s necesario implementar un barbecho corto sobre malezas de dos o tres hojas que aparecen luego del barbecho largo de invierno.
El período de barbecho es el que transcurre entre la cosecha de un cultivo y la siembra del otro. Tradicionalmente, existen dos tipos de barbechos: Barbecho corto es el que se realiza antes de la implantación del cultivo y el Barbecho largo, que es el que comienza poco después de la cosecha del cultivo antecesor.
En ambos momentos es importante realizar un correcto control de las malezas presentes en el lote; éstas no solo generarían pérdidas y dificultades en el establecimiento del nuevo cultivo, sino que también consumen agua y nutrientes, que son necesarios almacenar en el suelo para el cultivo a sembrar.
Para ahondar sobre la temáticas y sumarle innovación a estos desafíos, El ABC Rural dialogó con el ingeniero agrónomo Juan Pablo Timpone, especialista de Bioceres, quien además de expresar los mejores momentos para la realización de los barbechos, postuló a la tecnología HB4 como el complemento ideal.
“Las sojas HB4 que presenta Bioceres poseen un gen asociado con tolerancia al glufosinato de amonio, un herbicida de contacto que tiene una gran oportunidad ya que no cuenta con muchas malezas resistentes reportadas en el mundo y ninguna en la Argentina”, explicó, admitiendo que es un exponente espectacular para aprovechar.
No obstante, indicó que presenta desafíos, como ocurre con toda innovación. “Con esta tecnología tanto en soja como en trigo la calidad de aplicación se vuelve fundamental, debido a que el producto se aplica con una maleza que se encuentra escondida debajo del cultivo”, aseguró el experto.
El especialista indicó que es relevante buscar mayor cantidad de impactos en la aplicación sobre la maleza con gotas de tamaño mediano, que ronden los 250 micrones. “Además debemos utilizar muy bien los coadyuvantes y principios activos porque esas gotas pueden ser extirpadas por el viento y debemos adoptar picos antideriva” dijo, fomentando hacer docencia sobre esta herramienta genética pero que requiere calidad de trabajo.
Ingeniero agrónomo Juan Pablo Timpone, especialista de Bioceres: “Hacemos barbechos porque no queremos que las malezas se instalen en el campo y tampoco que se mantengan las que tienen capacidad de rebrotar. Además porque no queremos que las mismas se lleven el agua disponible para el cultivo posterior”.
Por ese motivo, el entrevistado propuso realizar un barbecho de calidad en los lotes donde se va a implantar cultivares de soja o maíz, de acuerdo a las condiciones de siembra.
“Debemos saber que cuando se nos empiezan a achicar las herramientas, aparece el glufosinato de amonio como un plan nuevo para atacar a las malezas que persisten en los barbechos”, referenció el entrevistado.
Los barbechos tienen gran variabilidad de manejo según la zona de tratamiento. Si el lote se presenta en la zona productora núcleo, aparecerá el yuyo colorado de variada característica proveniente de otras zonas; la rama negra y el raigrás que viene por el sur del país y es una maleza que cambia la receta porque no se puede combatir con la misma mezcla que para el amarantus.
“Es necesario realizar primero un barbecho largo, para prolongar un buen espacio sin malezas en el campo, principalmente entre julio y agosto, donde hacemos una buena captura de agua e impedimos que la maleza llegue consistente al momento que tenemos que tratarla fuerte, que es la primavera”, ejemplificó.
Por otra parte, sostuvo que es necesario implementar un barbecho corto, “sobre malezas de dos o tres hojas que aparecen luego del barbecho largo de invierno”. Esta instancia se realiza con productos de mayor calidad y tecnología con ingredientes activos de quemado como los PPO ó ALS y productos que generen residualidad, y amplíen la visión respeto de un glifosato ó 2,4D.
Sin embargo, con estas dos acciones bien realizadas, aún quedan malezas que no se contralan, sobre todo porque tienen capacidad de crecimiento por calor u agua mucho más rápidos que la soja, como es el yuyo colorado. “Por eso, aconsejamos una tercera aplicación mediante el sistema selectivo sobre el cultivo ya emergido. Si bien todo esto parece mucho, es importante entender que su costo sigue siendo más económico que las pérdidas de rendimiento que estas malezas provocan, no tanto por los nutrientes y el agua que se llevan del suelo, sino por las penas que se reciben sobre el grano dañado a la hora de su comercialización”, concluyó Timpone.
El ABC Rural