Aquel golpe de efecto a gran escala que significó el anuncio del primer mamífero clonado a partir de una célula adulta, hecho globalmente recordado como “la oveja Dolly”, hoy vuelve a estar en el presente. No por tratarse de una nueva oveja, sino por un enorme paso adelante que podría darse en la lucha contra la gripe aviar.
Los creadores de Dolly fueron los científicos del Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, en Escocia. El animal nació en julio de 1996, y murió en febrero de 2003.
Dolly wilmut
Wilmut, biólogo. Murió en septiembre pasado.
En ese momento quien lideró los trabajos fue el científico Ian Wilmut, quien falleció recientemente, el mes pasado.
Ahora, la entidad sumó al trabajo al Imperial College de Londres, y ambas entidades se abocaron a la edición genética de células de pollo cultivadas en laboratorio, con el único fin de volverlas resistentes a la gripe aviar.
Cabe recordar que la influenza aviar es una de las enfermedades que no solo genera enormes pérdidas en materia económica para la avicultura: también es una gran preocupación en materia de salud.
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El objetivo, nuevamente, llegó a buen puerto. El prestigioso laboratorio comunicó este martes sus resultados en la prestigiosa revista en la revista Nature Communications, y en el artículo demuestra que ha probado el potencial de modificar pequeñas secciones del ADN de los pollos.
El motivo de este paso es el de evitar, aunque solo parcialmente y no de manera total, la infección de gripe.
El equipo de científicos fue liderado por Mike McGrew, investigador de la Universidad de Edimburgo. McGrew aplicó la técnica de edición CRISPR para modificar el gen que produce la proteína en las células germinales de los pollos.
Quienes comandaron la investigación aseguran que a los pollos creados los expusieron a otros, no creados con este fin, que ya estaban infectados con el virus de la gripe. De esos, 9 de cada 10 se enfermaron.
Sin embargo el hito principal pasa porque, estos nuevos pollos infectados con ese virus, no contagiaron luego a otros pollos.
También remarcaron que en una prueba siguiente se les inoculó una dosis mil veces superior. El resultado fue que cinco de diez se infectaron.
Por eso, desde el Instituto señalaron que el trabajo no permitió la eliminación del virus, sino que el mismo logró adaptarse al cambio. Y que en el proceso fue perdiendo potencia, y contagió menos.
A continuación, escrita en inglés, la presentación del Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo y el Imperial College de Londres.
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