Los planes de Moolec Science: Gastón Paladini se imaginó una "impresora de cerdos" y no paró hasta crear la Piggy Sooy

Gastón Paladini es co-founder y  CEO de Moolec Science, una compañía de base científica, que usa una tecnología que es nueva en la industria de alimentos: el molecular farming.

"Modificamos genéticamente a las plantas con proteínas animales, principalmente cárnica", contó durante Experiencia Endeavor Rosario 2023. Es decir, le suman a la soja la proteína cárnica que hace que la carne sea sabrosa, nutritiva, tenga el color y el sabor característico, para que "cuando las plantas crezcan produzcan la proteína de la planta, que también es importante, sino que también tenga el gen animal adentro".

"Es un ingrediente para la industria para que cuando comemos una salchica, hamburguesa, albóndiga o cualquier derivado cárnico se pueda hacer con una base vegetal con proteína animal, saltando una cadena de valor que es milenaria", agrega.

Su apellido es por la empresa familiar: "Sigo siendo director del grupo (Paladini), no ejecutivo desde hace tres años, desde que fundamos Moolec, que es un spin off de Bioceres".

De esta forma, Gastón Paladini se animó a pensar más allá del legado familiar, que en en 2023 cumple 100 años: "De alguna manera queremos mejorar lo que está hecho. Nos enfocamos en ayudar a producir con otra alternativa para que sea mejor para todos".

Cómo piensa Gastón Paladini, creador de Moolec Science

En diálogo con Agrofy News, Gastón Paladini contó detalles del proyecto, con el que buscan ganar un lugar en la industria de alimentos.

¿En cuánto tiempo se podría ver la soja "Piggy" en Argentina?

Gastón Paladini (GP): Para que se siembra en campo argentino no falta mucho, porque nos enfocamos fuertemente en multiplicar semillas y realizar ensayos a campo en dos territorios, Estados Unidos y Argentina. Tenemos capacidades y experiencia en procesos regulatorios en ambos territorios. Son beneficiosos porque se puede hacer a contraestación. Uno puede enviar semillas de un hemisferio al otro para multiplicar más rápido. 

Los primeros años van a ser lotes regulados, estamos hablando de material genéticamente modificado y se pueden hacer pruebas a campo de manera regulada. Nuestro foco está en desregular los cultivos, en donde tenemos experiencia. Partimos de la experiencia que tiene Bioceres, y el equipo de Moolec como parte de Bioceres, en el proceso para desregular el cártamo en Argentina. Hemos recientemente desregulado un cártamo en Estados Unidos, es nuestro aceite GLA, para el USDA ese aceite cártamo es como si fuese no GMO.

La soja tiene el mismo camino, toda nuestra experiencia en cártamo sigue el camino con la soja. No hay una bandera colorada que diga que no se puede aprobar, simplemente es seguir los pasos. Para eso el campo es fundamental, lo mismo que pasa en los invernaderos tiene que pasar a campo, y las pruebas y las multiplicaciones son claves.

¿Cómo es el modelo de negocio que plante Moolec?

GP: El modelo de negocio está pensado más en ingredientes que en semillas y cultivos. Para nosotros el poroto de soja es nuestro propio ingrediente, nuestra propia materia prima. Nos enfocamos en generar el ingrediente a base de soja con proteína cárnica para la industria de alimentos. Nuestro modelo de negocio apunta directamente a comercializar ese ingrediente.

El productor agropecuario, las hectáreas, la genética y las semillas es aguas arriba. Para nosotros una parte muy importante de nuestra cadena de valor, pero es más interno. Para eso, al ser una compañía vinculada al grupo Bioceres, por ser los principales accionistas, tenemos buen acceso a no solamente con germoplasma y la biotecnología, sino también la red de productores. Sabemos muy bien que Bioceres tiene una amplia red de productores en Latinoamérica, sobre todo en Argentina y Brasil, e incluso en Estados Unidos. Por eso Moolec tiene sus aguas arribas bastante cubiertas por tener los socios adecuados. 

