El paisajismo ha roto barreras, ha superado unas fronteras que hasta hace unos años eran inimaginables. Ya es tendencia. Uno de los últimos ejemplos de la pujanza de esta corriente que trasciende la jardinería e incluye arte, elementos de ciencia, así como habilidades de diseño y buen gusto, lo encontramos en Nueva York. Allí, tres amigos y socios de una reputada compañía de paisajismo se han incorporado a un programa de televisión en el que transforman anodinas zonas exteriores en verdaderos oasis. El funcionamiento, que puede aplicarse a cualquier esfera del ámbito paisajista, es más o menos el siguiente: los clientes de la empresa contratan sus servicios para convertir jardines, patios y espacios al aire libre en lugares exclusivos y ambientes únicos, lo que en algunos casos puede llevar a un extenso trabajo que se prolongará durante meses.
Entre el cliente, muchas veces exigente y puntilloso, y el equipo de paisajistas comienza una dura negociación. No solo se tiene en cuenta la parte económica. Hay que hablar largo y tendido, estudiar diferentes propuestas, explorar todas las posibilidades, tratar de ser flexible para incorporar opciones que en un principio no se habían tenido en cuenta pero que pueden ser determinantes... Las variables que forman parte de la ecuación son más de lo que parecen. Por un lado, se encuentra el equipo creativo, en este caso la firma de Williamsburg, Brooklyn, Manscapers, que en su página web, www.manscapersny, se define como una empresa de diseño exterior y paisajismo que ofrece un “servicio completo”. Sus objetivos son: diseñar la planificación de espacios, dar servicios de diseño exterior e interior, reacondicionar muebles nuevos y antiguos para espacios exteriores e interiores, dar servicios de plantación y compra, y diseñar y planificar eventos de manera creativa.
En muchas ocasiones, el paisajista es un apasionado de su oficio. Antes de ponerse manos a la obra, las tareas se dividen entre diferentes profesionales que podemos resumir en los siguientes tres tipos de expertos: interioristas y jefes de obra, la persona encargada de la parte económica y un perfil que domine como nadie las plantas y sea capaz de cambiar la cara a espacios inertes convirtiéndolos en frondosos y alegres jardines. Siguiendo con las chicas y chicos de Manscapers, se han dedicado a ultimar dos proyectos que muestran los variados perfiles del oficio paisajístico: por un lado, rematando un patio de piedra, y, por otro, se han metido de lleno en montar un chiringuito de un ambiente playero en Brooklyn, como si se tratase de una cala secreta de Ibiza.
El paisajismo, que integra tanto elementos urbanos como naturales, tiene una extensa historia. Puede parecer un invento moderno, pero no lo es en absoluto: se estableció como práctica artística durante el Renacimiento tras una larga travesía en el desierto de la Edad Media donde prácticamente desapareció. Mucho antes, en las antiguas civilizaciones persas y griegas, empiezan a aparecer los primeros interesados en dar forma al paisaje que les rodea (normalmente cementerios) y es en las civilizaciones romanas y griegas donde se introducen avanzadas técnicas de jardinería. Sin embargo, el paisajismo moderno tal y como lo entendemos hoy en día se establece tras la revolución industrial. Ahí es donde encontramos el nombre de Frederick Law Olmsted. Este arquitecto paisajista, periodista y botánico estadounidense es conocido por diseñar el parque urbano más conocido del mundo, Central Park, en la ciudad de Nueva York. Pero su currículum es mucho más extenso: estamos ante una eminencia del paisajismo y urbanismo contemporáneo.
A Olmsted se le atribuyen la autoría de más de 700 parques tal y como queda acreditado en el documental de 2014 ‘Frederick Law Olmsted: Designing America’. “Central Park no es un milagro, sino una obra maestra. Fue también el primer parque que diseñó Frederick Law Olmsted. Pero está muy lejos de ser el único. Luego vinieron otros parques en Brooklyn, Buffalo, Boston, Louisville, Chicago, Montreal, Rochester, el Capitolio de Estados Unidos... y más y más”, cuentan en la película. Y se hacen una pregunta clave: ¿dónde está el secreto para que un parque resulte tan atractivo para el público? ¿Qué y cómo logró Law Olmsted diseñar de la nada todo un país con unos resultados tan satisfactorios? Responde Tomás Herrera-Mishler, director de parques, recreos y bibliotecas de Westminster: “La mayoría de los ciudadanos que pasean por los parques piensan que el paisaje es hermoso y no le dan mayores vueltas. Pero no tienen ni idea que cada rincón, cada ranura de estos paisajes fueron puestos intencionadamente”. En el 200 aniversario de su nacimiento, este auténtico hombre del Renacimiento recibirá en 2022 un merecido homenaje con una serie de charlas, exposiciones, lecturas abiertas al público y proyectos de restauración.
Estos escenarios naturales con los que interaccionamos (haciendo deporte, paseando, tomando algo o simplemente sentados en la hierba) se han convertido, gracias al paisajismo, en una obra de arte colectiva que, como veíamos hace un momento, conecta con los cuidados y bellos jardines del Renacimiento. El paisajismo se ha incrustado en nuestros centros de arquitectura cobrando cada vez más protagonismo. Tras la vuelta a la normalidad después de los meses de confinamiento, el Instituto Vasco de Arquitectura-Euskadiko Arkitektura Institutua, en su sede del convento Santa Teresa de la Parte Vieja de Donostia, reabrió su programa expositivo en verano de 2020 con ’Europan15 Lasarte- Oria’, una muestra que reunía las soluciones planteadas por las nuevas generaciones de profesionales de arquitectura, urbanismo y paisajismo de toda Europa, respondiendo al reto de “viviendas productivas” del Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda del Gobierno Vasco.
El paisajismo también se cuela en rincones puramente artísticos. El pasado mes de diciembre el Museo Thyssen de Madrid presentó una exposición titulada ‘Arte americano en la colección Thyssen’, en la que a través de 150 piezas se daba a conocer el interés del barón por artistas tan atrevidos como Pollock, junto a otros cuadros más convencionales en los que se dejaba entrever su pasión por la naturaleza y la ordenación del espacio urbano.
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