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Un balneario gratuito y en el campo, en el corazón de Tandil

La ciudad bonaerense posee muchas alternativas a la hora de descansar, el balneario María Ignacia Vela es una de las propuestas que estás buscando.

Un balneario gratuito y en el campo, en el corazón de Tandil

El balneario de María Ignacia Vela, es la única y exclusiva propuesta natural habilitada que tiene el destino de la localidad de Tandil.

En el lugar vas a dar con aguas que corren entre las piedras y desembocan en un gran piletón. A todo eso, se le suma que en este paraíso se puede acampar sin pagar y estar en contacto absoluto con la naturaleza.

 

¿Cómo llegar?

Viniendo por la ruta 226 desde Tandil hacia Azul, se puede tomar el acceso a Gardey y a tan solo 11 kilómetros, a mano derecha el centro turístico y recreativo, se despliega el predio ante los visitantes. Otra opción para ingresar es a través de la ruta N°74, a 50 km de Tandil.

Este mágico rincón, con acceso a todo público que pocos conocen, se encuentra ubicado exactamente en el camino que une las localidades de María Ignacia Vela con Gardey, y a 50 kilómetros de Tandil.

 

Sobre el lugar

Quienes lo visitaron saben que allí se concentra una energía única, además de tener la posibilidad de estar rodeado de campos verdes, fauna autóctona y la música natural que ofrece el agua corriendo sobre grandes piedras. Si lo que busca es un destino mágico, diferente y seguro, el pueblo rural de Vela, puede ofrecérselo.

El espacio está rodeado de altos árboles con parrillas, mesas muy pintorescas decoradas con venecitas ubicadas muy cerquita del agua y un gran parque verde con juegos para los más pequeños. Al cruzar la tranquera que separa la calle de tierra y da ingreso al Balneario, ya se respira otro aire. Hay quienes dicen que allí hay una energía muy especial, diferente y que es posible volver totalmente renovado a casa. Las gigantescas piedras distribuidas en todo el amplio parque, se vuelven el lugar encantado de los niños, que al llegar se ven tentados por treparlas juntos a sus padres.

Si bien es la estrella turística de Vela, y solo lo separan 9 km,  vale la pena conocer diferentes sitios del paraje más poblado, que inspiró varias obras del escritor Osvaldo Soriano.  Uno de ellos es el museo histórico y de ciencias naturales “Doctor Aurelio de Lusarreta” donde se conservan elementos que reconstruyen la historia del pueblo. También se pueden disfrutar de varias actividades de turismo rural que pueden experimentarse previa reserva.

La gastronomía marca un antes y un después, actualmente funciona una parrilla llamada Shire en Belgrano y Avellaneda, que despliega una amplia oferta de carnes asadas y está abierta al mediodía y noche. Otra opción en el Centro Social Velense, es ir a La Vera Pizza Velense a tomar una cerveza y degustar una pizza.

En cuanto a lo recreativo en el corazón de Vela se encuentra El Prado Español, un complejo que tiene dos piletas una para adultos y otra para los más pequeños. La entrada es totalmente gratuita y está abierto de martes a domingo 14 a 19 horas.

A la hora del mate vale la pena visitar la panadería La Estrella Argentina, propiedad de Aida Granadal, que lleva funcionando más de 70 años. Tres generaciones han pasado por la histórica esquina de San Martin y Mitre, que aún sigue impactando a los turistas por su fachada antigua. El lugar, conserva la magia que llevan impresos los ladrillos de las edificaciones antiguas, y deleita a visitantes y lugareños con sus panificaciones, especialmente las galletas. “Están cocinadas en un horno a leña que tiene más de 90 años, eso les da un sabor especial. En Vela tenemos los bizcochitos de grasas más ricos del país y también las tortas negras”, así comenta el vecino vélense Marcelo Acacio.

Todos los 31 de diciembre después de las doce se hace la famosa Serenata, que el año que viene cumplirá 50 años. “Se trata de una fiesta que nos caracteriza, vamos casa por casa, cantando bailando y el dueño de cada hogar nos regala una sidra, un vino o un abrazo y le cantamos un chamamé o una cumbia. Se arranca a la 1 de la mañana hasta el otro día a las 9, hasta que las velas no ardan” comenta Marcelo.

Otra alternativa ya sea para alojarse o continuar conociendo la ruralidad es ir hasta el pueblo vecino llamado Gardey. Se puede llegar hasta él, recorriendo unos 15 km por calle de tierra.  En la entrada al pueblo se encuentra el Histórico Almacén Vulcano, que ofrece las empanadas caseras más deliciosas del lugar o bien, degustar uno de los platos más deliciosos como es la bondiolita de cerdo con papas, a precios muy accesibles. Para lo que desean alojarse en Gardey hay varias alternativas disponibles desde casas container, etc. También en el medio de la Plaza hay una pileta pública, a la cual pueden acceder locales y turistas para alivianar el calorcito de enero. 

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