El tema es aguas abajo, lo que tiene que ver con la producción, procesar la proteína, recuperarla, concentrarla y comercializar. Ese es el gran desafío que tiene Moolec. Incorporamos hace muy poco una planta industrial argentina en Córdoba (Valora Soy), con capacidad para crushear 10.000 toneladas de soja. Ya estamos comercializando en más de 20 países proteína de soja para la industria de alimentos. Y estamos trabajando para poder agregar capas de valor científico y técnico a ese producto para que de alguna manera cuando llegue esa soja modificada con alto nivel de expresión cárnica, podamos haber tenido un recorrido comercial productivo y de desarrollo que nos permita dar ese salto cuántico y exponencial al tener realmente un commoditie 2.0. Lo que llamamos "Piggy Soy", la combinación de proteína porcina con la proteína de la soja.

¿Hay otras empresas que están haciendo lo mismo?

GP: No existe precedente alguno en biotecnología, principalmente en molecular farming, que una compañía haya expresado tanta cantidad de proteína animal sobre el poroto como lo hizo Moolec, que llegó al 26,6% por sobre el total de la proteína soluble. No hay precedente en la bibliografía ni en patentes. 

Desde el punto de vista de negocio, si hay otras compañías en el espacio molecular farming, pero cuando arrancamos en el 2020 no había ninguna, ahora hay 12. Muchas se están enfocando en proteínas lácteas y Moolec se enfoca en las cárnicas. La ventaja es que la proteína láctea es alergénica, entonces siempre es más complicado insertar un alergeno a un cultivo alimenticio, pero creo que lo van a poder hacer. En el caso nuestro no tenemos ese problema, las proteínas cárnicas no son alergénicas y hasta ahora el camino regulatorio es muy claro, conciso, y es una cuestión de seguirlo, de demostrarle a los reguladores de que es seguro, sustentable y que puede ser consumido sin ningún impacto en el medio ambiente.

Va a llevar tiempo el desarrollo del producto y toda la aprobación regulatoria, el escalamiento de la semilla. No podemos crushear pocos kilos si tenemos que guardar esas toneladas para que campaña a campaña se vayan multiplicando. El objetivo es tener la cantidad necesaria de soja para que uno pueda crushear para comercializar y otra parte para dejar para la próxima campaña. Va a llevar más de tres años, pero lo interesante es que esos tres años Moolec no se queda de brazos cruzados pensando solamente en la ciencia y en su pipeline. Sino que ya tiene productos en el mercado, ya está comercializando y generando valor en la industria. Independientemente del pipeline productivo.

¿Ves amenazas en la aceptación de los consumidores?

GP: Ha habido mucho ruido con GMOs, ahora lo veo menos. Creo que la ciencia supo demostrar que a las pruebas nos remitimos, se pueden hacer productos genéticamente modificados que sean sustentables y que sean seguros. La clave está en ser transparente y en abocar las energías comunicacionales de manera inteligente. Las compañías de alimentos en su gran mayoría son promotoras de este tipo de ingredientes o tecnologías, pero no las promueven para el consumidor. Está bien, nadie quiere dar un debate que a lo mejor no le corresponde, pero si uno entra concretamente a la página web de Nestlé mundial, tiene una política de GMO, y explican cómo lo compran y te dicen qué tenés que cumplir para venderle.

El punto es, porque dos de cada diez personas no estén de acuerdo con algo, no quiere decir que esa industria esté anulada ni que mucho menos se pueda trabajar para comunicar bien. Si es importante la información, ser transparente. El consumidor está cada vez más curioso, si se aplica bien la comunicación no tiene por qué uno escaparle a eso. 

No deja de ser un desafío, en Europa es un tema regulatorio, Moolec no está pensando incorporar en el continente europeo en el corto y mediano plazo porque va a llevar tiempo hasta que cambie el tema regulatorio. Pero la mayoría de los países son países que tienen un camino regulatorio claro, y no hay nada mejor que tener un sello del USDA y de la FDA, que luego muchos países replican. Entonces mi respuesta a GMO es ser transparente y contar los beneficios sustentables que tiene la tecnología, y contar que lo estamos modificando para algo mejor. No para un mal.

