uestro país es el noveno exportador mundial de té y al negocio lo controlan un grupo de 30 firmas donde se destacan cuatro empresas que controlan casi el 60 por ciento de las ventas al exterior.
A continuación, una reseña de quiénes son y cómo surgieron los cuatro grandes exportadores de té de Misiones, que hoy, a partir de la devaluación y la quita de retenciones, intentan volver a hacer florecer un negocio que se vio afectado en los últimos años por los bajos precios internacionales y la suba de costos internos. Los industriales son hoy centro de las críticas de los productores por el precio que pagan por las materias primas, pero ellos se defienden, argumentando que tampoco la han pasado bien en estos últimos tiempos.
“A mí también me vinieron a ofrecer comprarme la empresa, pero yo soy de acá, mis hijos viven acá y me quiero quedar acá”, dijo a Misiones Online, Enrique “Quique” Urrutia uno de los cuatro grandes exportadores de té de la provincia.
Urrutia es un reconocido empresario obereño, de 55 años, y está al frente de la empresa familiar Las Treinta S.A. junto a su primo Francisco. Su tío abuelo Andrés llegó a Misiones en 1912 procedente del País Vasco y se instaló primero en Mártires y más tarde en Yerbal Viejo, lo que más tarde se convertiría en lo que hoy es la Capital del Monte. Al principio plantaron yerba mate, obligados por ley, décadas más tarde comenzaron las primeras plantaciones de té. Hoy son el cuarto exportador de la Argentina, detrás de Casa Fuentes, Don Basilio SRL y El Vasco S.A.
Salvo Casa Fuentes, la líder del mercado, las otras dos de “las cuatro grandes” de la exportación del té son empresas familiares propiedad de misioneros, con historias parecidas a la de los Urrutia.
Es decir, fueron fundadas por inmigrantes que llegaron a la provincia a principios del siglo pasado y de a poco, en base al tesón y al esfuerzo, lograron construir empresas que llamativamente sobrevivieron a las innumerables crisis económicas del país y a la creciente extranjerización de las firmas familiares que aquejó a la Argentina en los 90 y también en los últimos años a partir de la crisis de las economías regionales.
Casa Fuentes fue fundada en los años 50 por José Fernández García Espinoza, cuando el Gobierno de Perón prohibió las importaciones de té y el empresario empezó a explorar el negocio de plantar té en Misiones. No se trató de un inmigrante llegado a la tierra colorada para labrar un futuro para su familia, sino que operaba como importador de té y café en Buenos Aires. El negocio en las últimas décadas lo manejó Antonio Fernández Espinoza, hijo de José, quien consolidó la posición de Casa Fuentes como principal productor de la Argentina.
Espinoza decidió vender en septiembre del 2014 su firma a la multinacional Finlays, una empresa inglesa que fue fundada en 1700 y posee plantaciones de té en Sri Lanka, Kenia, India y operaciones comerciales en medio mundo.
El Vasco S.A., de la familia Beitía, nació también a partir del empuje laborioso de otro inmigrante de origen vasco. Tomás Beitía Ajuria, quien emigró a la Argentina en 1951 para radicarse en Misiones. Tras años de ardua labor a fines de los años 70 comenzó con las primeras exportaciones de té. Hoy el negocio lo manejan dos de sus nietos. Horacio, que se encarga de la parte de producción, y Crispin, que se dedica a la parte comercial.
El Vasco arrancó en Aristóbulo del Valle, donde tiene dos de sus cuatro plantas. Las otras están en Campo Grande y Jardín América.
Entre El Vasco y Don Basilio se disputan la segunda ubicación en el ranking de exportaciones de té detrás de Casa Fuentes. Por volumen el segundo lugar es de Don Basilio, pero por valor de la mercadería exportada, el escolta es El Vasco.
Don Basilio pertenece a la familia Okulovich, encabezada por Carlos. La empresa la inició su padre, Basilio Okulovich, un inmigrante ruso que llegó a la provincia antes de los años 50.
Mientras los dirigentes agrarios y los productores suelen hacer quedar a los cuatro grandes como los “malos de la película”, lo cierto es que al menos tres de las cuatro empresas exportadores, pertenecen a empresas familiares misioneras. Con empresarios que viven y trabajan día a día con los productores, que echaron raíces en la tierra colorada y que aquí invierten el producto de su trabajo y generan otros emprendimientos que también dan oportunidades a otros comprovincianos.
“Yo todos los días le veo la cara a los productores”, dice Urrutia, en una entrevista telefónica que se realizó el sábado a la mañana. Misiones Online llamó a la fábrica situada en el corazón del centro obereño y quien atendió fue el mismo Enrique. Lejos del imaginario, los grandes exportadores tienen fábricas modernas, con certificaciones de calidad internacional, pero no dejan de ser empresas familiares, medianas, que bien podrían entrar en la categoría de pymes. No superan los 200 empleados en forma directa, pero son muy importantes para la economía de la zona centro.
En cambio, la líder del negocio desde hace un tiempo dejó de ser una empresa familiar y ahora es propiedad de una multinacional de origen británico.
En octubre de 2014 Casa Fuentes fue vendida a la multinacional inglesa Finlays, un gigante que fue fundado en 1700 y que domina el negocio del té a nivel mundial. Ante la pasividad de las autoridades nacionales y provinciales, que dejaron entrar a un gigante -encima de origen inglés-, la operación se concretó sin que ninguno de los empresarios misioneros pudieran hacer siquiera el intento de quedarse con la firma que se ponía a la venta.
Finlays es una empresa que tiene capacidad financiera para dominar el mercado, comprar tierras e imponer nuevas reglas del juego para todos, incluidos los productores. Pero además es un comprador extranjero al que se le permitió comprar tierras en una zona de frontera, algo restringido por una legislación que evidentemente no es lo suficientemente efectiva para preservar zonas estratégicas del territorio nacional del control de los grandes capitales foráneos.
Casi todo el té que se produce en el país viene de Misiones (el 95%) y casi todo el té se exporta (el 93%). En la venta de este producto al exterior (Estados Unidos y Chile son los principales mercados) intervienen 30 firmas, pero los cuatro grandes dominan el 60 por ciento del mercado. La producción anual se aproxima a los 100 millones de toneladas. El precio del té bajó en los últimos años, del récord de 1500 dólares/tonelada (FOB) que se pagaba en 2011. La sobreproducción mundial empujó hacia la baja el precio de un producto que no se forma en las grandes bolsas mundiales como el petróleo o la soja.
Después de la crisis y la devaluación del 2001, el negocio de la exportación del té floreció en la Argentina, con precios competitivos y costos bajos. En rigor, fue lo que sucedió con todas las economías regionales.
Pero de a poco la gran ventaja lograda por la devaluación se fue perdiendo. La economía argentina perdió “músculo” y su dinamismo exportador se volvió “lento y perezoso”. Pasó a ser impulsada por un mercado interno que floreció con la recomposición de los salarios.
Lo que fue bueno para millones de empleados no fue bueno para la Argentina exportadora y el ingreso de divisas. Combinado con un tipo de cambio fijo o casi fijo –el dólar no se movía- y una presión impositiva en aumento, la rentabilidad del negocio exportador empezó a caer. En el té y en el resto de las economías regionales.
Ruralnet