Debido a un contante peligro que representan los perros salvajes o “asilvestrados” en la Patagonia, propietarios de estancias en el norte de la provincia de Tierra del Fuego iniciaron un plan piloto con burros como protectores del ganado ovino.
Luego de que el plantel de ovejas de su estancia haya disminuido como consecuencia de ataques de “perros salvajes”, Tomas Ayerza decidió utilizar siete burros como medida de protección.
Ayerza explicó a medios fueginos que los estancieros de la zona acudieron a distintas estrategias, como el trampeo y la caza, hasta que hace seis años adoptaron los llamados “perros protectores de ganado” que se encargan de cuidar a las majadas, pero tienen un alto costo ya sea por el valor de los canes como por su alimentación.
Ayerza, uno de los dueños de la Estancia Viamonte, situada 45 km de Río Grande, explicó a medios fueguinos que de las 21.000 ovejas que poseía su establecimiento hace 15 años, ahora solo cuenta con 5.500 debido a la “depredación” ocasionada por perros salvajes.
“Un perro pastor cuesta entre 400 y 500 dólares. Además, hay que alimentarlos con alimento balanceado para que no se acostumbren a comer carne y castrarlos para evitar que se vayan detrás de alguna hembra en celo”, indicó Ayerza.
Ante esta situación, los propietarios de las estancias de la zona decidieron probar con burros, que demostraron ser efectivos en tareas similares en otras áreas de Argentina, como Córdoba y zonas cercanas a la Cordillera. Estos animales son territoriales y reaccionan activamente ante los atacantes mediante rebuznos, patadas y mordiscos. Lo que es más destacable es que, a diferencia de los perros, los burros no asustan a las ovejas, sino que establecen un vínculo importante con ellas, lo que contribuye a una mejor protección del ganado ovino en la zona.
Se estima que el número de animales decreció de 500.000 a 300.000 en los últimos 50 años en toda la provincia, según datos de las entidades del rubro.
Agrofynews