Se tratará a continuación cada elemento en particular explicando cómo se lo encuentra en el suelo, qué fracción sirve para el análisis, fuentes de incorporación, cómo, cuándo y cuánto se debería aplicar de fertilizantes. A modo orientativo, se realizan recomendaciones generales de fertilización, destacándose la problemática más comúnmente encontrada en la zona porotera.
El N es el nutrimento más limitante de los suelos de producción de poroto. Su deficiencia, en general, se presenta a partir del quinto año del desmonte, cuando la materia orgánica ha descendido a la mitad de los valores del suelo original, Se lo encuentra en la materia orgánica, de allí que el análisis químico que se realiza es de N total orgánico y su disponibilidad está regulada por la tasa de mineralización de la MO activa. La descomposición de la misma depende de la relación C/N de las sustancias orgánicas y está regulada por las precipitaciones, en el caso de los cultivos a secano, o los riegos. En la región porotera del NOA no se han registrado falta de microorganismos ni problemas de temperaturas.
Fertilizantes: El más usado es la urea por su alta concentración en N (46%) y por su precio más bajo. El inconveniente que presenta es que debe ser enterrada inmediatamente después de aplicada o incorporada al suelo por medio del agua de riego. Se aplica generalmente en línea localizada, y puede hacerse también al voleo. Su colocación superficial en suelos húmedos aumenta las pérdidas por volatilización, mucho más que si se lo aplicara en suelo seco. Otra fuente interesante a utilizar es el nitrato de amonio (33%) que tiene la ventaja de no necesitar ser enterrado y de poder esperar las lluvias para que el agua lo incorpore al suelo, ya que prácticamente no volatiliza. El inconveniente que posee es que en el almacenamiento absorbe humedad según las condiciones combinadas de humedad relativa y temperatura ambiente. En el caso de la zona productora Umbral al Chaco, la hidratación es inevitable por lo que se debe preferir compras recientes o utilizar nitrato de amonio calcáreo (27%). En general, las aplicaciones al voleo tienen más rendimiento de aplicación (ha/día) que las localizadas pero se debe aumentar la dosis del fertilizante en un 30 %. Últimamente existe la posibilidad de realizar fertilizaciones con fertilizantes líquidos como el UAN. Se puede colocar con una pulverizadora modificada que emana un chorrito de agua en el entresurco, cuidando de no tocar las plantas para evitar quemaduras. Es muy práctico de aplicar pero volatiliza más que la urea. Estos tres fertilizantes son de reacción ácida y son especialmente recomendados para suelos neutros o con cierta alcalinidad. En suelos ácidos se deben preferir fuentes nitratadas como nitrato de potasio. El momento de aplicación es en siembra o mejor aún en el momento fenológico de unifolios, fertilizando solo los potreros con una buena población de plantas. Por tener nodulaciones no muy eficientes, responde bien a dosis de 50 a 100 kg N/ha.
La fertilización con N está muy relacionada con la fertilización fosfatada. Dosis mayores de P requieren mayores cantidades de N. Fertilizaciones excesivas de N pueden causar efecto negativo en la producción, provocando exceso de área foliar y vuelco del cultivo, aparte de la susceptibilidad a enfermedades.
El P es el segundo nutrimento limitante de los suelos de producción de poroto del NOA. Su deficiencia se presenta en suelos Molisoles degradados por erosión, principalmente hídrica, y en los suelos poco o nunca fertilizados de los valles áridos (Aridisoles) y templados que pedológicamente ya son deficitarios en fósforo (Iceptisoles). Estos últimos pueden haberse enriquecido con las continuas fertilizaciones provenientes de otros cultivos como tabaco, pimiento o papa y esto se detecta fácilmente con el análisis de suelo. El tenor de P extraíble es un buen indicador de la fertilidad de suelo y básicamente las recomendaciones de fertilización están relacionadas con la concentración de P. En general, los suelos poseen bajos contenidos de MO y el P aportado por ella no es significativamente
importante. El P se encuentra, principalmente en la fracción mineral del suelo, retrogradándose a fracciones menos disponibles cuando es agregado al suelo en forma soluble.
