Ampliamente difundido en la mesa de los argentinos, el tomate es uno de los frutos preferidos cuyo consumo anual ronda los 16 kilogramos por persona al año, tanto en fresco, seco o industrializado. Ahora bien, su conservación en fresco es una limitante para los productores hortícolas que buscan ampliar mercados. Frente a esta dificultad, un equipo de investigación del Instituto Tecnología de Alimentos (ITA) del INTA Castelar logró extender su vida útil hasta 30 días después de cosechado. “Evaluamos el impacto del tratamiento con agua electroactivada (solución anódica) en dos variedades de tomates (Solanum lycopersicum): Yigido y Alamina y observamos que, hasta los 30 días posteriores, el fruto se mantuvo en perfectas condiciones para su comercialización”, detalló Diego Cristos -investigador del ITA- quien, además, celebró el logro que le permite al productor “llegar a otros territorios y mayores distancias para cubrir otras demandas que antes no podía”.
En esta misma línea, Gabriela Denoya -investigadora del ITA- detalló que “la variedad Yigido presentó una firmeza superior a la variedad Alamina, luego de un día del tratamiento almacenados a 25°C”.
Además, Denoya especificó que, la utilización de agua electroactivada (50 ppm cloro libre) para el lavado de los tomates es un método de desinfección que “no presenta una modificación perjudicial en aspectos sensoriales de los tomates como son la apariencia y el flavor”.
En referencia al impacto en la vida útil de los tomates, Cristos explicó que “a partir del día 5, las dos variedades Yigido y Alamina, sin tratamiento, comenzaron a presentar señales de deterioro por presencia de micelio blanco que fue creciendo al pasar los días en ambas variedades”.
En contrapartida, al día número 30 de inspección, los tomates tratados con agua electroactivada no presentaban señales de deterioro visuales ni presencia de micelio. “Se encuentran diferencias entre las muestras tratadas y no tratadas, tanto en el recuento en placa como en la observación de la vida útil. Los recuentos de hongos y levaduras fueron más bajos y con una vida útil mayor para las muestras tratadas con agua electroactivada”, concluyó Denoya.
INTA