Ante el cambio en la dinámica de los precios de la energía y la creciente urgencia de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, surge la importancia de replantear el enfoque en la edificación de viviendas.
La arquitectura bioclimática emerge como una aliada estratégica para potenciar la eficiencia energética de las casas pasivas. Este enfoque busca aprovechar de manera inteligente los recursos naturales disponibles, teniendo en cuenta el clima y las condiciones del entorno, para crear espacios que sean eficientes y respetuosos con el medio ambiente.
La orientación consciente de la vivienda, la selección de materiales de construcción y la implementación de sistemas que maximizan la captación de energía solar en invierno y reducen la incidencia en verano son pilares tanto de la arquitectura bioclimática como de las casas pasivas. Ambas comparten el objetivo de alcanzar la zona de confort en el interior de la vivienda minimizando el consumo energético a través de un diseño y una construcción cuidadosa.
Pero, ¿cómo sabemos qué tan eficiente es una vivienda en términos energéticos? Aquí es donde entra en juego el Etiquetado de Eficiencia Energética, un documento esencial que revela las necesidades energéticas de una propiedad, desde calefacción hasta iluminación.
La Etiqueta de Eficiencia Energética, al igual que en los electrodomésticos, clasifica la eficiencia de la vivienda con letras de la A (altamente eficiente) a la G (sin eficiencia). Al comprar o alquilar una vivienda, esta calificación se convierte en información crucial para tomar decisiones informadas sobre el consumo y la eficiencia.
Silvina López Plante, integrante del grupo de instituciones por el etiquetado energético de viviendas, destaca: «Cuantificar el requerimiento energético es clave para mejorar el uso de la energía y reducir el consumo». La Etiqueta de Eficiencia Energética no solo guía las decisiones individuales de los propietarios, sino que también ofrece beneficios significativos para la sociedad en su conjunto.
El impulso hacia la eficiencia energética ha propiciado el desarrollo de nuevos materiales de construcción que no solo ofrecen un aislamiento térmico excepcional, sino que también tienen una baja huella ambiental. Entre estos destacan los derivados de la madera y la biomasa.
Los materiales derivados de la madera, como paneles y aislantes, no solo son renovables, sino que también presentan propiedades naturales de aislamiento térmico, contribuyendo a mantener una temperatura estable en el interior de las viviendas. Además, la madera es un material de construcción de baja energía incorporada, lo que significa que su producción y procesamiento consumen menos energía en comparación con alternativas convencionales.
La biomasa, proveniente de fuentes orgánicas como residuos agrícolas, ha ganado terreno como material de construcción sostenible. Los productos de biomasa no solo son eficientes en términos de aislamiento térmico, sino que también contribuyen a reducir la dependencia de materiales no renovables.
La combinación de la arquitectura bioclimática, el etiquetado energético y el uso de nuevos materiales sostenibles marca un hito significativo en el camino hacia la construcción de viviendas más eficientes y respetuosas con el medio ambiente. En el contexto de las casas pasivas, esta integración no solo refuerza la eficiencia energética, sino que también apunta a un futuro donde la sostenibilidad y el confort coexisten armoniosamente. Así, el sector de la construcción se convierte en un actor clave en la preservación del planeta y en la construcción de un mañana más sostenible. ¡Innovemos juntos por un hogar y un mundo más sostenible!
Bioeconomia