Fertilizantes: El más usado es el fosfato diamónico por su alta concentración en P (46% P2O5) y por su precio muy parecido al fosfato triple de calcio (46% P2O5) y con la ventaja de aportar también N (18% N). Otro fertilizante que también puede usarse es el fosfato monoamónico (11% N y 52% P2O5). Los que poseen amonio acidifican el suelo por lo que se los debe preferir en suelos neutros a alcalinos. El fosfato triple de calcio se prefiere en suelos ácidos. Todas estas fuentes poseen el fósforo en forma soluble pero que en contacto con el suelo se retrograda pasando a formas no disponibles a corto plazo y así aumentando el factor capacidad del suelo. Por esta razón, se tiene en cuenta un nivel mínimo a agregar en la primera aplicación que es de 50 kg P2O5/ha y si los suelos fueran calcáreos se debe pensar en no menos de 80 kg P2O5/ha. Por poseer el P poca movilidad en el suelo, se lo debe colocar localizado y a una profundidad no menor de 8 a 10 cm por debajo de la línea de siembra y 10 cm al costado de la misma. Estudios realizados con P marcado en un suelo Ustocrept údico en el Valle de Lerma (Salta) muestran una eficiencia de aplicación localizada del 8 % de superfosfato triple de calcio colocado en 1 o 2 bandas laterales. En general, con valores menores de 12 mg P/kg responde a la fertilización con 40-80 kg P2O5/ha y hay que tener en cuenta que interacciona con N.
El momento de aplicación óptimo es en siembra para aprovechar la propiedad del P de provocar la formación de ramificaciones radicales, ayudando a explorar el suelo en un mayor volumen.
El K es el nutrimento absorbido en mayor proporción. Los suelos poseen cantidades suficientes de abastecimiento por su contenido de arcillas illíticas. Así, los ensayos de fertilización de poroto no mostraron respuesta al agregado de este nutrimento.
El calcio y el magnesio, al igual que el potasio, no han demostrado limitar la producción ni la calidad del poroto. Por el momento y en general, se recomienda incorporarlos con fertilizaciones en el cultivo en el caso que se opte por realizar una fertilización de reposición ya que con el tiempo se estima que los suelos se desabastezcan de ellos.
Se presentan deficiencias de micronutrimentos (Fe, Cu, Mn, Zn y B), sumada a la deficiencia de P, en suelos que poseen altos contenidos de carbonatos de calcio y magnesio (2 % o más) o con pH altos.
Entre ellos, suelos Ustocrept de Ampascachi y La Viña (Valle de Lerma - Salta), Aguas Calientes y Santa Clara (Jujuy), entre otros. También se presentan deficiencias de Zn en los suelos con altos contenidos naturales de P o fertilizados en exceso con este elemento y en los suelos Haplustoles y Argiustoles típicos de la zona porotera Umbral al Chaco. Los micronutrientes se encuentran en la fracción mineral del suelo y su disponibilidad está muy influenciada por condiciones meteorológicas, pH e interacción con otros nutrimentos.
Al igual que con el P, la porción extraíble por análisis químico indica muy bien su potencial de disponibilidad. Por ser requeridos en pequeñas proporciones es fácil llegar a una toxicidad con una dosis excesiva, causando quemaduras y hasta la muerte de las plantas, por lo que la aplicación de los fertilizantes debe ser bien regulada.
Fertilizantes: Es conveniente aplicarlos por vía foliar ya que en el suelo normalmente se los encuentra deficientes por bloqueo o antagonismo causado por otros elementos. Dadas las características especiales de este tema se tratará en forma aparte. Para poder incorporarlos al suelo, deben ser quelatizados imprescindiblemente para evitar su bloqueo. El quelato más recomendado para aplicación foliar es el DTPA y para el suelo es el EDDHA y en segundo lugar el EDDHMA. En el caso del Zn puede incorporase como sulfato de cinc al suelo en forma localizada en la siembra, con el que se ha encontrado respuesta de porotos tipo alubia y negro pequeño a la fertilización con 10-20 kg Zn /ha.
Consiste en el agregado de uno o más nutrimentos, en forma de solución líquida, directamente sobre la parte aérea de la planta. Los nutrientes aplicados son absorbidos por diferentes órganos principalmente las hojas, como así también por frutos, tallos, tejidos leñosos y también raíces, en el caso de que la solución excedente entre en contacto con el sustrato. La fertilización foliar se ha difundido mucho entre los productores poroteros porque permite recuperar el estado nutricional del cultivo cuando éste ha sufrido un estrés que ha disminuido su tasa de absorción nutrimental, es de fácil aplicación ya que se puede realizar en forma conjunta con otros agroquímicos y de alta disponibilidad operativa.
Fisiológicamente la hoja es la principal fábrica de fotosintatos, de aquí la importancia de poner a su alcance los nutrimentos necesarios que se incorporarán de inmediato a los metabolitos celulares. Cada nutrimento posee características especiales de movilidad y velocidad de absorción en el vegetal, variando en las diferentes especies. Es importante tener presente estos datos al evaluar la eficiencia de aplicación de nutrimentos por vía foliar, en caso de lluvias posteriores a la misma o en la observación de la reversión de los síntomas de deficiencia Otro factor importante a considerar es la concentración a la cual se aplican los nutrimentos y su tolerancia a las concentraciones máximas, esto depende de la especie, del nutriente en sí y de la fuente de aplicación. En general podríamos decir que una dosis de resguardo sería 0,5% (5 gramos por litro) para todos los nutrientes. Las concentraciones habituales se encuentran alrededor del 1% lo que hace que no pueda cubrir la exigencia de los macronutrimentos, por lo que se utiliza la fertilización foliar para complementar requerimientos nutricionales o corregir deficiencias puntuales de uno o dos elementos o de aquellos que no pueden ser aprovechados eficientemente mediante la fertilización al suelo. En el caso de la corrección de deficiencias de micronutrientes la aplicación de fertilizantes foliares es óptima.