¿Cómo se relaciona Moolec con el negocio tradicional de Paladini?

GP: No lo veo como un camino distinto, para mi es el mismo camino. La diferencia es que 50 años atrás la nueva tecnología era una máquina para procesar mejor y el foco estaba en la productividad, 20 años atrás el foco pasó a la calidad y la productividad. 10 años atrás solo en la calidad y ahora está en la sustentabilidad, en la cadena de valor y en las nuevas tecnologías.

Es un layer más a la misma historia. Aclaro que el Grupo Paladini no está vinculado a Moolec, pero para mi, personalmente, es el mismo camino. En lo personal fue bastante natural porque al ser emprendedor y tener esa inquietud de querer mejorar las cosas surgió una necesidad muy intrínseca de querer entrar en este nuevo mundo de la biotecnología, para simplemente replicar lo que pasa en un animal en una planta. Algo que parece simple pero es un mundo. Cuando uno lo piensa es una locura, mi primer motivación fue que me imaginé, cuando escuché que el MIT estaba imprimiendo células y proteínas, para replicar a lo mejor un órgano, y probando para replicar un órgano en la parte pharma, me imaginé una impresora imprimiendo un cerdo. Pero ¿por qué? Y, es lo que necesita el planeta. En Europa no se puede poner más un criadero de cerdo por una cuestión medioambiental, en Chile bajaron una inversión millonaria por el medio ambiente. Es complejo seguir manteniendo los niveles de productividad con la tasa de consumo de proteína animal, que no tiene que ver con la tasa de crecimiento de la población.

¿Tiene que ver con cubrir la demanda de proteína cárnica?

GP: Hoy no tiene que ver tanto con el crecimiento poblacional, sino con el poder adquisitivo. El ingreso per cápita va de la mano con el mayor consumo de proteína animal. Está intrínseco en nuestro ADN, desde las cavernas cuando se festejaba algo ponían un animal y estaban todos alrededor. No es verdad que se consume cada vez menos proteína animal por el veganismo y el flexitarianismo. La realidad es que cada vez se consume más, y esa demanda hay que suplirla. La industria tradicional la puede suplir, pero está cada vez más en presión de hacer las cosas mejor con menor impacto ambiental y con el alto riesgo de las enfermedades como la gripe porcina y la gripe aviar. Eso impacta en los precios y en la inequidad nutricional. 

El concepto de seguridad alimentaria está en jaque, y la Argentina es un país privilegiado, pero hay países muchísimo más ricos como Singapur que no tienen recursos naturales para alimentarse. En ese punto Moolec viene a poner su granito de arena con una tecnología que puede ayudar a que podamos tener esa proteína animal sin tener que alimentar, criar, engordar y matar al animal. ¿Por la no matanza? No es lo principal, mi foco está en cómo alimentamos al mundo y cómo lo hacemos de manera más nutritiva, no erosionando.

No estoy en contra de las Paladini, de las Tyson, de las Marfrig del mundo, es en conjunto, porque esto no reemplaza sino que ayuda y complementa.

¿Algo más para destacar?

GP: Destaco el ecosistema de biotecnología, Moolec es una compañía de Bioceres y el rol que está teniendo Federico Trucco como gran líder de esta revolución tecnológica, siendo hoy presidente de la Cámara de Biotecnología. Creo que están empezando a pasar cosas muy interesantes.  Moolec tiene que ser un caso para contagiar a más a la biotecnología.

Hay algo muy valioso que tenemos como país, y el capital gris que hay acá es impresionante. No es casual los premios nobeles en ciencias de la vida y la cantidad de patentes. Conicet derramó buen conocimiento científico, la clave es cómo nos conectamos con el mundo.

Agrofy