a frutilla es unas producciones características de la zona costera de Santa Fe. Con 300 hectáreas plantadas en Coronda y 40 entre Arroyo Leyes y Santa Rosa de Calchines, es una de las tantas que está cercada por el avance inmobiliario sobre predios productivos.
Como respuesta a esta problemática, y buscando alternativas tecnológicas para optimizar el uso del espacio físico el INTA Santa Fe -junto a productoresy proveedores de insumos- lleva adelante por segunda campaña consecutiva un ensayo de producción semi-hidropónica de frutillas en Desvío Arijón (distrito Coronda).
Esta es una técnica que comenzó a utilizarse en 2017 en tres campos productivos y se expandió a seis en 2018 utilizando sustratos inertes, bajo macrotúneles y en altura.
«Estamos trabajando con producción en semi-hidroponia. A diferencia de la hidroponia, que promueve el cultivo sobre agua, en este sistema los plantines se desarrollan en un sustrato alternativo a la tierra y reciben aportes nutricionales a través del riego con aplicación de fertilizantes. El objetivo es duplicar la densidad de plantación, utilizando diferentes niveles de altura y disminuyendo la distancia entre plantas”, señaló la Ing. María del Huerto Sordo, responsable del ensayo en el INTA Monte Vera.
Según estimó la especialista, esta nueva tecnología permitiría acrecentar la producción y los rendimientos por unidad de superficie a través de la disminución de la distancia entre plantas ( 15 centímetros en vez de los 30 convencionales), y la implantación a diferentes niveles de altura. Asimismo reduciría el uso de agroquímicos, el uso de agua (los turnos de riego pasarían de 30 a 5 minutos diarios promedio) y mejoramiento de las condiciones de trabajo de los cosechadores.
«La semi-hidroponia disminuye el uso de agroquímicos. Al perder el contacto con el suelo, la planta baja su carga de patógenos e insectos. Al no requerir desinfección de suelos -una práctica habitual en el cultivo- estamos eliminando el uso de bromuro de metilo y sus derivados, que son los productos químicos más contaminantes. Además, mejora las condiciones de trabajo de los cosechadores ya que la persona no necesita agacharse para trabajar en el deshojado, limpieza de plantas y cosecha, mejorando, a su vez, el tiempo de cosecha» explicó Sordo.
En referencia a lo económico, comentó que la principal desventaja es la inversión inicial, que es el doble de la de un sistema convencional.
Para que su implementación sea viable, entonces, se deben encontrar alternativas que mejoren el rendimiento. “En nuestro caso particular, se conservaron las plantas y el sustrato para un segundo año de producción. Esta decisión requirió cuidados en verano (conservación bajo media sombra) y podas. En la actual campaña, las plantas conservaron su potencial productivo en calidad y cantidad, con rindes de entre 30 y 35 toneladas por hectárea” afirmó.
Pese a los contratiempos económicos, Sordo aseguró que «los productores tienen interés por estos sistemas porque perciben que a futuro será la tecnología que les va a permitir producir en los bordes urbanos donde las dimensiones de los lotes es pequeña».
Ruralnet