Se conoce que esta forma de aplicación de nutrimentos contribuye en la calidad y en el incremento de los rendimientos de las cosechas. Al fertilizar poroto con 30 kg /ha urea se encontró una eficiencia de 2,9 kg de grano de aumento de rendimiento por cada kg de N aplicado vía suelo, de 24,5 kg cuando fue aplicado vía foliar antes de floración y de 42,4 kg aplicado vía foliar en llenado de granos. En otros ensayos con poroto se encontró que la fertilización foliar implicaba un ahorro del orden del 25% en la cantidad de fertilizante recomendada.
Con aplicaciones de compuestos de cobalto y molibdeno en forma soluble se presentaron aumentos significativos de rendimientos (56 a 130 %) independientes de la fertilización nitrogenada. Especialistas reportaron, un incremento promedio del 17,7 % en los rindes al aplicar tres aspersiones de formulaciones complejas, con macro y micronutrientes, observando también un incremento de rendimiento por fertilización foliar a bajos niveles de fertilización edáfica. De estos trabajos se observa que es importante tener en cuenta los momentos de aplicación y la fertilización foliar con una solución nutritiva completa ya que así se obtienen los mayores aumentos de rendimiento y eficiencia de aplicación.
Las aplicaciones foliares de soluciones de nutrientes se utilizan especialmente cuando la absorción de elementos desde el suelo se encuentra limitada, ya sea afectada por las condiciones edáficas -como el pH (en especial referencia a los micronutrientes), contenido total y calidad de la materia orgánica, actividad microbiana, interacciones entre nutrientes- o de las plantas -factores como sanidad del cultivo, incidencia de plagas o enfermedades que afectan directa o indirectamente la actividad radical-. También, para suplir las necesidades en diferentes lugares de la planta cuando las demandas metabólicas de nutrientes minerales durante etapas críticas del desarrollo vegetal exceden temporalmente la capacidad de absorción de las raíces y la posterior traslocación.
En estos momentos están disponibles varias marcas comerciales de fertilizantes de aplicación foliar con micronutrimentos simples, mixtos completos e incluso acompañados de macronutrimentos. La aplicación es sencilla pero se debe tener en cuenta que el pH del agua a utilizar esté alrededor de 6, de no ser así se debe disminuir con productos específicos, y que posean o agregarles coadyuvantes para romper la gota de agua y aumentar la superficie de mojado mejorando la eficiencia de aplicación y disminuyendo el riesgo de quemado de la hoja. En lo posible, el cultivo debe estar sin estrés y las condiciones atmosféricas ser favorables, con alta humedad relativa ambiente y buena luminosidad.
Hay que tener en cuenta que los tejidos más jóvenes y el envés de las hojas absorben mayor cantidad de nutrimentos por tener menos ceras y cutinización. La aplicación debe ser con concentraciones bajas admisibles para cada tipo de nutrimento y formulación adecuada para evitar quemaduras del follaje. Esto hace preferibles las aspersiones fraccionadas en el ciclo del cultivo y la aplicación con pesticidas. En cuanto a la formulación, se deben preferir quelatizados que aumentan la eficiencia de absorción y disminuyen el quemado. En los quelatos hay que tener en cuenta la estabilidad según las condiciones adversas de pH, temperatura y luz. Así, el DTPA resiste sin descomponerse a la radiación solar, el EDDHA y EDDHMA a los pH altos y el lignosulfonato a rangos de pH entre 3 y 9.
En las distintas zonas productoras del NOA el uso de fertilizantes foliares presenta una cierta difusión por parte de los productores, aunque generalmente no está incluida en la planificación del cultivo, En general su aplicación está restringida a situaciones puntuales donde se presenta alguna situación que compromete el normal desarrollo del cultivo o que atente contra el logro del rinde esperado. Si bien es correcta la decisión de aplicación en dichas situaciones, existen cuestiones operativas que dificultan la llegada en tiempo óptimo del tratamiento. Prever la ocurrencia de determinados factores y planificar su corrección con anterioridad puede inclinar favorablemente el balance económico de la práctica sobre todo teniendo en cuenta lo acotado del ciclo del poroto.
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