"Lo importante no se trata de definir el origen o la procedencia, ni el nombre que adopta el cultivo, lo importante es plantarlo en sitios adecuados y, fundamentalmente, para generar el trabajo que tanta falta le hace a nuestra querida Argentina”, reflexiona.
En la era geológica que nos tocó vivir, los Eucalyptus y las especies afines como Corymbia tienen una distribución natural limitada a Australia, con unas pocas especies creciendo naturalmente en Timor, Papua, Nueva Guinea y Filipinas.
Pero resulta que el médico cirujano romano Joaquín Frenguelli al llegar a la Argentina, al igual que su amigo y compatriota el entomólogo Lamberto Golfari, los apasionó la paleontología. Así fue como en 1932 Frenguelli, en una de sus numerosas expediciones, encontró en la confluencia de los ríos Limay y Traful restos fósiles que resultaron pertenecer a : ¡oh sorpresa, hojas y frutos de EUCALIPTOS!
Más recientemente en Laguna del Hunco, en la provincia de Chubut, Gandolfo con un equipo de investigadores de Argentina y Estados Unidos, incluyendo a María A. Gandolfo y Elizabeth Hermsen -de la Universidad de Cornell- en 2009 recogieron fósiles, entre los que figuran frutos, estructuras de las ramas en las que se sustentaban los frutos, tres brotes y una flor.
En el meticuloso análisis realizado tras el hallazgo, han participado también especialistas de la Universidad Estatal de Pensilvania, el Museo de la Naturaleza y la Ciencia en Denver, la Universidad de Buenos Aires y el Museo Paleontológico E. Feruglio de Argentina.
La identificación de estos fósiles que datan de 51,9 millones de años, los convierte en los macrofósiles de eucalipto más antiguos validados científicamente, y los únicos reconocidos de manera concluyente como nativos de un territorio fuera de Australia.
La edad y las afinidades de los fósiles también indican que el subgénero Symphyomyrtus de Eucalyptus es más antiguo de lo que se suponía anteriormente. Los datos paleoecológicos indican que el eucalipto patagónico dominó las áreas perturbadas volcánicamente adyacentes a la selva tropical en pie que rodea un lago de caldera del Eoceno. © 2011 Gandolfo et al.
Posteriores expediciones y estudios, inclusive con la participación del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Universidad de Buenos Aires (UBA) han permitido confirmar que los materiales son semejantes a los actuales Eucalyptus, compartiendo similitudes con el estrechamente relacionado género Corymbia.
Entonces cabe preguntarse ¿son exóticos o nativos? ¿Lo fueron, lo son o lo serán?
¿Una Araucaria angustifolia plantada en Montecarlo, Misiones, es nativa o exótica?
En la actualidad ya se han plantado más de 12 millones de hectáreas de eucaliptos por todo el mundo, muchas de ellas en regiones semiáridas. Y no hay nuevos desiertos reportados.
Otra de las discusiones estériles que surge del mismo problema es el nombre del cultivo. ¿Es un bosque implantado, un monte, un cultivo forestal?
¿No habrá llegado el momento de poner en práctica ese apotegma expresado hace años que hay que dejar de hablar de los árboles, agarrar una pala y ponerse a plantarlos?
Lo importante no se trata de definir el origen o la procedencia, ni el nombre que adopta el cultivo, lo importante es plantarlo en sitios adecuados, para que siga siendo el elemento manejable de la naturaleza más eficiente en el secuestro de carbono atmosférico, para evitar la erosión de los suelos, para proteger otros cultivos, para abastecer a las múltiples industrias forestales que le agregan valor a la madera y, fundamentalmente, para generar el trabajo que tanta falta le hace a nuestra querida Argentina.
Argentina Forestal