Desarrollo Económico & Social / Desarrollo Territorial

El agro argentino y la participación política: una historia difícil de más de un siglo, y algunas claves

Un historiador y dos personas del agro que participan políticamente a distinto nivel disertaron en el panel “¿Participación? La fiaca cívica tiene un costo”,


“El agro es uno de los sectores más importantes y pujantes del país, y por eso la participación política es fundamental”, planteó Ignacio Garciarena, productor agropecuario y moderador del panel. “La participación genera una sociedad civil robusta, confianza, intercambio de información y, como decía Aristóteles, amistad cívica”, agregó. Así, el eje fue reflexionar sobre la participación política del agro en la Argentina, tanto desde un punto de vista histórico, como desde la experiencia directa de dos personas ligadas al campo.

El historiador Roy Hora dijo que, en los ámbitos ligados al agro, suele creerse que los problemas entre el campo y la política hay que rastrearlos a mediados del siglo XX, con el surgimiento del peronismo (o, con la vista más corta, en las primeras dos décadas del siglo XXI, con el kirchnerismo): se argumenta que, como consecuencia de la cultura política autoritaria, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, el foco en el mercado interno o el peso de la política urbana, la relación entre campo y democracia se quebró. “Me gustaría provocarlos y, sin dejar eso de lado, ir un poco más atrás y mirar cómo se armó esa relación cuando la Argentina por primera vez avanzó en el camino democrático: 1912, cuando la Ley Sáenz Peña volvió obligatorio y secreto el sufragio para los varones”, dijo el historiador. 

Hora recordó que entonces hubo una elección en Capital y provincia, y por primera vez se presentó un partido del campo, que se llamó Defensa Rural y se armó en los salones de la Sociedad Rural Argentina (SRA), en un contexto de conflicto con el gobierno conservador y alza de impuestos. “Una historia que a la SRA no le gusta contar porque no terminó bien”, dijo. Pese a que había muchos grandes propietarios y empresarios, “en las elecciones les fue muy mal, sacaron menos del 2%. Nunca más la SRA se metió en la vida pública como un actor que pretendía tener una voz articulada que representara a la producción”. Para Hora, ni en los momentos en que se impuso el prestigio del campo como motor de crecimiento fue fácil traducirlo en votos.

Dos años más tarde, en 1914, hubo elecciones en la provincia de Buenos Aires y se presentó por primera vez la Unión Cívica Radical (UCR). “Yrigoyen, que era el dueño del partido y tenía mucho feeling, eligió de mascarón de proa al empresario agrario Leonardo Pereyra Iraola, que estaba en el top five del prestigio, un emblema de la tradición modernizadora. Aunque el radicalismo salió segundo, Pereyra Iraola fue diputado cuatro años, pero le fue muy mal: no hablaba en la Cámara. Un colega que lo apreciaba lo definió como ‘cuatro años de silencio’”, contó Hora. 

Esos hechos muestran en parte que “no es fácil la política: la vida pública requiere ciertas destrezas específicas. Hay que aprender, entender cómo es la política, tiene su propia lógica”.

Hora recordó un tercer caso. La Federacion Agraria Argentina (FAA) fue fundada en 1912, en un momento de enorme conflicto entre propietarios y arrendatarios. Como se sentían débiles, los miembros de la FAA buscaron acercarse al que gobernaba, y fueron aliados de forma no siempre explicita del radicalismo mientras gobernó, pero tras el golpe de 1930 tuvieron que cambiar y se acercaron a los conservadores de la llamada Década Infame. “A la Federación Agraria no le gusta recordar que su mejor aliado fue el gobernador Manuel Fresco, el máximo emblema del fraude, método que defendía para ‘frenar a los radicales’”.

Así, para el historiador, “la relación entre campo y democracia fue complicada desde antes de la llegada del peronismo: no tenemos que romantizar lo que pasó hasta entonces”. Para Hora, es muy importante “valorar que desde hace 40 años la Argentina abrazó una democracia constitucional que tiene la aspiración de ser una democracia pluralista, que funcionó, incluso pese a que la Argentina no funcionó. En el plano económico y social fracasamos, en el plano político aprobamos”, dijo. La tarea pendiente es “tratar de ver de qué manera esa democracia puede ser un instrumento para la transformación socioeconómica. Es nuestra gran deuda. Y el campo tiene un papel fundamental para empujar ese crecimiento, crear una macroeconomía más estable, una diversificación más extendida de la matriz productiva, y eso se logra con más compromiso ciudadano y participación”. 

En el plano de la experiencia personal, Sofía de Hagen, especialista en políticas públicas agropecuarias, contó que nació en Chascomús, en una familia agropecuaria que no hablaba de política, pero los sucesos que generó la Resolución 125 del año 2008 despertaron su vocación. “A partir de eso, decidí estudiar Ciencias Políticas, para hacer mejores políticas públicas para el campo, mejorar el campo”, contó la joven, que ya en 2016 fue funcionaria en el Ministerio de la Producción de la Nación y da clases en la Universidad Católica Argentina. 

“No se ama lo que no se conoce”, afirmó De Hagen, y dijo querer transmitir la pasión que siente por el campo y por las economías regionales. Contó que fue candidata a diputada nacional hace dos años para representar al campo, pero perdió. “A veces perdés, a veces ganás, y me estoy preparando para volver a competir . en el equipo de Joaquín de la Torre para el gobierno de 2023”, adelantó.

Jorge Bianciotto, productor agropecuario, explicó que él participa todo el tiempo de todo tipo de actividades, y aconsejó: “Tenemos la obligación de cambiar la mirada, estamos viendo todo el día la parte negativa. Hay que cambiar de la queja a la posibilidad, y ahí es donde la cosa se complica, uno tiene que hacerse cargo de lo que propone”. 

El motor que lo llevó a tener actividad y participación en todos los ámbitos fue que siempre pensó que, si él no se ocupaba de sus inquietudes, nadie iba a hacerlo. “Empecé y descubrí un montón de beneficios a partir de la participación. El que quiere llevar a cabo algo, se debe ocupar. Siempre estamos apurados para ver resultados, pero hay construcciones que no se ven y trascienden en el tiempo”, aseguró.

A su turno, De Hagen destacó la importancia de respetar las diferencias: “Hay que tolerar que hay gente que no piensa como uno y aun así se puede construir. Debemos ponernos de acuerdo en qué modelo de país queremos, ponernos de acuerdo en los principios básicos. La Argentina tiene todos los recursos naturales, todo el conocimiento, la capacidad, tenemos todo para salir adelante”.

 

Maizar

 

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