Esta transición empieza a ser visible en producciones como yerba mate, té, y otras frutas y verduras que permite el clima en aquella provincia mesopotámica.
Un ejemplo de esto es lo que hace Marta Camen, que en Dos de Mayo, en pleno corazón de Misiones, produce huerta con su suegro, y se pasó a la producción con bioinsumos, ya que explica que ella y sus hijas consumen lo que produce su chacra, y por eso empezó a buscar alternativas.
En su establecimiento, Marta produce bajo invernaderos pimientos, repollo, coliflor, pepino, lechuga, acelga y remolacha. Pero también frutillas, que decidió hacerlas bajo un sistema particular: Un sistema casero semi hidropónico armado con plásticos similares a los de un silobolsa que mantiene canaletas a diferentes alturas donde circula agua y aumenta la producción de un solo invernadero.
“Es una frutilla semi hidropónica, con un sistema casero aplicado por nosotros con un plástico muy sencillo de hacer, y de bajo costo con respecto a un sistema hidropónico. El costo es un tema importante, pero el espacio también. Podemos tener mucha más cantidad dentro del mismo invernadero” cuenta Marta a Bichos de Campo en su invernadero.
La horticultora explica que además de este sistema casero para las frutillas –que son muy
ricas- comenzó a pensar en lo que demanda el consumidor, la gente del pueblo, sus vecinos, y también su familia y ella misma. Y esa demanda pasa por la seguridad alimentaria. Por eso comenzó a utilizar insumos biológicos, para asegurar que lo que se consume no presenta riesgos para la salud.
“Utilizamos fertilizantes orgánicos e insecticidas orgánicos también, dando un respaldo a la gente, que es un producto seguro, de que está trabajado de manera orgánica. Yo y mi familia consumimos lo que producimos. De esta forma es más seguro para los consumidores. Va de acá directamente al consumidor y es más seguro”, asegura.
Bichos de Campo