Todos los recaudos para evitar las enfermedades durante la crianza de terneros de tambo

Es preciso desarrollar un programa de prevención que asegure la toma de calostro y la calidad bacteriológica de la leche, además de la aplicación de todas las vacunas

Todos los recaudos para evitar las enfermedades durante la crianza de terneros de tambo

Para desarrollar un buen programa sanitario de crianza de terneros de tambo es necesario tener en cuenta varios factores, además de los protocolos de aplicación de medicamentos. Es preciso brindar un ambiente confortable a los animales, limpio y seco, y controlar la calidad nutricional y bacteriológica de la leche, entre otros recaudos.

“Normalmente, en un tambo, en los primeros 15 días de crianza aparece la mayor parte de los casos de enfermedad o muerte, principalmente por diarreas”, indicó el consultor Carlos Catracchia, al disertar en un curso de capacitación para tamberos organizado por Select-Debernardi.

“Al nacer, el ternero no tiene defensas que le haya transferido la madre; debe adquirirlas a través de la toma del calostro. A partir de esa transferencia, adquiere un nivel muy alto de inmunoglobulinas en la sangre. Sin embargo, esas defensas van cayendo a medida que pasan los días, sobre todo desde el día 7″, agregó.

Simultáneamente, el sistema inmunológico del ternero, que viene produciendo inmunoglobulinas propias, va creciendo y llega a una buena capacidad de respuesta a las agresiones alrededor del día 35. Entonces “hay una ventana de menor resistencia del ternero, desde el día 7 desde el nacimiento hasta el 14 aproximadamente que pueden aprovechar los microbios para provocar enfermedades. Durante ese período no se deberían generar eventos estresantes para los animales”, aconsejó Catracchia. Expresado de otra manera: es muy importante generar un ambiente confortable en los primeros 15 días de vida de los terneros, donde son extremadamente sensibles a los ataques de enfermedades.

Tres pilares del programa de salud

Un programa de salud para los terneros de tambo no debe contemplar solamente un protocolo de uso de medicamentos ante la aparición de una enfermedad, sino otros componentes que son la prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento específico. “No vamos tener buenos resultados en la crianza si solo nos concentramos en curar terneros; hay que tener baja cantidad de animales enfermos, lo que se logra con la prevención”, recomendó el experto.

En el programa preventivo de salud hay tres puntos importantes por considerar:

Transferencia de inmunidad. Se deben hacer evaluaciones semanales del calostrado de los terneros en la guachera, ya que puede mostrar fuertes variaciones.

Calidad bacteriológica de la leche. La pasteurización elimina los coliformes de la leche, pero puede haber nueva infección al volcarse en el tanque o al pasar por conductos de transporte.

Sólidos totales de la leche. Debe asegurarse un mínimo de estos compuestos mediante controles frecuentes.

Estas prevenciones permiten tener menor número de terneros afectados por enfermedades. Así, el programa de vacunación de las madres facilita la transferencia de inmunidad a los terneros. Por su parte, el plan de vacunación de terneros en la crianza tiene como objetivo disminuir el riesgo de enfermedades en la recría.

Vacunaciones

Siempre dentro de un marco de prevención, cualquier programa de vacunación debería contemplar varias enfermedades de los terneros:

Una vacunación contra el complejo clostridial y queratoconjuntivitis en los meses de mayor prevalencia, que son los de primavera-verano.

Vacunas contra Leptospira y Salmonella se pueden agregar ante condiciones predisponentes en la recría.

Con respecto al momento de aplicación de las vacunas, el principio básico es entender que, en los primeros tres a cinco días de vida, el ternero podría responder a una vacunación porque dentro del calostro fresco que toma tiene células que pueden formar anticuerpos.

Luego, entre el día 5 y 15 no es conveniente vacunar. Los terneros recién empiezan a responder bien a una vacuna a partir del día 40. En ese momento, “el 70% de los animales que se vacunen va a responder positivamente”, proyectó el veterinario. “Lo ideal sería vacunar entre la semana 6 y semana 8, para obtener la mejor respuesta. Y entre una vacunación y otra se deberían esperar al menos 21 días”, recomendó.

Estrategias de control

Según Catarcchia, en un programa de salud para la crianza de terneros, hay plantear una estrategia con intervención diaria, semanal y mensual.

En la intervención diaria se debe hacer el diagnóstico temprano y tratamiento de enfermedades. Pero eso solo no alcanza. Se debe agregar una intervención semanal, que suele tener un enfoque más preventivo: se chequea la higiene de ciertas áreas y la calidad bacteriológica de la leche, se evalúa la transferencia pasiva de inmunoglobulinas de la madre al ternero y se ve la cantidad de terneros con diarrea. Es decir, se respeta un programa que rutinariamente evalúa distintos puntos críticos.

