de la zona núcleo que no se sembraron en verano, el panorama es dramático, hay quebrantos muy grandes”, dijo Prieto, y de cara a la próxima campaña de arvejas y lentejas advirtió que habrá baja disponibilidad de semillas.
“En el país se siembra alrededor de 100.000-140.000 hectáreas de ambas especies, para lo cual se necesitan entre 20.000 y 25.000 kilos de semillas que no creo que vayan a estar disponibles”, dijo.
Las compañías semilleras ya están haciendo las gestiones correspondientes para la importación de semillas, pero seguramente se vea limitada la superficie a sembrar.
De todos modos aun quedan cuatro meses para la ventana de siembra, que en el caso de la arveja va de principio de junio a principio de julio y en el caso de las lentejas de fin de junio a fin de julio.
Mientras tanto, Prieto recomienda ir adelantando convenios de producción con las empresas para asegurarse las simientes, pero sin quitarle el ojo a algunos problemas que los productores deberán seguir de cerca en el lote. Uno de ellos, por supuesto, es la carga de humedad en el perfil, ya que la región viene con un déficit muy importante y deberá llover suficiente para arrancar la siembra. “Las legumbres no tienen tantas chances como el trigo de buscar agua a través de la perforación que hacen las raíces”, explica el técnico. Luego agrega que otra razón por la que las lluvias son vitales es para promover la actividad microbiana en el suelo y que los herbicidas utilizados en verano lleguen a degradarse. “Hay que tener en cuenta qué principios activos se usaron, en qué dosis y en qué fecha fueron aplicados”, recomienda.
A pesar de las dificultades que presenta la foto actual, el especialista del INTA alienta la incorporación de las legumbres en las rotaciones como una herramienta de diversificación, y asegura que en materia de rentabilidad en muchas zonas la combinación arveja/maíz es “más que interesante”.
Clarin Rural