El cultivo del almendro presenta en la actualidad un gran desarrollo en toda la provincia de Catamarca. Tanto para pequeños como grandes productores es de gran rentabilidad debido, principalmente, a las condiciones agroclimáticas presentes en distintos puntos del territorio. En este contexto, el equipo de recursos hídricos del INTA lleva a cabo diversas actividades junto a la finca Electro Civil, ubicada en el Departamento de Andalgalá –Catamarca– que alberga 50 hectáreas con tres variedades de almendros: Guara, Penta y Marinada.
El recurso del agua en Catamarca presenta un marcado déficit hídrico, por ello, es necesario aplicar agua de riego para obtener rendimientos óptimos. Actualmente, la frecuencia y los volúmenes de agua para riego se realizan en base a experiencias en otros sectores y no a la real demanda hídrica del cultivo.
Ramiro Córdoba Gandini –técnico de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Catamarca– destacó: “La información que se obtiene es de suma importancia para garantizar una distribución eficiente del agua y, a partir de estos datos, podemos determinar las láminas de riego óptimas para cada área. Este enfoque contribuye a la preservación del recurso hídrico y al óptimo desarrollo del cultivo de almendros en la región”.
Una de las estrategias que destaca el equipo del INTA es la implementación de sensores de humedad a diferentes profundidades en el suelo. Estos permiten un monitoreo exhaustivo de la humedad en todo el perfil del suelo, además, se instalaron caudalímetros en varias líneas de riego lo que brinda gran precisión al medir los litros de agua utilizados.
Gandini aclaró, “necesitamos determinar la evapotranspiración de referencia en Andalgalá, aproximar los valores de coeficiente de cultivo para sus diferentes estados fenológicos y finalmente determinar el requerimiento hídrico del cultivo del almendro para estas condiciones agroecológicas”.
Y agregó: “La recopilación y el análisis exhaustivo de estos datos y de toda la información relacionada con la finca nos permiten tomar decisiones en cuanto a la gestión del riego y, si es necesario, realizar ajustes precisos”.
El convenio con la finca Electro Civil consiste en generar una relación de trabajo mutuo con la finalidad de impulsar, desarrollar y afianzar el cultivo de frutos secos y otras alternativas de alta demanda con potencial de crecimiento, que hasta el presente han tenido poca o nula difusión en la zona.
A través de la Agencia de Extensión Rural (AER) de Andalgalá y de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Catamarca, se coordinaron los trabajos necesarios para el logro de los objetivos indicados, también aportaron recursos económicos y el personal necesario para el desarrollo de las actividades junto a los recursos de la finca.
El equipo del INTA se ocupa del registro, documentación y publicación de toda información obtenida que refiere a las tecnologías convalidadas en el transcurso del convenio, junto con la capacitación permanente al personal y la organización de jornadas demostrativas a campo.
“Comenzamos a recolectar información de años anteriores, instalamos sensores de humedad de suelo y comenzamos a medir caudales y láminas aplicadas en cada riego. A partir de estos datos, procedimos a la elaboración de un plan de riego –acumulación de agua en el perfil del suelo en invierno– en base a las demandas del cultivo según la época del año, al crecimiento y al estado fenológico del mismo", explicó Gandini.
Cambiaron la bomba por una de mayor tamaño y se encuentran en proceso de aumentar una manguera de goteo por línea, con lo cual se podrá aumentar la superficie bajo riego y achicar los turnados. “Lograremos un mayor abastecimiento hídrico del cultivo, un mayor crecimiento radicular, crecimiento de la parte aérea, mayor tamaño y calidad del fruto”, señaló el investigador.
Los niveles óptimos de la producción de almendros pueden variar según diferentes factores que incluyen ubicación geográfica, clima, variedad y prácticas de gestión agrícola. Sin embargo, el equipo del INTA desarrolló estrategias para optimizar la eficiencia de la producción en la región.
“Estos son: maximizar el rendimiento por hectárea de tierra cultivada con densidades de plantación adecuadas, mejorar la calidad del producto –esto es crucial para obtener precios altos en el mercado–, el uso eficiente del agua, el óptimo control de plagas y enfermedades, esencial para evitar pérdidas en la producción, detalló Ganidini.
Así mismo, lograr implementar prácticas sostenibles que minimicen el impacto ambiental para conservar los suelos y el uso responsable de fertilizantes y pesticidas, mejorar la práctica de cosecha y optimizar el procesamiento de las almendras.
Gandini señaló: “En última instancia, buscamos lograr alcanzar un nivel de eficiencia que permita obtener un beneficio económico adecuado, y de esta manera atraer inversionistas que apuesten al cultivo del almendro en nuestra región”.
En cuanto a las mejoras obtenidas con el trabajo colaborativo dentro de la finca, el investigador hace mención de diferentes herramientas que desarrollaron para el manejo del suelo en las tres variedades de almendros que se cultivan.
Referido a la producción de los frutos, se destacan las siguientes intervenciones: introducción y prueba de materiales genéticos exóticos y locales, tanto de porta injertos como de variedades comerciales, tratamientos de post maduración de carozos de nemaguard y nemared, prueba y ajuste de distintos sistemas de crianza de porta injertos nemared y nemaguard y posterior injertación, ensayos de comportamiento varietal de almendros a campo, fenología del cultivo y estimación de cuaje de frutos.
También los técnicos del INTA realizan diferentes ensayos sobre la respuesta a fertilizantes químicos y biofertilizantes, como la caracterización integral de enfermedades en el cultivo del almendro –identificación y análisis epidemiológico– y diversas estrategias fitosanitarias con énfasis en el uso de bioinsumos para el manejo de las mismas. Por último, el muestreo y monitoreo de plagas con identificación y clasificación, junto con recomendaciones de manejo.
“Principalmente estamos trabajando para determinar con precisión los requerimientos hídricos del cultivo en esta zona y ajustar los costos energéticos asociados a las operaciones de riego”, concluyó Gandini.
INTA