¿En qué consiste el cluster maicero cordobés y cómo replicarlo y expandirlo? Bioproductos en la mira

El caso de la provincia mediterránea, el plan del Consejo Agroindustrial y la veta de los bioproductos dan margen para el optimismo

jueves 08 de junio de 2023

“¿Cuándo fue que Dios se hizo cordobés? ¿Cómo hizo la provincia en los últimos 20 años para volverse el núcleo maicero argentino?”, planteó Roberto Bisang, docente del Instituto Interdisciplinario de Políticas Públicas de la UBA y moderador del panel.  

Gonzalo Agusto, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Córdoba, contó que la provincia pasó de tener cerca de 1,5 millones de hectáreas sembradas con maíz en la campaña 2008/09, a casi 3,5 millones en el último ciclo. En rigor, mostró, el envión maicero se inició en 2016, cuando las retenciones sobre el cereal se redujeron a cero. Desde ese año, el volumen de maíz, que iba a la zaga, superó al de soja, casi duplicándolo en 2021/22, y más que duplicándolo en la campaña 2022/23, muy afectada por la sequía. 

Más allá de las oscilaciones atribuibles al clima, el hecho es que mientras en la primera década del siglo Córdoba producía unos 10 millones de toneladas de maíz al año, en la segunda produjo 18 millones. En el ínterin, gracias a la enorme variedad de usos del maíz, se desarrolló en la provincia un cluster maicero. Existen 17 establecimientos de molienda seca, que digieren 83.000 toneladas de maíz para hacer polenta, sémola y hommity grits para copos, y podrían procesar más de 200.000 toneladas anuales. La molienda húmeda (producción de glucosa, maltosa, dextrosa, fructuosa, malto dextrina, colorante, dextrinas y colas y almidones modificados) da cuenta del 23% de la capacidad nacional desde dos plantas de Arcor, que exporta a todo el mundo y procesa 350.000 toneladas de maíz al año. 

Córdoba también consume 815.000 toneladas anuales de maíz en 264 feedlots y 18.200 establecimientos ganaderos con unos 9,7 millones de cabezas (9% del total nacional). Otras 730.000 toneladas del cereal se destinan a la producción láctea (2.650 tambos, 495.000 vacas lecheras, 3.600 millones de litros de leche al año). Unas 444.000 toneladas abastecen la producción de carne porcina (11.700 establecimientos, mayormente pequeños) y 273.000 toneladas alimentan la producción de carne aviar y huevos (cerca de 300 granjas de distinto tipo). No obstante, la principal demanda proviene de la producción de bioetanol: Córdoba explica el 73% de la producción nacional de este biocombustible, al que destina 1,3 millones de toneladas de maíz. 

Así, Córdoba logró procesar 1 de cada 4 toneladas del maíz que produce “en cantidad y calidad”, gracias a la buena vinculación entre los sectores público y privado, y reglas de juego claras, concluyó Agusto. Y lo haría mucho más bajo condiciones macroeconómicas estables. 

Nelson Illescas, experto del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), se refirió a la necesidad de mejorar la inserción internacional del maíz local, en aspectos como infraestructura y costos logísticos, investigación y desarrollo, barreras comerciales y normativas, mayor diversificación, énfasis en sostenibilidad ambiental y apoyo a los productores. 

Hacen falta camiones y rutas adecuadas y contenedores refrigerados, señaló a modo de ejemplo, más teniendo en cuenta la distancia que recorre el producto argentino para llegar al consumidor externo: en promedio, más de 10.500 kilómetros, contra 9.300 en el caso de Brasil, 8.500 de Estados Unidos, 5.200 de la India, 3.800 de Francia, 3.200 de Ucrania y 2.900 kilómetros de Rusia, precisó Illescas. Logística y facilitación de comercio se vuelven muy relevantes y permitirían aprovechar que la Argentina está muy cerca de la frontera tecnológica mundial, al punto de ser el segundo adoptante global de productos genéticamente modificados, agregó. 

