Suecia, así como todos los países nórdicos, Canadá, Estados Unidos y Japón, entre otros, es pionera en este proyecto y en lo que respecta a la construcción con madera en general. Sus estándares son muy exigentes en cuanto a sostenibilidad y bienestar. En tal sentido, las tendencias en arquitectura sostenible que más se destacan en el mundo incluyen a la madera como material primario de construcción. Incluso, sus productos derivados e industrializados, que pueden proveer desde celulosa, fibras textiles y energía por biomasa forestal, hasta la importancia de los bosques y zonas verdes para la captación y reducción del carbono.
Las ciudades son la causa y la solución en la lucha contra el cambio climático. Responsables del 70% de las emisiones de carbono, las áreas urbanas albergan hoy el 55% de la población mundial, con más 4.200 millones de habitantes. Una tendencia que irá en aumento: en 2050, se estima que 7 de cada 10 personas —de los 9.700 millones de habitantes en el mundo— vivirán en ciudades. Las metrópolis absorberán casi todo el crecimiento futuro de la población mundial.
Esto va de la mano con las nuevas necesidades de habitar esas ciudades. Cómo lograr que se tengan usos y costumbres amigables con el ambiente, cómo elegir los materiales menos nocivos, cómo cambiar los hábitos, aprender a reducir la huella de carbono y cultivar nuevas formas de vinculación social. Simple, con madera.
En Argentina y en toda la región, CADAMDA – La Cámara de la Madera, lidera la promoción del uso de este material para todo tipo de construcciones, ya sean particulares, edificios, puentes e incluso, ciudades enteras. Un futuro mejor para todos, con un uso sostenible de los recursos, está construido – sin dudas – con madera. Se multiplican en el mundo proyectos de ciudades climáticamente inteligentes: las biociudades.
“Hoy, la transformación de un mundo más sustentable representa el mayor desafío post pandemia. Incluso se plantea que la transformación de las grandes ciudades son una buena oportunidad para replantear la economía y para garantizar la creación de un futuro más sostenible” explica Daniel Lassalle, gerente de CADAMDA. “Rascacielos de madera hechos de recursos renovables, bosques verticales que se elevan en áreas urbanas, sustitución de materiales no renovables como plásticos, acero u hormigón por materiales de base biológica renovables o la transformación de las infraestructuras grises por verdes, son solo algunas de las ideas innovadoras que trae este cambio de paradigma” completa.
Investigaciones revelan que todavía hace falta construir 50% del tejido urbano necesario para cubrir la demanda para el año 2050. Construir usando solo acero y concreto, representa más del 10% de las emisiones globales de carbono. Los desarrolladores y constructores están considerando a la madera eficiente para la transformación social, pues es el único material de construcción que es renovable y se puede cultivar de forma sostenible, además, captura carbono. Cada 1 m? de producto proveniente de la madera almacena una tonelada de CO2 y evita producir más de dos toneladas de CO2 en comparación con otros materiales.
“La madera tendrá un rol protagónico en el desafío de transformar las grandes ciudades en lugares más sustentables a través de la bioeconomía. De hecho, las ciudades que utilizan madera en la construcción se convierten en infraestructuras de captura y almacenamiento de carbono. Incluso, los parques y la ubicación estratégica de árboles alrededor de los edificios, disminuyen el consumo de energía en las edificaciones para calefacción y refrigeración. Por eso, la madera, los árboles y los bosques son la columna vertebral de las ciudades climáticamente inteligentes: las biociudades” explica Lassalle. “De hecho, la importancia de la eficiencia de los recursos se hará más pronunciada en el futuro a medida que la población crezca y la competencia de los recursos naturales, la energía y el agua se vuelva más intensa” completa el directivo.
En el caso puntual de las BIOCIUDADES hay varios aspectos a considerar. Más allá de su evidente característica de sostenibilidad, la madera – en comparación con el acero y el concreto – tiene menor impacto ambiental y, sobre todo en momentos de pleno auge de incendios y ola de calor en el hemisferio norte – es más resistente al fuego.
Su belleza natural brinda serenidad y armonía, su aroma, su pareja con los árboles, tanto en pie como los procesados convertidos en techos, paredes, pisos y muebles mejoran la calidad del aire, reducen el estrés y fomentan una sensación de bienestar generalizado y son mucho más productivos para la agilidad mental, tanto para el ámbito académico como para el laboral.
Además, es un producto renovable, reciclable y carbono neutro o positivo. Provee materia prima para productos de primera necesidad de la población, como viviendas, muebles, papeles, energía, químicos, reemplazando en muchos casos, el uso de productos no renovables provenientes de la minería y los combustibles fósiles. Con las nuevas tecnologías, como la nanotecnología y las biorrefinerías, se agregan un sinnúmero de otras aplicaciones.
La madera es un recurso natural y sustentable que, debido a su velocidad de respuesta, la capacidad disponible del recurso forestal y el procesamiento industrial, permite dinamizar el empleo y las economías regionales, agregando valor a la materia prima proveniente de bosques cultivados como también por los claros beneficios ambientales, económicos y constructivos de los sistemas utilizados. Se trata de una cadena de valor que tiene un efecto multiplicador desde la semilla, la plantación, resina y todos sus derivados, manejo forestal, cosecha de rollos, destino de rollos finos para celulosa y papel y de rollos para madera aserrable, aprovechamiento de desperdicio como chip y viruta para generación de energía renovable, maderas y molduras con destino para la construcción y viviendas con madera y muebles, entre otros usos.
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