La intervención mensual permite medir la ganancia de peso, calcular las tasas de morbilidad y mortalidad y otros parámetros que dan una idea de cómo viene el programa de crianza.

La aparición o no de enfermedad en un ternero va a depender de la capacidad que tenga de resistirla dentro de una población y del desafío que le plantean las amenazas del ambiente.

Es decir, puede haber una población de terneros con alta resistencia a las enfermedades por estar bien calostrados, pero el ambiente le plantea desafíos, como el suministro de leche con altos conteos de coliformes. En otros casos –por ejemplo terneros mal calostrados- se pueden producir muchas muertes por el bajo nivel de resistencia, aunque enfrenten pocos desafíos por baja conteo de bacterias en la leche. El peor caso se manifiesta cuando el ternero enfrenta alto desafío -por ejemplo, malas condiciones climáticas y mala calidad bacteriológica del alimento-, con baja resistencia individual. Estas cuestiones se deben evaluar en el monitoreo semanal y mensual, para ver dónde se debe trabajar: en el calostrado, en calidad bacteriológica, en la composición de la leche, etc.

Revisión y tratamiento

La revisión diaria de los terneros debe ser independiente de otras actividades, como el suministro de leche; hay que dedicarle un tiempo extra, para ver los terneros que manifiestan signos de diarrea.

Se debe utilizar una metodología de revisión estandarizada. “No se puede inventar un tratamiento para cada caso; se usan protocolos”, apuntó Catracchia.

La primera revisión es sin tocar al ternero y se debe registrar la información para analizarla en el marco de una población. ¿Qué se debe revisar? Buena o mala actitud del animal: ver los ojos, orejas, nariz y materia fecal. Un ternero con buena actitud, pero con materia fecal blanda tiene más pérdida de liquido que lo normal y exige un tratamiento que reponga las sales y el agua que está perdiendo por diarrea.

Luego hay que evaluar temperatura, nivel de hidratación y disturbios digestivos. La temperatura normal de un ternero debe estar alrededor de 38,5°C; hasta 39,4 todavía estaría dentro de un rango cercano a la normalidad, “pero por encima de 39°C ya está empezando a tener problemas: a la mañana puede estar relativamente bien y a la tarde ya no toma la leche”, indicó Catracchia.

La fiebre tiene tres componentes: registros térmicos altos, decaimiento y anorexia. “Cuando se ve un ternero con poco ánimo y que no toma la leche, debe revisarse si tiene temperatura, En caso afirmativo, debe bajarse, para que vuelva a alimentarse”, aconsejó el asesor.

El nivel de deshidratación se evalúa en el pliegue que se produce en el cuello o en las costillas con un pellizco, que debe volver a su lugar rápidamente. En casos graves, también se evidencia con el hundimiento de los ojos. Ante una deshidratación importante, el ternero debería recibir suero.

En un ternero enfermo, al aumento de la temperatura se le puede agregar acidosis, una anormalidad del aparato digestivo que puede afectar la capacidad de cura. También hay que monitorear la descarga nasal y ocular y las orejas para evaluar la severidad de la enfermedad.

La diarrea leve generalmente se cura con sales rehidratantes. Si además “se observa decaimiento, fiebre y sangre en la materia fecal, hay que dar un antibiótico y un producto para bajar la temperatura corporal”, prescribió Carlos.

Por otro lado, en el caso de neumonías -poco frecuentes en la guacheras y más frecuentes en las recrías- hay que ser agresivo de entrada. “Si un ternero tiene secreción nasal, elevada frecuencia respiratoria y fiebre, hay que inyectar antibiótico, antiinflamatorio y un expectorante como la tauromexina”, aconsejó. Frecuentemente también hay que agregar sales rehidratantes.

Aplicación de inyecciones

Para inyecciones subcutáneas, los lugares de aplicación pueden ser la tabla del cuello, las costillas o cualquier otro lugar donde pueda desplazar la piel. No deberían incorporarse por otra vía porque disminuiría la capacidad de acción del producto.

En el caso de aplicaciones intramusculares, se deben hacer delante de la mano y por debajo del cuello, donde no hay estructuras que se puedan lastimar. “No se deben aplicar en los miembros traseros. En la aplicación, la aguja debe penetrar hasta el fondo; luego se aspira para asegurarse que no haya presencia de sangre y se descarga el producto”, concluyó Catracchia.

 

La Nación campo

 

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