Con todo, la mayor contra es que mientras la mayoría de los países maiceros ayuda a sus productores, con extremos como Noruega e Islandia, donde más del 50% del ingreso maicero es apoyo fiscal, o China e Indonesia, donde bordea el 20%, en la Argentina el productor maicero soporta una detracción fiscal que en los últimos tres años aumentó hasta rozar el 20. 

Hay que trabajar en certificación de huella hídrica y de carbono y avanzar en negociaciones internacionales, dijo Illescas: la Argentina tiene solo 9 acuerdos comerciales registrados en la OMC, contra 40 de la Unión Europa y 23 de Chile, y perdió clientes como Chile y Perú, abastecidos ahora, gracias a Acuerdos de Libre Comercio, por Estados Unidos. 

Semejante panorama, dijo Julio Calzada, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), está estrechamente ligado a políticas públicas, y destacó las propuestas para el maíz del Consejo Agroindustrial Argentino, que, más allá de lo que pueda criticarse, “es una hoja de ruta para ampliar la industrialización del maíz”. El plan apunta a pasar de USD 60.000 a 100.000 millones anuales en exportaciones agroindustriales, en base a medidas como las del proyecto de ley de fomento al sector agroindustrial, hoy varado en el Senado de la Nación. El maíz y la soja aportarían 40% del aumento de las exportaciones, a partir, en el caso del maíz, de medidas como la aceleración de la amortización de bienes de uso, cambios en el manejo del IVA (que hoy pesa en especial sobre la producción de carne porcina), reducción de las retenciones sobre el maíz y el trigo de 2 puntos por año (3 por año para la soja) y ley de riesgo agropecuario que expanda las opciones, hoy limitadas a granizo e incendio. Si todas esas medidas se adoptaran, dijo Calzada, la producción agrícola argentina podría aumentar de 120 a 180 millones de toneladas anuales. El maíz aportaría el 40% de ese extra.    

Calzada mencionó también un estudio preliminar de la BCR sobre las posibilidades de expansión de producción y usos del maíz, que llevaría el consumo interno de los 19 millones actuales a 33 millones hacia 2033 (incluido un aumento de la producción de carnes, de 6 a 9 millones de toneladas anuales). 

Cambios de política pública al margen, ¿qué debería cambiar el sector privado?, fue la pregunta final de Bisang. La cadena de valor del maíz cumplió, respondió Calzada: productores, semilleros y el sector de maquinaria agrícola hicieron su parte. Pero la investigación se limitó a los ejes y consumos de maíz más tradicionales. “Falta avanzar en bioplásticos. Hay que poner dinero en investigaciones sobre conocimiento científico en plásticos y aplicación de maíz en otros rubros. Es algo que no tenemos, ahí estamos patinando”, advirtió. 

“El cerco sobre los combustibles fósiles se cierra cada vez más, y nos invita a ser creativos sobre su reemplazo”, acotó Illescas sobre los bioproductos. “Hay mucho haciéndose y por hacerse, y los compromisos de neutralidad de carbono están a la vuelta de la esquina. Para la Argentina, implican alcanzar la neutralidad en 2050. Eso significa, dijo, más biomasa, más bioinsumos, más química verde.

 

Maizar

 

Invertí en periodismo de calidad

En Agroempresario trabajamos para acercarte contenidos que agregan valor.
Quiero suscribirme

Todas las Categorías

¡Envianos tus Contenidos!

Difundí tus Ideas, Conocimientos, Experiencias, Opiniones y Proyectos.


¡Juntos el Campo es más fuerte!











¡Juntos por la eliminación
de las Retenciones!

Te invitamos a contarle a todos los argentinos por qué es bueno eliminar las Retenciones.

¡Sumá tu Stand!

Publicá tu marca en la plataforma líder del agro y aumentá tus ventas hoy.

Recibí los mejores contenidos

Suscribite a nuestro Newsletter y sigamos agregando valor.

Agroempresrio

¡Contenidos que agregan valor!